Guerra entre la empresa tradicional y el consumo colaborativo

by Julen

OuiShare Summit 2012Ayer leía en El Blog Salmón que Fenebús pide el cierre de Blablacar: el consumo colaborativo vuelve a levantar ampollas, un artículo firmado por Jaime Novoa. En él comenta las demandas que Fenebús, Federación Empresarial Nacional de Transporte en Autobús, ha interpuesto contra Blablacar para que esta ¿empresa? cierre sus actividades en España. El asunto es bien conocido y repite casos anteriores: aducen competencia desleal porque no hay «empresa» de por medio con todos los requerimientos legales y fiscales que procederían en los servicios que se prestan.

Coincide en el tiempo esta demanda con el auge del consumo colaborativo, que tendrá un buen exponente en el próximo OuiShare Fest 14 a celebrar en París del 5 al 7 de mayo. Allí participarán como ponentes, entre otros, Michel Bauwens, de la P2P Foundation, Rachel Bostman de Collaborative Consumption o Neal Gorenflo de Shareable. Puedes leer la noticia que ha publicado Laura Fernández en Euskadi+innova para hacerte una mejor idea.

Yo creo que la forma en que actúa Fenebús es lógica. Aparece un nuevo competidor en el mercado que juega con otras reglas. Y lo que se pide es que las reglas sean comunes para todos. Así que mientras no se cumplen las reglas, lo mejor es que no puedan jugar en el partido. Pero hay un problema: las personas están dispuestas a saltarse la interfaz empresa y acceder a una relación más humana. Solo necesitan disponer de datos para que emerja una alternativa al transporte «oficial» que sirven las empresas.

En realidad no pasa nada que no pasara antes. Si andas justo de dinero o si prefieres conocer gente con la misma necesidad que tú, la solución pasa por conocer quién tiene asientos libres en un viaje privado. Lo hemos hecho toda la vida. Solo que ahora cambia la escala. Internet permite acceder a esa oferta con muchas más probabilidades de encontrar lo que buscabas. No es lo mismo tirar de tus recursos para saber quién viaja con asientos libres a acceder a una plataforma online donde mucha gente comparte la misma «afición». Y hay algo más: se generan transacciones económicas. Como toda la vida, oigan. Pero son transacciones opacas al fisco.

O sea, que se arma la de San Quintín. A la empresa «clásica» le crecen miles de competidores que pueden conseguir mejores precios. ¿Qué competidores? Las personas, la gente de a pie. No hay color. ¿Se viene abajo el mundo «profesional» ante la emergencia de alternativas «amateur»? Desde luego que si tengo una empresa de transporte de viajeros por carretera, sí o sí voy a tener que darle unas vueltas a estos nuevos modelos. Puedo patalear, pero son tendencia social. El consumo colaborativo cuenta con miles de ejemplos y no deja de crecer. Así que enfadarse con el mundo puede que no sea la mejor opción.

No sé cómo va a acabar esta historia. El consumo colaborativo recorre cada vez más y más sectores de los llamados tradicionales. Parece un tsunami que descoloca a los agentes de siempre. La regulación a la que parece que va abocada esta nueva oferta va a ser complicada, como ya ha sucedido con el crowdfunding. No me cabe duda de que se va a regular. Estaremos atentas a la pantalla porque la interfaz empresa, antes paso obligado, es ahora solo una opción más de entre muchas posibles. Y esto obliga, por supuesto, a repensar cuál es el valor que me aporta una empresa cuando contrato sus servicios y por qué muchas personas prefieren no usarlos y aceptar los de esa extraña competencia que viene del consumo colaborativo.

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40 comentarios

Txubaskero 19/03/2014 - 10:04

Siempre asusta a «lo establecido» la capacidad de las personas de hacer las cosas de otra manera, de reinventar los procesos, de reinterpretar la vida,……afortunadamente todo esto ha pasado y sigue pasando. Si no fuera así….que aburrido.
Dicen los orientales que «el cambio es evolución».. y yo, me lo creo.
Ah! buenos días!

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Julen 19/03/2014 - 11:37

Aupa, Txubaskero. Yo también lo veo así: es un cambio en las prácticas sociales que requiere imaginación por parte de las empresas tradicionales.

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RafaG 19/03/2014 - 10:31

Bueno, creo que el tema no es tan simple como «vale todo» ni como «hay que cerrar la empresa». Debo tener un problema de capacidad de análisis, pero como casi siempre, no lo veo como blanco o negro, sino con muchos grises…

El problema, en este caso, es que una opción abierta compite contra una ultraregulada. Y, como dices, hay dinero de por medio que se pierde al control fiscal.

El transporte por carretera está muy regulado, se trata de concesiones, con todo lo que eso implica. Por ejemplo, las concesionarias están obligadas a que los vehículos tengan una antiguedad máxima de 3-4 años, los conductores solo pueden conducir X horas, están obligadas a parar en pueblos donde los viajeros son testimoniales. A cambio, no hay, supuestamente, competencia en esa «ruta» (salvo que el propio Estado lo haga vía RENFE).
En cambio, un particular puede tener una furgoneta y dedicarse a ir y venir a Valencia vendiendo 6 plazas (se puede comprobar que hay gente que ofrece más de un viaje diario). Conduciendo 14 horas al día y «sin papeles». El particular «puro» deja sitio al «amateur» que genera negocio y beneficio con una actividad, digamos, alegal. Complejo, ¿no?

No es trivial ni creo que sencillo el tema. La regulación, que la habrá, no será satisfactoria para todos (con certeza). Y las iniciativas abiertas nos gustan, pero cuando cuestan dinero, la gente tiende a pedir a «papa Estado» las compensaciones (los pagarés de RUMASA, fuera de control de la CNMV, no dejan de ser un crowdfunding). Por otro lado, la disminución de recaudación fiscal tiene implicaciones en los servicios prestados por el Estado…y eso en general a la gente no le parece bien.

En fin, que como casi todos los debates, no es blanco o negro. Y creo que tan poco razonable es lo de «cerrar esa web» como la de «vale todo»…

DISCLAIMER: Ahora soy CIO de una empresa de transporte por carretera. Mi opinión es mía y no representa a la empresa. Y espero que el trabajar para ella no esté distorsionando mi visión de este problema.

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Julen 19/03/2014 - 11:35

Muchísimas gracias por dejar tu opinión, Rafa. Desde luego que cuenta y añade matices a la discusión. Entiendo que cuando comentas los casos de personas que pueden llegar a ofrecer una furgoneta para hacer tantos viajes como puedan -con el riesgo que supone- a precios muy bajos, todos estamos de acuerdo: eso es denunciable y debe perseguirse. Desde luego que las plataformas de consumo colaborativo pueden favorecer esa picaresca, pero también creo que serán las excepciones. El trueque entre personas (igual a igual) es lo que marca la diferencia respecto a lo que ofrece una empresa de transporte. Puede haber o no transacción económica. Si alguien puede costearse un viaje en coche pongamos que de Bilbao a Madrid compartiendo gastos de gasolina y autopista entre quienes van en él, ¿por qué no ayudarle a que lo haga? Ahí veo la base de las plataformas de consumo colaborativo y ahí es donde, al poder utilizar Internet como plataforma, el mercado cambia. La empresa «tradicional» tiene que darse cuenta de que esta es una realidad a la que hacer frente. Podrá pedir regulaciones -las tiene que pedir- pero cuidado con demonizar estas nuevas prácticas porque se puede cavar su propia tumba. Hay que buscar qué valor añadido me ofreces frente a esta nueva competencia.
De todas formas, como bien comentas, complejo asunto. No me cabe ninguna duda.

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David de Ugarte 19/03/2014 - 12:06

Nicolas Brusson, el fundador de blabla car estará también entre los speakers del OuishareFest este año. La verdad es que puede salir una conversa muy interesante.

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Julen 19/03/2014 - 15:11

Pues sí que parece que va a estar bien ese sarao 🙂

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David de Ugarte 19/03/2014 - 18:16

😉

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Isabel 19/03/2014 - 22:03

Julen, no me cabe duda de que el consumo colaborativo irá a más, es más, me gustaría pensar que no sólo por efecto de la crisis sino porque aprendamos a consumir de otra manera, tal y cómo decías en el post del meme (“hay manera y maneras de consumir”). Sin embargo, deberíamos pensar en un efecto perverso que no tengo claro que la mayoría de las personas estén considerando. Creo que en el futuro convivirán todas las opciones pero en esta evolución la destrucción de empleo será mayor o precarizará más aún el empleo existente porque si no hay clientes ya sabemos lo que ocurrirá.

La empresa de transporte de viajeros por carretera que pones como ejemplo le dará muchas vueltas, seguro, pero la plantilla se verá afectada. Desde luego no todas podrán mantenerse, muchas cerrarán y más personas sin empleo es menos dinero en circulación. Y menos cotización repercutirá en más recortes sociales. Es complicado. Y con el estado tan manipulador que tenemos, mucho me temo como se van a manejar “los mensajes” desde lo institucional.

Y enlazando con el comentario de ayer, también estoy en un momento optimista… y serenamente guerrillero 🙂

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Julen 20/03/2014 - 05:46

Pues esperemos que, ya que pasamos por momentos optimistas, las empresas tradicionales sean capaces de aportar servicios de valor y que el consumo colaborativo haga que busquen nuevas vías. Creo que necesitan imaginación. Ahora que la amenaza de la pérdida de puestos de trabajo ante la emergencia de nuevas fórmulas colaborativas, como bien comentas, es otro elemento que complica mucho el análisis.

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Optimizar gastos de representación 24/03/2014 - 18:03

Muy interesante Julen el artículo, creo que me lo miraré con calma por la noche al volver del trabajo que hay muchos frentes abiertos en lo que comentas y da mucho a la reflexión.
Es algo en lo que no me había parado a pensar la verdad esto del consumo colaborativo, de hecho no conocía este término hasta que te he leído =P

Muchas gracias y si me surgen dudas, ¿te podría preguntar para aclarar algún punto?

Que pases muy buen día Julen 🙂
Lorena.

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Julen 25/03/2014 - 06:41

Bueno, Lorena, para eso tenemos un blog, para conversar 🙂

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