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5- Roses – Peratallada #VoltaGironaMTB – Consultoría artesana en red

5- Roses – Peratallada #VoltaGironaMTB

by Julen

 

La costa se hace playa en Roses y deja atrás las zonas rocosas del Cap de Creus. Toda la zona de paseo que la acompaña se convierte en el previsible desfile de restaurantes baratejos, terrazas y tiendas convertidas en bazares. Lo previsible, vamos. Sin embargo, esa vulgaridad no obvia un hermoso atardecer con la playa huérfana de turistas y unas nubes rojizas encendidas en el cielo. Sí, este tipo de pueblos con paseo playero tienen su encanto, siempre que puedas abstraerte de toda la parafernalia alrededor del turismo de sol, chiringuito y familia gritona en la arena.

Ya nos dimos cuenta en Cadaqués, pero la zona parece invadida por turistas franceses. En la recepción del hotel la chavalita que atendía creo que no habló otro idioma en el rato que pasamos para realizar la entrada. Y si hay franceses, también hay que citar la gran cantidad de magrebíes que se ven. Aunque me temo que no de turistas. Quizá nuestra falta de costumbre allá en el norte nos hace fijarnos más, pero su presencia es llamativa.

Por la mañana nuevo desayuno buffet para alegrar el estómago. Esta vez junto a mucha familia y también algunas parejas de abueletes. Bien llenas las reservas de combustible, salimos de Roses dejando enseguida la línea de costa para adentrarnos en un entretenido enjambre de senderos, caminos y pistas entre tierras de labor. Al igual que ayer, no sé si por la primavera o por qué en concreto, los ojos me empiezan a picar primero, escocer luego y después casi quemar. Aguantamos como podemos el aluvión de mocos y poco a poco nos acercamos al megacomplejo de Empuriabrava y sus canales.

Seguimos entre caminos divertidos que nos conducen al centro de interpretación del Cortalet. Aves que son objeto de deseo de los amantes del bird watching y sus cámaras dotadas de teleobjetivos bestiales. Todo sea por esa foto única que van buscando. Conste que nos hemos cruzado con algunos humanos que llevaban en procesión varios trípodes a cuestas, cual cruz propia de Semana Santa. Lo que no sabemos es si llegarán a las tres caídas.

A la salida del centro de interpretación, un cartel señala dos kilómetros hasta Sant Pere Pescador. Seguimos entre senderos, junto a las acequias, por terrenos de un primoroso verdor. Oh, oh, camino cortado por obras. Unas chicas en bici recorriendo el Pirinexus, una ruta de la que veremos multitud de carteles, nos dicen que hay que seguir la desviación que se indica debido a las obras. Pues vale.

En semejante laberinto caemos en un galimatías de cruces que dan con nuestros huesos a la entrada de una granja. El track, según dice el GPS, está al otro lado. De hecho, vemos el camino. Fácil de retomar. Fácil si cruzamos la granja. Avisamos a ver si alguien nos oye y nos deja pasar. Sale un chico negro que trabajará allí y nos dice que no podemos pasar. Le decimos que solo es cruzar hasta el camino que pasa por delante de su granja al otro lado. Tanto le insistimos que al final aparece el dueño.

Menudo personaje. Malas maneras. Sale con dos perros a su lado diciéndonos que estamos invadiendo propiedad privada y que le estamos pisando sus sembrados. Alucinamos porque hemos llegado hasta allí por pistas. Que no, que no y que no. Por su granja no hay quien pase. Que nos marchemos por donde hemos venido. Vamos, la típica amabilidad de un personaje desagradable de principio a fin. De veras, asco de sujeto. Así que el chico nos insistía en que no entráramos a la finca. Menos mal que aquí no hay tanta costumbre de defender la propiedad con armas porque allí habíamos caído. En fin, a otra cosa, mariposa, que hemos venido a dar pedales y pasarlo bien.

Diez kilómetros después estamos en San Pere Pescador tras retroceder hasta la carretera. Avituallamiento líquido, comentario sobre la jugada del tipejo y a seguir ruta.

Enseguida llegamos de nuevo a la costa y a las ruinas de Ampurias. La zona, pegada al mar y con unas deliciosas calas, se ve muy animada. Un carril bici serpentea entre los pinares hasta que de nuevo gira hacia el interior camino del destino final de nuestra etapa de hoy. Pero antes hay que comer algo. Será en Torroella de Montgrí, en un bar atendido por una pareja mayor y donde un niño de apenas un par de años no suelta una barra metálica con la que golpea el suelo como si no hubiera fin. Un encanto la criatura.

Enseguida llegamos a Peratallada, donde nos alojamos en un hotelito realmente coqueto, el Hostal Blau. Resulta que inauguramos habitación y nos la muestran con todo el cariño del mundo. Además, nos dejan manguear las bicis, todo un detalle, la verdad. Los dueños del hotel son muy amables con nosotros.

En fin, ya hemos pasado el ecuador de la ruta. Con el de hoy son cinco días de pedaleo, por lo que quedan tres. Si veis el desnivel de esta quinta jornada comprobaréis que por fin nos ha llegado la etapa Verano Azul. Mañana nos vamos a Girona. Ya os contaremos.

Distancia: 81,81 kms. Tiempo de pedaleo: 4h 42min. Desnivel acumulado: 198m.

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Volta a Girona MTB 2017

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1 comentario

6- Peratallada – Girona #VoltaGironaMTB | Consultoría artesana en red 13/04/2017 - 15:16

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