Prototipos de felicidad en el bazar

by Julen

Juan Freire nos muestra su punto de vista acerca de cómo «hacer» Medialab Prado. Eso le lleva a un amplio repaso de ideas acerca del procomún, los modelos bazar vs. catedral y de ecosistema vs. mercado. Interesante, como siempre. En el fondo, para comprenderlo no me queda sino lanzarme en busca del concepto de diferenciación inclusiva que maneja Ulrich Beck y que nos introduce de lleno en la paradoja como paradigma de nuestra época. Trato de explicarme.

Juan Freire retoma a Antonio Lafuente para concebir un discurso desde el prototipado. En el mundo de los átomos «prototipar» ha resultado desde antiguo una obsesión por cuanto era el paso necesario de la mente/corazón al hecho real y tangible. Cualquiera que haya trabajado en un entorno industrial sabrá de lo que hablo. El prototipado rápido, la simulación y las primeras series antes de llegar a la producción en grandes lotes han sido objeto de atención porque ahí parecía hallarse el santo grial de la eficiencia. Todo ello, por supuesto, concebido desde la economía de la escasez.

Sin embargo, creo que el «prototipo» se diluye en una economía digital. Nace cada vez más pegado a la idea y como producto inherente. Es inmanencia; no puede ser de otra forma. Me temo que no es comparable la generación de producto físico a partir de lo digital (ese plano en 3D) con el trabajo del conocimiento -pensamiento, emoción y acción- donde lo digital está llegando de serie.

Para complicar más el asunto, no es ya que el «mercado» en forma de «bazar» sea un elemento consustancial a la naturaleza humana y debamos reivindicarlo, como señalaba David de Ugarte. No, para mí, el asunto delicado es que ese «mercado» tenía sentido como lugar de transacción de productos tangibles. Pero no podemos considerarlo de la misma forma cuando el objeto de transacción económica pasa por la compra-venta de felicidad inducida. El capitalismo emocional redefine las reglas del juego sin que los jugadores hayan sido claramente informados de ello. Esto es lo que cambia la escena.

No tengo mayor problema en aceptar las bondades del «mercado». Pero no de este con el que convivimos en 2010. El «mercado» necesita unas condiciones que a día de hoy no se dan. La asimetría de las partes que intervienen en el intercambio impide una relación de mutuo beneficio. La dinámica perversa es que uno gana a costa del otro. Cuidado con jugar ahí. El procomún puede acabar siendo pieza de museo, ese lugar donde una tienda hace negocio con obras de arte a su alrededor.

El mercado del alma es el que crece con mayor celeridad. Los libros de autoayuda pueblan las librerías. La economía se mueve a base de goles, hoy más que nunca. Pero no en sí misma por esos goles, sino por la alusión inclemente a las marcas comerciales que saben que sus ventas cabalgan a lomos del espíritu de victoria y unos valores que el branding no hace sino pulir. Retomo una cita de Gilles Lipovetsky que manejaba en mi artículo La paradoja del hiperconsumo: el mercado del alma:

Cuanto más obtiene el hiperconsumidor un poder que no conocía hasta entonces, más extiende el mercado su influencia tentacular, más autoadministrado está el comprador y más extrodeterminación hay vinculada al orden comercial.

Pensar y hacer caminaron por senderos algo distantes en el pasado. A pesar de que Humberto Maturana insistía en recordarnos que el lenguaje es acción y que la forma en que hablamos es el factor quizá más importante para definir la forma en que seremos vistos por los demás y por nosotros mismos; a pesar de ello, acción y pensamiento vivían en territorios diferentes. Pero hoy eso es cuestionable.

El bazar no intercambia bienes materiales sino porciones de felicidad con tal grado de cosmética alrededor que los jugadores han quedado insertos en un cuento interminable. Storytelling de verdad donde los presidentes americanos inducen felicidad en sus súbditos explicándose a través de series de televisión. Realitys que salen de la pantalla para fundirse con nuestra vida real.

El prototipado se diluye. Larga vida al activismo en defensa de la intolerancia.

————-

La imagen en Flickr es de

Artículos relacionados

8 comentarios

David de Ugarte 08/07/2010 - 08:39

Vale que yo vivo en un mundo un poco raro donde nadie tiene tele y no sigue los partidos del Mundial de fútbol… pero de verdad que me pierdo con lo del mercado de la felicidad inducida, Julen… Sobre la asimetría en el mercado: en realidad no hace falta, para que el mercado funcione, que los agentes sean iguales en tamaño. Basta con que ninguno de ellos sea decisivo por si mismo, a partir de ahí puede haber bichos mayores y menores que el bazar funcionará sin degenerar en capitalismo de amigotes (que es para mi el problema).

Responder
Amalio A. Rey 08/07/2010 - 13:27

Julen:
Despues de leer los posts que citas, tenía muchas ganas de compartir con vosotros algunos comentarios porque esto de los «prototipos» es un tema que me toca cerca, y sobre el que vengo pensando hace tiempo. Al final decidí escribir una entrada propia en mi blog, por no abusar de tu confianza y unirme a la conversación desde casa. Permíteme citar el enlace: http://www.amaliorey.com/2010/07/08/pensar-con-prototipos-me-uno-a-la-reflexion-post-178/
un saludo, y seguimos pensando…

Responder
Mikel Iridoi - "himikel" 08/07/2010 - 19:31

Grandes reflexiones vertidas al vacío, quizás me quede grande pero el no participar sería perder una oportunidad para aprender reflexionando… 😉

He leído el post original de Juan Freire y la réplica de Amalio A. Rey, la opinión de David de Ugarte, así como la muy oportuna referencia al pensador Slavoj Žižek (que desconocía). Parece que este vez sí tenemos diversidad de opiniones, riqueza del pensamiento ;), creo que el tema es tan complejo como impredecible, en tiempos de una crisis estructural algunos pensamos en las nuevas oportunidades que pueden surgir, realizamos análisis retrospectivos buscando semejanzas a través de la historia, buscamos pensadores que nos den pistas para nuestra propia orientación, líderes en los que confiar nuestro futuro…, y todo eso lo tenemos al alcance de la mano, quizás incluso delante de nuestras narices, pero el caso es percibirlo sin verlo, escucharlo sin oírlo, sentirlo sin revivirlo, creo que el hombre necesita una cura de humildad, una cura ante su ceguera, sordera y falta de sensibilidad, y mientras no arreglemos eso, de nada servirán ni las economías abiertas, ni los bazares de la experiencia, ni los ecosistemas aunque los hiciéramos casi tan perfectos como los de la propia naturaleza… (con miles de millones de años de experiencia)

Una segunda reflexión que me viene es más práctica, es relacionada con los prototipados… (muy utilizados en el mundo del Software), coincido con el comentario sobre que la acción y el pensamiento van de la mano, hoy día la acción es la voz del pensamiento, en este sentido, no habrá artilugio capaz de sustituir la acción humana, son las herramientas imprescindibles para el artesano, pero de nada servirían sin sus manos, ni sin sus pensamientos que accionan la obra, ¡ni sin las personas!
Ya lo he soldato 🙂 ha sido un placer haber co-reflexionado 😉

Responder
Julen 12/07/2010 - 07:29

@David, la «felicidad inducida» es la que conforma ese extraordinario mercado donde no hay intercambio de bienes materiales sino de «emociones». Primero, hace falta que el humano quiera consumir felicidad; así que hay que trabajarla con una potente cosmética de producto. Una vez que el producto es atractivo, allá desembocan las grandes marcas comerciales a hacer su papel. Y ahí ficción y realidad convergen en mercado o bazar. Pero sea lo que sea, es casi indescifrable para la ciudadanía de a pie.

@Amalio, mi argumento, como te dejaba escrito en tu post, tiene que ver con que casi todo es hoy prototipo. La distancia entre diseñar y hacer se acorta a pasos agigantados.

@MIkel, gracias por unirte a la fiesta 😉

Responder
Rafael Javier Rodriguez Sanchez 12/08/2010 - 03:01

Sobre el mercado del alma, Eduardo Galeano (y mira que no es de mi agrado especialmente este señor) :

«Los expertos del marketing son enormemente hábiles para convertir a las mercancías en mágicos conjuros contra la soledad intrínseca del ser humano (convenientemente enfatizada por la sociedad individualista en la que vivimos). Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca te falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y no sólo eso: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social. Cuánto más exclusivas sean, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato de la masa. Ya la publicidad no te informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?»

Responder
Consultoría artesana en red » Antropólogos y no ingenieros para interpretar 27/11/2011 - 08:49

[…] de la nueva economía. No niego que me da cierto canguelo. Porque hace cada vez más presente el capitalismo emocional y el mercado del alma. Está presente en todo lo que hacemos… ¿sin que seamos conscientes de […]

Responder
Consultoría artesana en red » 13 citas de El arte de la vida, de Zygumnt Bauman 27/11/2011 - 08:53

[…] La felicidad inducida, la obligación de ser felices. Las toneladas de libros de autoayuda siguen berreando consejos. O te exiges ser feliz o te lo inyectamos en vena, tú decides. Podemos decir que el mundo generado por el “proyecto moderno” se comporta, en la práctica si no en teoría, como si los humanos tuvieran que ser compelidos a buscar la felicidad (al menos la felicidad esbozada por los que se han erigido en sus asesores y consejeros, así como por los redactores de publicidad). […]

Responder
Blog de Amalio A. Rey · Pensar con prototipos: me uno a la reflexión (post-178) 03/01/2012 - 20:17

[…] Medialab Prado”, Juan Freire (“Pensar con prototipos. Recuperar el bazar”) y Julen Iturbe (“Prototipos de felicidad en el bazar”) , y David de Ugarte (“4 ideas medievales que pasan por modernas y que pueden hundirte en la […]

Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.