17 Capinha – Castelo Branco #PortugalMTB

by Julen

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Hoy no hay, de momento, enlace a Relive. Probaré más adelante a ver si consigo subir el track.

En la etapa de hoy hemos incluido otro par de aldeias históricas: Monsanto primero e Idanha-a-Velha después. A ver, vamos a repasar: de las doce que hacen la colección completa, con estas dos de hoy habremos visitado nueve. Finalmente nos quedarán sin pedalear Almeida, Castelo Mendo y Sortelha. Quedan para algún otro viaje.

Por cierto, leyendo sobre Castelo Novo, por donde pasamos ayer, me enteré de que el pobre castelo antiguo sufrió lo suyo con el terremoto de 1755 y hubo que ponerse a rehacer lo que quedó medio destruido. Así que ya sabéis por qué el pueblo se llama Castelo Novo. No obstante, en pleno siglo XXI, la antigua torre del homenaje, como ya comenté ayer, se sigue encontrando un poco perjudicada la pobre. Menos mal que también construyeron murallas, lo que supongo que la dejará más tranquila si algún enemigo se propone conquistar la plaza. Ahora bien, si en vez de los castellano-leoneses, quien ataca es un señor seísmo, me temo que tienen las de perder. A reseñar también un par de chafarices (o sea, fuentes) de buen porte que tienen allí: la de Bica y la de San João.

Tras desayunar, a las 8:15 salgo en dirección a Pedrogão de São Pedro. El paisaje se ha adehesado y encinas y alcornoques nos saludan, sin olvidar también a sus vecinos los olivares. Muchos alcornoques están desnudos de cintura para abajo con la marca del año en que les quitaron la ropa.

Hoy me voy a pasar por la finca de unos afamados transandaluseros: Hans y Corien Wijnacker. Ya veis, una pareja de holandeses que se han venido al Portugal profundo, aquí a Pedrogão de São Pedro. Ha sido una visita breve porque hoy la etapa va a ser laaaaaarga. Me ha encantado charlar un rato con ellos. En parte dan envidia. Es toda una decisión, pero son de admirar ahí con sus perros, sus labores agrícolas y… ¡su esfuerzo por aprender portugués! Ahora que ya sé dónde viven, otra vez con más tiempo a lo mejor me dejo caer por aquí de nuevo. Le enviamos recuerdos al tío Fran, coordinador de la Transandalus.

Dejamos a Hans y Corien y pedaleamos hacia Monsanto. Hoy es el primer día en el que siento realmente calor. La subida final a la aldeia histórica se las trae. La hago por un empedrado casi al 20%. Y arriba el pueblo continúa siendo una fiesta de cuesta empedrada. Sí, se ven turistas. Es complicado moverse en bici porque vas molestando. De las aldeias que he visitado, desde luego esta se gana el premio de la montaña. Las vistas, como siempre que hay castelo de por medio, tremendas. A ver quien es el guapo que se esconde acercándose a Monsanto.

Seguimos ruta y la siguiente aldeia histórica que se nos cruza en el camino es Idanha-a-Velha. Está a apenas siete kilómetros de Monsanto. Ahora bien, esta es una propuesta diferente. Volvemos a nuestro Saramago de cabecera:

Son anchas las calles de Idanha-a-Velha, pero tan desnudas, tan abandonadas, que el viajero cree estar en terrenos lunares.

Pues sigue igual, la verdad por delante. Al recorrer sus calles te embarga una sensación difícil de explicar. Aunque hay un posto de turismo, el pueblo parece languidecer. Quiero pensar que algo tendrá que ver el coronavirus, pero me da que no ha hecho sino agrandar lo que ya de por sí era seña de identidad allí en Idanha-a-Velha.

Hoy en día Idanha-a-Velha pertenece al concejo de Idanha-a-Nova. Paradojas del progreso, supongo. Será que Saramago tenía razón y que lo viejo quedó sometido a lo nuevo. Cuando digo viejo aquí hay que irse hasta la época romana y más allá. Los romanos, sencillos ellos, la tenían por Civitas Igaedinorum y estaba integrada en Lusitania. Se aprovechaba de una situación geográfica privilegiada porque por ella pasaba todo el tráfico de cuadrigas, bigas y todo tipo de carros y carretas entre Emerita Augusta y Bracara Augusta (Mérida y Braga). Atascos día sí y día también, que los romanos otra cosa no, pero venga de rodar por sus calzadas. De la época quedan los restos de un templo y algunas estructuras del foro, unas posibles termas, una vía que pudo ser el Decumanus maximus y una necrópolis. Pero, como digo, la palabra es abandono.

Llegaron luego los visigodos, después los árabes y los cristianos. Los visigodos levantaron la Catedral Velha, según leo, ¡allá por el siglo VI! De paso le cambiaron el nombre, ese tan complicado que le habían endosado los romanos. Sería Egitania. Los árabes se encargaron de las murallitas –cómo no, D. Dinis luego las reformó– y los templarios de levantar la torre defensiva, que es lo que hoy se conoce como castelo. Después vendría darle un poco más de nivel al pueblo con la picota que se encuentra frente a la iglesia matriz. Pues eso, cada cual a lo suyo. Yo, a dar pedales, que hay que hacer fin de etapa en Castelo Branco y todavía quedan 50 kilómetros más o menos.

El calor aprieta. Llegamos por fin a Idanha-a-Nova tras otra subidita interesante. Por cierto, nova, lo que se dice nova, no la he visto. Paramos a comer en un restaurante antes de fundirnos los kilómetros finales de hoy. ¿He dicho que hace calor? El GPS de Garmin dice que de máxima 42 grados. Ni tan mal.

Una carretera perdida y encantadora me lleva hasta Mata. No hago caso de la toponimia local y me tomo un refresco en un bar estratégicamente situado en la ruta. Gloria bendita ingerir líquido frío. Hay carteles de aviso porque hay ganado bravo. Estamos en Portugal, pero si me dices Extremadura o Andalucía, lo mismo me da.

Por fin entramos en Castelo Branco. Se ve pueblo grande. A la ducha, colada y a terminar el post. Mañana más.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 1.206,20.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 23.152.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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