Nike a través de Amazon: ¿todo acabará así?

by Julen

Unboxing

Vaya tela este tipo de acuerdos. Nike comenzó en junio pasado a distribuir una parte de sus productos en USA a través de Amazon. Se anunció con la presentación de resultados de 2016. ¿Y esto por qué? Parece que no se cumplían los objetivos de crecimiento de Nike y había que echar más leña al fuego. Pues ahí va: con Amazon de por medio como aliado estratégico. Toma transatlántico de ventas. Lo puedes leer en El País: Nike claudica y venderá directamente sus productos en Amazon.

En Forbes publicaban un artículo cuyo título sugiere una de las consecuencias: Amazon And Nike’s Partnership Could Mean The End Of Big Brands. Y es que lo de Amazon es para echarse a temblar. No hay que olvidar que a mediados de este año también adquirieron las 440 tiendas de la cadena de supermercados Whole Foods por 13.700 millones de euros. Todo sea por aumentar su capacidad logística y disponer de mayor capacidad de distribuir producto, con lugares físicos cercanos al domicilio de cada uno de sus clientes.

En la famosa economía de mercado no deberían de existir los monopolios. Pero con las leyes del salvaje oeste imperando no parece haber piedad. Se trata de más y más. De cuanto más, mejor. La dimensión como referencia para devorar el mercado al completo. Si Henry Ford hace un siglo decía que podíamos comprar cualquier coche siempre que fuera negro, hoy podemos comprar cualquier producto siempre que sea en Amazon. Eso sí, con la complicidad de quienes lo hacemos. Yo, el primero. Porque, claro, es tan fácil comprar. Es tan tentador sabiendo que, en general, su servicio es excelente. Pero, ¿es un modelo justo y sostenible?

Amazon puede cargarse el comercio tradicional. Bueno, parecería que ya se lo está cargando. Teorizamos sobre la importancia de lo local, sobre la necesidad de vínculos con lo cercano, con la oferta de dimensión humana, pero luego miramos (miro) hacia otro lado y ¡zas! a la cesta de la compra de Amazon. ¿Debería dejar de comprar productos en Amazon? ¿Es una cuestión ética? ¿De verdad queremos un mundo de servicio excelente y supuestos precios de derribo a costa de endiosar el gigantismo de estos monstruos del siglo XXI?

La tentación para cualquier marca, sea grande o pequeña, está ahí. Llegará Amazon y le dirá algo así: No seas aldeano, ¿para qué vas a montar tu tienda online si ya estoy yo, que tengo potenciales clientes tuyos a millones? Olvida tu tienda online, ya te la ofrezco yo en mi omnisupermercado digital. Y la marca en cuestión tendrá que decidir: o una inversión para disponer de sus propios recursos o claudicar ante el gigante que todo lo puede. ¿Es el final del camino? ¿Es la última estación? ¿El progreso definitivo? Creo que me bajo en la siguiente estación.

La imagen es de William Warby en Flickr.

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10 comentarios

Venan 20/09/2017 - 15:12

Podemos proponer a Orbea que nos venda sus biciletas a través de Amazon, si se puede comprar una zapatilla personalizada con el modelo, color, talla, ancho, suela, … no se va a poder hacer con una bicicleta?

También podemos ofrecer a Bere Casillas a que de el salto y venda sus trajes a través de Amazon, modelo de transformación digital, o suicidio digital? Cuando sólo haya un par de megatiendas mundiales, quién les va a hacer la competencia? Cómo vas a pedir un producto que ellos no tengan en sus catálogos?

Tal vez la alternativa a ello sea la especialización en lo artesano, como el consultor que firma el post. Vendamos nuestras naranjas directamente a través del correo electrónico, nuestros aceites directamente de la almazara, o nuestros vinos directos de la bodega …

Si ellos empezaron usando la «larga cola» démosle la vuelta y usémosla a nuestro favor …

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Julen 21/09/2017 - 05:50

Lo que comentas de Orbea es una realidad: la tentación está ahí. Pero, ¿supone eso claudicar y que la distribución sea única para cualquier producto? El gigante sigue ganando terreno. ¿Dónde va a detenerse? ¿Se detendrá? Miedorrr

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Antonio Angel Pérez Ballester 20/09/2017 - 20:33

Hola Julen. Aporto mi ejemplo a lo que dices.
En julio salió a la venta mi libro «Encender las estrellas». En el acuerdo de ditribución con la editorial NOUS, les pedi que el libro no se distribuyera en Amazon, El Corte Inglés ni tampoco en FNAC. Mi editorial, encantada, pues coincidimos en apoyar la lbreria tradicional y huir por muchas razones de estos gigantes.
A las dos semanas me llama un amigo diciendo que lo ha adquirido en Amazon y dos euros más barato que a través del PVP en la librerias. Llamo a NOUS que indignadis hacen sus averiguaciones y me dicen que la distribuidora les contesta que lo han poduido conseguir a través de cualquier libreria,
NOUS le escribe a Amazon comunicando que por expreso deseo del autor, se abstengan de venderlo… y contestan «que no pueden hacer nada» y tan frescos.
¿Qué puedo hacer? Contarlo en todas partes y pedir que por favor no lo compren a Amazon.

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Julen 21/09/2017 - 05:52

Pues sí, tremendo. «No pueden hacer nada», como si de facto no hubiera otra forma de hacer las cosas. Lo que da miedo es como estándar se convierta en la manera única y universal de adquirir un producto. Con ejemplos como el tuyo, más miedo da el asunto, desde luego. Ánimo 🙂

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Pedro 21/09/2017 - 10:23

Se está creando un monopolio mundial. Aunque yo como vendedor, sin duda me subiría al carro de Amazon, luego en mi web ofrecería planes de fidelización con ventajas por ser cliente directo. Buen artículo Julen. Saludos.

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Julen 30/09/2017 - 16:04

Gracias, Pedro. Un monopolio con unas consecuencias que no somos capaces de comprender. Porque todos estos sistemas de venta online, escalados en plan gigantesco (como ha sido siempre el norte de Amazon), son de echarse a temblar.

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Amalio Rey 21/09/2017 - 19:33

Jo, este tema es complicado. Es el «dilema de los dilemas» de los que intentamos (pretendemos) ser consumidores responsables. No le encuentro, de momento, solución. Es como renunciar al móvil, por mucho que sabemos que son aparatillos diabolicos. El servicio de Amazon, hay que decirlo, es espectacularmente ágil y eficiente. No me canso de sorprenderme de lo bien que lo hacen, y de su capacidad de adaptación al cliente. Competir contra eso es difícil. No sé si soy capaz de controlar la tentación de usar ese canal. Creo que para ciertos productos sería como poner puertas al campo. Incluso en ese escenario el comercio local sigue teniendo su espacio, aunque es cierto que menor. El reto de diferenciación es enorme para que el «canal tradicional» siga aportando valor. Unos tipos de productos lo tienen más fácil que otros. Algunos están sencillamente condenados. A veces se da la paradoja que te atienden mejor desde el chat y el telefono de Amazon, que en la propia tienda de tu ciudad 🙁

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Julen 30/09/2017 - 16:06

Disculpa, no sé por qué pensaba que ya había contestado a este comentario, Amalio. Indicas muy bien la contradicción: un servicio excelente el que recibimos pero quizá debamos reflexionar sobre lo que supone con una perspectiva más global. Y ahí está lo complicado. Porque se convierte en una opción política y no de consumo. Pero ahora más que nunca, ¡hace falta!

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Iván 22/09/2017 - 15:48

Buenas reflexiones Julen. Tema complejo esto del online y offline. Ahora creo encima Amazon va a terminar jugando a tiendas físicas, no solamente con Whole Foods, no sería extraño que comprará franquicias de cualquier cosa.Cambiando de aires, me gustaría dejaros reflexiones sobre cosas que veo cuando voy a Oriento. El cuento de China también se las trae, empieza a pasar un poco parecido a lo que vemos en Occidente, los gigantes Alibaba y Tencent empiezan a tener mucho poder, en compras, pagos online y en en ecommerce. Grandes supermercados chinos online como JD.COM o Tmall.com empiezan a ser gigantes con los que es muy complicado competir. En China, ya se empiezan a ver grandes centros comerciales con casi sin gente y con muchas tiendas cerradas, En algunos casos ya se sabe, la gente va también a la tienda, se prueba la talla pero vuelve a casa y lo compra on line por 1 o 2 euros menos. Tiempos complejos llenos de contradicciones. Un abrazo

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Julen 30/09/2017 - 16:01

Parece, Iván, que el gigantismo también aplica a lo online y que sus consecuencias son tremendas para los negocios «tradicionales», donde tradicional quiere decir solamente con una inversión en metros cuadrados y en productos físicos. China no deja de ser otro ejemplo de una dirección común. Y, desde luego, yo también caigo en contradicciones. Ahí estamos atrapados.

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