Relájate y disfruta: te controlan

El último ¿escándalo? de que la bondadosa Administración Obama se dedica a espiar a la ciudadanía no es sino la confirmación de que, por nuestro bien, nos vigilan. Es para prevenir ataques terroristas de los malos. Me temo que no va a poder ser de otra forma. Tienen los medios y necesitan manejar información para «prevenir» cualquier cosa que no sea lo que ellos quieren. ¿Quiénes? Pues quienes llegan al poder, un tipo de gente muy curiosa, con ambición y con ganas de influir en cómo va este mundo. Y en su guión, cómo no, llevan escrito negar la mayor: no, nadie nos escucha. Primero que sí, luego que no.

Hace ya tiempo que no tenía motivos para escribir sobre lo que venimos en llamar «sociedad de control«. Un asunto, por cierto, del que suelo recomendar la lectura del libro de título homónimo de Jose F. Alcántara, Versvs para más señas.  Y conste que ya no me escandalizo, hasta ahí he llegado. Simplemente creo que hay demasiadas evidencias como para que seamos conscientes de que sí, que nos vigilan -o al menos lo intentan- para que todo vaya mejor.

Los avances tecnológicos van pegados a grandes compañías. Y junto a ellas los gobiernos occidentales construyen unas reglas del juego en las que se busca el beneficio mutuo: unos hacen negocio y otros procuran seguir en el poder a base de ganar elecciones democráticas. Vamos, democráticas al estilo que tú y yo conocemos. Dinero a saco en Estados Unidos y no muy diferente en esta parte del sur de Islandia. Las dos partes se necesitan. Google, Apple, Microsoft o Faceboook, qué más da, son todo lo mismo.

Así que, relájate y disfruta mientras leen tus correos. ¿Y en nuestra empresas? Pues más de lo mismo. Podrán acceder a lo que cruzamos en conversaciones que creíamos privadas. Pero no, esta privacidad ha cambiado con los avances tecnológicos. La sombra digital es alargada y alcanza cualquier rincón. Las opciones son: escucha activa y escucha pasiva. O sea: despliego acciones de escucha y coloco recursos (tecnológicos y humanos) o, si no, te digo que no te pases, porque cuando quiera puedo desplegar esas acciones de escucha.

Esta segunda vía es estupenda: somos la propia ciudadanía la que nos autocensuramos. ¡Bingo! Asumimos que vivimos en una sociedad de control y falseamos la comunicación entre quienes somos al saber que un Gran Hermano nos está vigilando. Así que El Show de Truman sigue batiendo récords de realidad. Puede que tú y yo nos sintamos insignificantes y, por tanto, indignos como para que controlen nuestras comunicaciones. Da igual, Big Data viene al rescate. La tecnología mejora y las máquinas pueden dedicarse a saber lo que decimos. Después, lo que pensamos, es pura inferencia.

Ya, para un lunes escribir de estas cosas resulta algo asqueroso. Lo siento, no tengo la culpa de que el ciudadano Snowden se haya puesto a abrir la caja de pandora. Será insensato el hombre. Bueno, tranquilízate, solo nos controlan en las dosis adecuadas.