Este es un manifiesto dirigido a mí mismo. Es solo para recordarme el necesario punto de inconformismo que nos mantiene vivos. Porque si te descuidas, acabas haciendo lo que se supone que tienes que hacer. Y entonces la persona que somos se diluye abatida por el fuego amigo de no se qué oscuros mecanismos de programación de nuestro comportamiento. Como diría Manuel Castells, la «agenda» es algo que está muy, pero que muy bien pensado, desde quienes detentan el poder. Y la agenda dice, en gran medida, lo que vamos a hacer tú y yo.
Creo en un mundo imperfecto. Es lo que proporciona emoción a pasar por este planeta. En mis defectos y en los tuyos está la salsa que condimenta todo esto. De seres perfectos está el mundo vacío, aunque todos los modernos manuales de autoayuda y todo el couching de garrafón que se despliega ante nuestros ojos busquen lo mismo: llegar a la felicidad a base de inducirnos un estado de «necesidad». Debes trabajar para ser mejor. No te conformes con lo que tienes. Lo que tienes es un problema. Lo que pasa es que no te habías dado cuenta. Pero no te preocupes, te vamos a ayudar a que descubras los problemas que no sabías que tenías.
Esto de «no hacer siempre lo que supone que deberías hacer» tiene enemigos. Los tiene en el trabajo, en Internet y en tu vida personal. Las zonas de seguridad se construyen mediante repetición. Al saber lo que vas a hacer me dejas tranquilo. Ya sé que no tengo que preocuparme. Ya sé que no vas a hacer ninguna locura. Gracias.
Pero una constante repetición de actos predecibles nos conduce a un lugar aburrido. Y mira que nos siguen programando para que sigamos haciendo lo que la agenda dice que hay que hacer. No sabes por qué, pero es lo que sucede. Estás comprando lo que tienes que comprar, ese último artilugio que ya sabíamos que ibas a comprar. Presión por aquí, comentario por allá, autoestima en curso y ¡zas! ya lo estás comprando. Construyes tu identidad sobre la base del consumo. Curiosos comportamientos los de los tiempos modernos.
Termino, porque no quiero alargarme más en mis autojustificaciones. Si no tomamos cierta distancia sobre estas cosas que «hacemos porque sí», me temo que vamos a seguir haciéndolas. Así que al escribirlas busco esa distancia. Lo leo de nuevo: «conviene no siempre hacer lo que debes hacer». Si no hay sorpresas y todo resulta predecible le quitamos una buena parte de alegría a este circo en que vivimos. ¿No te parece?
5 comentarios
Cuánta razón tienes Julen, especialmente con lo de «Ya sé que no vas a hacer ninguna locura». Siempre portándonos bien, rompiendo los platos justos pero ni uno más, y todo para acabar pagando a botín la hipoteca. Véndete la casa y piérdete que sólo se vive una vez.
Que quieres dedicarte a ir por las escuelas montando talleres de energía para educar en las posibilidades de la energía distribuida (ED) como modelo de cambio económico y social? Por qué no? Que crees que la pobreza energética será un problema en 5 años y que la ED puede ser la solución? Pues a defenderlo a capa y espada. Y no te olvides, Be evil contigo mismo de vez en cuando.
En alguna etapa de nuestra vida, a veces demasiado larga, todos hemos caído en esa especie de conformismo autómata que nos produce tanta tranquilidad. Quieras que no, que otros nos gestionen la Agenda nos libera de responsabilidades.
Buen toque de atención, Julen. Tendríamos que recibir uno más regularmente, para no dormirnos.
[…] La conveniencia de no siempre hacer lo que debes […]
Tomo prestada esta frase: «De seres perfectos está el mundo vacío»
Los hay en exceso. Prefiero la imperfección.