Trabajar de ocho a tres, lo último en productividad

by Julen

Kilmainham JailEl País publica La felicidad de trabajar de ocho a tres, un artículo firmado por Pablo León. En él recoge la iniciativa de Iberdrola, que parece haber innovado en cuanto a horarios. Sí, estás leyendo bien. Es lo último: ahora han caído en la cuenta de que la productividad mejora cuando a la gente le colocas el horario del funcionariado de toda la vida. Sí, ese de ocho a tres. Bueno, bueno, bueno, lo que avanzan las ciencias del management.

El asunto es sencillo: según parece, el trabajo de horario más amplio y relajado conduce a mucha improductividad. Vamos, que la gente necesita distracciones para pasar el mal trago de pisar la cárcel laboral durante tanto tiempo. Y ya se sabe, por ahí va un coladero de cafés, lectura de la prensa deportiva -esa tradicional costumbre del macho ibérico-, llamadas telefónicas, consultas en redes sociales y uochapeos varios que nada tienen que ver con el laboro. ¡Qué escándalo!

Así que la nueva lógica dice: de ocho a tres y sin que te permitas distraer la atención. Bueno, sí, pero será en los 23 minutos conseguidos tras la negociación colectiva de turno. Nada de otras cosas. De ocho a tres solo hay trabajo. Es el sacrificio que como raza humana realizamos en el altar de la productividad. Solo seremos profesionales, almas entregadas a trabajar y solo a trabajar. Y si caemos en la tentación de desviar la mirada hacia la fruta prohibida, entonces… bueno, entonces ¡a la puta calle! que diría un Antúnez encendido en aquella joya que fue Camera Café.

Todo el mundo sale ganando. La empresa por fin erradica esa parte personal que tanto estorba a la eficiencia. Consigue work-centered people, como algún sesudo informe le habrá recomendado. Sí, individuos que saben que no están para bromas. De ocho a tres, de ocho a tres, de ocho a tres; lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. La condena que impuso el juez fue recibida con griterío y aplausos por el público asistente a la vista: trabajo forzado cinco días a la semana.

¿Los beneficios? El régimen carcelario permitirá desde el primer momento que los condenados vivan fuera de la prisión el resto del tiempo. Esto quiere decir que la familia sale ganando. Se trata de un secuestro solo en una franja del tiempo disponible, el resto queda a disposición de cada cual. ¿Unir trabajo y no trabajo? Lo peor de lo peor, la improductividad al poder. Así que, tras largas y profundas investigaciones, la ciencia del management dicta sentencia: ¡a trabajar de ocho a tres!

Sí, muchísima gente necesitamos este tipo de regulación condena. Representa un dique que contiene el peligro fundamental: que el trabajo quede sometido a la teoría de los gases y se extienda para ocupar todo el tiempo disponible. Y como los humanos no podemos gestionar esa losa, lo mejor es que desde fuera se nos imponga la norma. Eso sí, nada de distracciones, nada de Twitter, nada de respiros, nada de pensamientos más allá de la tarea.

Lo dicho, es lo último, la innovación radical: esclavos de ocho a tres. Es por nuestra felicidad, idiota, ¿no te das cuenta? Vienen a nuestro rescate con la mejor receta: de ocho a tres serás nuestra y harás lo que el trabajo exige, nada más. Fin de trayecto.

—–

Si quieres leer más reflexiones sobre horarios y de trabajo, tienes unos cuantos artículos en este mismo blog. Y si prefieres en torno al tiempo en su más amplio sentido, tenemos de todo.

Artículos relacionados

55 comentarios

vorpalina 29/12/2014 - 11:04

🙂 Muy grande, profesor. Cuando leí la noticia hace unos días, flipé bastante con la difusión desproporcionada en rrss que se le ha dado al tema. Tiene que ver, claro está, con estrategias de marketing y posicionamiento de la propia compañía y en general es un ejemplo de lo que las grandes corporaciones denominan «innovación basada en las personas».

Me recordó bastante a mis tiempos en gran consultora cuando «establecer planes de mejora del clima laboral y la productividad buscando la felicidad de las personas» tenía que ver con colgar en cada picaporte de puerta de despacho de socio y de cada sala de reunión uno de esos papelitos de hotel que decía «Perdonen, no molesten, estamos reunidos» o «Llega a tu hora a la reunión por respeto a tus compañeros».

La realidad supera a la ficción. Ya sabes mi opinión sobre esto: No todo lo deseable es posible y no todo lo posible es a veces deseable. Sin embargo pienso que el cambio viene a partir de las cosas posibles. Ya se que tenemos visiones diferentes sobre cómo acompañar el cambio y nuestro papel en este tipo de procesos. Sobre esto un apunte: Probablemente esta medida -cuya gestación todavía no han compartido conmigo las personas que conozco en Iberdrola- ha sido producto de un gran trabajo interno de desgaste e inversión de esfuerzo en una dirección correcta o equivocada. No lo sé. Pero creo que es un pequeño cambio tal vez significativo en el mundo -1.0 (sí, has leído bien, menos uno punto cero ;), que es el contexto en el que esta iniciativa se ha dado. En este sentido, me encanta la fantástica crítica constructiva del artículo y además, sin conocer ni el contexto ni el detalle pero sí la vida de algunos de sus empleados, me encanta también la medida que han tomado los iberdrolos.

Aprovecho ya, compi: Zorionak eta urte berri on. Respeto y abrazo para tí.

Responder
Julen 30/12/2014 - 08:27

Primero, lo mismo, David, que te venga bonito este 2015.
De lo que comentas, seguro que es de valorar que organizaciones -1.0, como las llamas, se muevan. El problema, para mí, es que representan modelos «monolíticos» donde las personas deben pasar todas, según parece, por un mismo filtro. Y la diversidad de opciones para imposible. La dimensión humana está perdida y hacen falta negociaciones «globales» que esconden necesidades vitales y profesionales diferentes. Pero estos gigantes eso no pueden abordarlo. Necesitan tipificar a sus «recursos humanos» con modelos que unas veces van por un lado y otras por otro.

Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.