Interesante, como siempre, la reflexión que nos plantea Mario Dehter en su artículo: Paradigmas y estigmas sobre emprender. Plantea básicamente dos ideas: transversalizar el emprendizaje en todas las fases educativas pero reconociendo por otra parte que «enseñar a emprender» sin que la parte «docente» haya emprendido lastra sobremanera el proceso. Pura lógica, pero cuidado porque no hablamos de «técnicas», hablamos sobre todo de «actitudes» y «aptitudes». Introducir emprendizaje en fases tempranas de la educación no es un proceso neutro.
Descubierta la piedra filosofal de la competitividad personal en el siglo XXI, el ser humano debe ser puesto a emprender desde la cuna. Podemos abordarlo, por tanto desde el jardín de infancia y jugar con niñas y niños a «emprender». La sociedad ya no proveerá nunca más «empleo». Tendrás que inventarlo y será la forma en que ganarás el pan para ti y para los tuyos. Niñas y niños, bienvenidas todas a la moderna sociedad participativa. Demos el adiós a la sociedad del bienestar. Amén.
Así que manos a la obra. Pero surge un gran problema. Madres, padres, docentes de uno y otro nivel resulta que no han «emprendido» en su vida. Al menos en el sentido en que se pretende inculcar esto del emprendizaje. El proceso cae cercenado en su base. No hay manera de dar ejemplo. La parte enseñante se sabe la teoría pero no practica. Conocieron un mundo diferente, con una parte contratante y una parte contratada. Ahora las cartas se han revuelto y conviven modelos antagónicos: empresas que ofrecen puestos de trabajo sujetos al vaivén de los resultados empresariales y un discurso oficial que dice que o emprendes o tendrás mala vida.
La transversalidad es una respuesta lógica. Diría que necesaria. Pero no parece suficiente. Hay que trabajar con otras metodologías y traer a las aulas otros «modelos» docentes. Es más fácil creer en quien ha emprendido y le ha ido bien. Pero este darwinismo social de «pocos son los elegidos» presenta zonas oscuras. Cuidado con los modelos que traemos. En vez de mostrar cooperación emerge el valor de la competencia. Eso sí, apuntando sin sonrojo alguno a los problemas sociales cuya resolución marcará la competitividad de la propuesta emprendedora.
Siempre he pensado que deberíamos jugar menos con la épica y más con la lírica. Aunque todos sabemos que los recientes son malos tiempos para la lírica. Pero lo que nos estamos jugando son los valores que queremos tenga la sociedad que construimos. Si vamos a jugar a emprender con criaturas de cuatro o cinco años tenemos que tener mucho cuidado con los valores que transmiten todos estos actos lúdicos que harán de vehículo. ¿Vamos a magnificar el mensaje de «tú vales», «de ti depende», «haz de tu pasión tu trabajo»? Se me revuelven las tripas, perdón.
No sé hasta dónde puede crecer la economía del bien común y otros modelos similares en nuestra sociedad. Pero da mucho miedo pensar en «emprender» como mainstream que se come la colaboración entre humanos para ensalzar en su lugar la lucha y el reto. «Vencer» arrastra una moral peligrosa. Participar, colaborar, divertirse, jugar y encariñarse son comportamientos humanos. Ojo no queden sepultados bajo la épica del moderno emprendizaje.
10 comentarios
Interesante Julen. Imagino que uno de los efectos colaterales de la crisis es que nos retira seguridades y nos obliga a «emprender»
Me ha parecido una reflexión interesante. Últimamente la palabra «emprender» y sus derivados han entrado en boca de todos como si fuera la panacea, pero como bien dices, es algo que no forma parte del sentir popular de nuestra sociedad, mal que nos pese.
El «enseñar a emprender» debe concebirse, a mi juicio, desde una perspectiva más global, es decir, no dirigido únicamente a poner en marcha tu propio negocio, sino a potenciar y explotar aptitudes y habilidades personales que nos pueden ser muy útiles tanto en nuestra vida profesional (por cuenta propia o ajena), como en la personal. Aunque ello pasa por revisar nuestro modelo educativo, y por cambiar la manera de pensar de nuestro cuerpo docente. Tema en el que algunas, estamos trabajando para poner nuestro granito de arena.
Urte berri on,
Sonia
A mí se me revolvieron las tripas anoche, al ver un anuncio de «Top chef junior» (o como sea) en que un niño decía en un momento dado «Ahora no me puedo relajar» mientras hacía una tarta. Asqueroso. (Y el programa, explotación infantil «blanda»).
[…] […]
Creo que fuiste tu quien me recordaste una vez que cada luz genera sus sombras y me gustó este recordatorio. En este sentido cada vez estoy más convencido que cada input nuevo genera a su vez el contrario de tal manera que, al final es la persona la que elige, siempre. Y ahí intervienen más variables.
Entiendo tu preocupación aunque, a juzgar por nosotros mismos y en nuestro propio desarrollo, los valores no se enseñan tanto como se maman, se filtran entre los poros de la piel a partir del líquido donde uno se macera. El “vencer” encontrará siempre tierra fértil en la que “larvar” del mismo modo que despertará alergias y rechazos en otros organismos, de momento, éste sería el pronóstico a la luz de la experiencia pasada. Fíjate en lo que te “enseñaron y explicaron” de pequeño y en los valores que se desprenden de tu discurso y dime a qué responden. Por mucho empeño político que haya hace falta algo más que “mostrar para que algo se vea”, pregúntale a algunos donde fue a parar la Formación para el Espíritu Nacional que tan aplicadamente les “enseñaron”. Siempre, claro, hay otros que aprendieron mucho…
Son aquellos determinantes que aun en entornos competitivos nos brindaron la oportunidad para virar hacia la colaboración los que debemos detectar para poder seguir ofreciendo.
Estoy muy de acuerdo con el planteamiento de Sonia ya que como mínimo lo que sí se puede enseñar, guiar, orientar, provocar, etc. son aptitudes, habilidades y estrategias para que los niños y niñas tengan herramientas para adaptarse a la situación que les espera dentro de 15 años y a tantos cambios como se les presente. Y como bien dices Julen, me parece un tanto peligroso hablar solo de emprender, ya que puede llevar asociado diferentes modelos, algunos de ellos un tanto perjudiciales…
[…] blog.consultorartesano.com […]
Buenas reflexiones Julen. Los tiempos parece que vienen revueltos. Creo sinceramente que más que emprendedores lo que nos faltan son mentores y referentes que estimulen a la gente. Debo confesarte que aunque parezca contradictorio me gustan algunas formas de hacer de hace décadas como aquello de que un senior ayude y enseñe a un junior. A todo eso lo sigo viendo como algo necesario y que cada vez se hace menos. Siento cierta desconfianza de toda la charlatanería sobre el emprendizaje, resulta cansino y en cierta forma me pone alerta. Creo que eso que dices al inicio del post es verdad, mucha gente habla de emprender desde la parte teórica sin haber emprendido. A veces creo que la actitud marca la diferencia, pero en ciertos campos profesionales también se necesitan algunas aptitudes y formación específica. El mundo por otro lado viene con una serie de condicionantes que hace años no nos preocupaba, hoy queramos o no casi todo se ha globalizado, de tal manera que la formación debería ir con apuntes internacionales desde bien pronto.
Bueno, pues que los niños dejen de jugar con los actuales juguetes e inventemos los adultos nuevos juegos y juguetes que estimulen»la inteligencia emprendedora». Los hijos de muchos empresarios lo tienen fácil, lo cierto es que como profesora he podido comprobarlo: cualquier ocasión es buena para confeccionar y vender sus productos. Para un profesor es, en principio ,un poco difícil transmitir actitudes y aptitudes de las que carece. Difícil pero no imposible.
Emprender significa desarrollarte, significa descubrir esos miedos y limitaciones que creías no tener pero en realidad estaban ocultos, significa salir de la situación de confort en la que te encuentras y conocerte mejor a ti mismo, teniendo la oportunidad de seguir creciendo. Emprendiendo tienes la oportunidad de descubrir como funcionas en situaciones que hasta la fecha para ti puede que fueran desconocidas, ya que siempre habías tenido la “tranquilidad de recibir tu nómina a final de mes” (lo pongo entre comillas porque la tranquilidad de cobrar tu nómina hoy día no está tan claro, ya sabes, eso llamado crisis….) hicieras o no bien tu trabajo.
Pero independientemente de todo esto, he de decir que nos se trata de fomentar o no el emprendizaje, se trata de que cada uno de nosotros descubramos aquello que nos gusta y nos apasiona, aquello que verdaderamente se nos da bien y podamos dedicarnos a ello, siendo trabajando para otros o en tu propio negocio. Trabajando en eso que nos mueve, dejaremos de quejarnos cada vez que nos suene el despertador a la mañana o mirar el reloj para ver si llega la hora de salir de la oficina y por lo tanto, no veremos el trabajo como una obligación, sino como un hobbie.
Participar, colaborar, divertirse y todo aquello que podamos decir referente al interactuar con los demás, tiene que ser básico y una de las formas de nuestro crecimiento. No se trata de competir con los demás, sino de que cada uno demos lo mejor de nosotros haciendo lo que realmente se nos da bien, superándonos día a día.