Pop-up retail, pop-up restaurants, pop-up workers

by Julen

FFI-POP-UP-STORE-MFL_4298Parece que nada a fecha de hoy conduce a la estabilidad. Planeta licuado casi al completo. Todo es efímero. Vinculado a la idea de «experiencia», lo que se nos ofrece para comprar o consumir se distribuye mediante un acto diferente y único. Combinar la sensación de urgencia con la de «hay que estar allí y enterarse de qué va a suceder» estimula la motivación de compra. Hablo del fenómeno pop-up, con su mejor representación en los pop-up stores. Sucede como una especie de performance donde hay que combinar los elementos para que durante un período concreto de tiempo, los productos estén a disposición de quienes los consumimos. Es engagement marketing, colega, a ver si te enteras.

Parece que es tendencia y que Procter&Gamble o Toys ‘R’ Us por ejemplo ya lo practican. Si es que voy de enterado y esto ya estaba más que inventado desde hace tiempo. Pop-up es eventualidad, una tendencia global de que lo que sucede lo hace solo por unos instantes. Y que si no estabas allí es porque no están «in», no te enteras de la fiesta. Hay que saber dónde se cuecen las cosas. En el fondo lo podemos interpretar como una artimaña más para cazar tu atención. Vamos, otro ingrediente de esa gran tendencia: el storytelling, que dirían los anglosajones.

En la misma línea, los pop-up restaurants son la mejor muestra de oferta selecta para aquella gente bien informada. Y cómo no, «bien informada» quiere decir con presencia activa en la vorágine de social media. Porque a fin de cuentas, «estar allí» quiere decir que se capta la atención de gente influyente, de lo más de lo más, gente que hace del contencureitor su patrón de vida. Así que ya lo sabes: si no has conocido hasta la fecha ninguna oferta de pop-up restaurant es que eres un pringao, perdona que te diga. Y a veces hay que bajar a la mina para que la experiencia te suba al cielo.

Todo cabalga en la misma línea: hay que manejar información. Es el factor que distingue al poderoso del villano. Y hay pruebas para demostrar que no vale con que presumas: o estas donde hay que estar o sales fuera de la foto. Imagino la turbia emoción de encontrarte en lugar justo y en el momento adecuado. Saberte elegido junto a otras pocas personas entre las que nace un sentimiento de clase por encima del bien y del mal. Son intensos pop-up moments. Sí, la marca a base de pop-up. Gástate 500 dólares, que Forrester te lo explica.

Por supuesto, que un modelo pop-up reclama también otro tipo de trabajadores. En positivo podríamos compararlo con la idea de «proyecto». No hay «empresa» sino «proyectos». El modelo «empresa à la Hollywood» llevado a sus últimas consecuencias. Un objetivo, un tiempo, unos recursos: en definitiva, un proyecto. Pero en negativo la lógica nos conduce, me temo, a los pop-up workers. De usar y tirar pero haciéndolos pasar por una «experiencia» que dignifique su sacrificio. En la carrera de las emociones, no es tanto que encuentres sentido a largo plazo con una carrera profesional digna. No, no es eso. Se trata de que por unos momentos, por unos días o por unas horas, tu depósito de autoestima reciba unos cuantos litros de combustible para tirar unas cuantas millas más. No busques muy allá, el presente es lo que cuenta.

Ya, claro, que se me va la pinza. Que vuelvo al redil del laboro y ya empiezo a despotricar en modo difuso. Seguramente, seguramente lleves razón. Disculpa, a estas alturas uno se reconoce perro verde. Pero verde oscuro, muy oscuro. Porque si ayer hablaba de objetos que mueren al entrar en el ciclo usar-tirar, quizá con la gente pueda pasar lo mismo, solo que disfrazada de «experiencia» y «engagement».

 

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2 comentarios

Rafael Rodríguez 12/09/2012 - 10:12

Mundo feo, feo…………..

Pero ahí me surge la pregunta que más me turba ultimanente : ¿Lo veré así porque asumo una incapacidad (de raíces infinitas – morales, sociales, incluso cuasi-genética» ) de competir en él?

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Julen 15/09/2012 - 07:15

No sé si es feo pero sí que nos pone delante algunos aspectos que potencian lo efímero. ¿Competir en él? Quizá es lo que nos han enseñado a hacer un día sí y otro también. Y ya no nos damos cuenta de que estamos todo el día dale que te dale…

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