14- Villamanín-Lugueros #OlvidadoTransKtb

Tremenda la subida al Alto de La Vegarada

Llegué a mi final de etapa, como de costumbre, a la hora de comer. No había muchas opciones de alojamiento en la zona, así que cogí habitación en un hostal de carretera cerca de Villamanín, cinco kilómetros al sur de Camplongo de Arbás, donde volveré a retomar la Transcantábrica. Un sitio muy digno y con trato muy amable por parte de toda la gente que lo atendía (todas ellas mujeres, por cierto). Comida muy rica y habitación correcta. Ah, y abrían a las seis y media de la mañana, por lo que no hubo problema para desayunar como un rey.

Leyendo la prensa asturiana -aunque estoy en León- me entero de que un empresario minero anda en busca y captura por presunto fraude fiscal. El pajaro en cuestión ya cumplió condena antes. Es propietario de Compañía Minera Asturleonesa, sociedad titular de la explotación carbonera de Cerredo, donde estuve hace unos días. Si a lo que me contó Jaime se añaden además este tipo de miserias, mala pinta tiene el futuro de las minas, desde luego. La compañía minera en cuestión está ahora en fase de concurso de acreedores. Parece que tras un expediente de regulación la plantilla está trabajando y cobrando pero no cabe duda de que todo esto hace más difíciles las cosas en la minería.

Tengo que planificar jornadas de descanso cuando haga rutas de este estilo. Aunque lo de meter alguna que otra etapa Verano Azul es una alternativa, creo que es mejor opción descansar por completo uno o dos días. Y tengo que retomar también la opción balneario y masaje. No me digáis por qué pero esta vez no he planificado nada de este estilo. Eso sí -toco madera- de momento en lo físico estoy yendo de cine, garrapatas al margen. Me vendría mejor estar con tres kilos de menos, pero eso quedará como objetivo para la siguiente temporada.

A las siete menos cuarto de la mañana había un ambiente tremendo en el bar. Gente que va a currar pero antes pasa a desayunar por allí. Hablando con una de las chicas me enteré que tienen al padre en el hospital pendiente de una operación este viernes. Así que no había ningún hombre atendiendo en el bar. En fin, que le vaya bien.

Cinco grados y como toca subir no hay problema. Nada que ver con el frío de ayer. Hoy afrontamos etapa dura (y conste que he acortado la que en su día realizó Zinaztli). La subida inicial sirve para ir entrando en calor. Primero por la típica carretera en la que no me cruzo con ningún vehículo y luego por pista bastante llevadera. Nos acompañan señales de la Vía de la Plata y arriba encontramos señalización de La Carisa, una calzada romana que por esta parte se suspende a 1600 metros de altitud con una caída de vértigo a la izquierda según llevamos el sentido de la marcha. Este tramo es espectacular.

En la primera de las bajadas hay mucha vaca pastando en mitad de la pista, muy herbosa. Voy con cuidado para no asustarlas y también para no tener ningún percance. Poco a poco las buenas pistas que traíamos se convierten en carriles utilizados principalmente para acceder a las brañas y también, claro está, por el propio ganado. Esto quiere decir barro en zonas húmedas y en general dificultades para ciclar bien. Además aparecen auténticas paredes junto a tramos más llevaderos. El avance se hace muy lento. Sin embargo, curiosamente a medida que ascendemos la pista mejora. Tenemos que llegar al Cordal de Carrescu y cambiar de vertiente en la montaña. Poco a poco terminamos la segunda subida del día. Ya van más de 1300 metros de desnivel acumulado y queda la tercera y última gran subida desde Casomera hasta el alto de la Vegarada.

Bueno, hay que afrontar una bajada de casi mil metros de desnivel. Habrá que disfrutarla. Craso error. Hay muy pocos momentos para relajarse y disfrutar del descenso. La pendiente es exagerada y hay que ir con todos los sentidos puestos. Es obligatorio ir mirando por dónde meter la rueda para elegir la mejor trazada posible. Si dura fue la subida, la bajada no lo es menos. Las manos se agarrotan de apretar los frenos y hay momentos en que pienso si no debería de ser más cauto y bajar algunos tramos andando. En fin, no ha habido ningún percance. Pasadas las doce del mediodía llegamos a Casomera. Hoy la etapa será más larga que estos días atras.

Nos avituallamos en el único bar que veo abierto. Comemos algo, bebemos, metemos unos frutos secos. Todo pensando en los novecientos metros de desnivel hasta La Vegarada. Pues nada, suave suave.

Se comienza por carretera tranquila que nos introduce en la foz del río Aller. Por el pueblo del mismo nombre empieza la fiesta de repechos bestiales al 20%. Creo que en el escaso medio kilómetro que supone cruzar el pueblo se suben cien metros de desnivel o algo parecido. Pero lo peor no está aquí porque la pista en que se ha convertido la carretera sigue con unos porcentajes del 15% o más. Y así será toda la subida excepto alguna parte más llevadera ya en el tramo final. Las cuestas ponen a prueba la paciencia. Muchas veces voy en el límite de si bajarme o no. Aguanto y apenas si me apeo. No sé muy bien si tiene sentido el esfuerzo. Pero lo hago. Subo sentado en la bici hasta donde dan de sí mis fuerzas. Realmente dura, de verdad. No hacía más que acordarme de Zinaztli, que luego se tragó un cuarto puerto.

Mi GPS ha indicado 2.328 metros de desnivel acumulado. Ya es bastante. La subida a La Vegarada es muy dura. Menos mal que hay alojamiento en Lugueros para evitar ese cuarto ascenso. Ya sólo queda dejarse caer hasta el pueblo por una pista anchísima que se convierte enseguida en carretera. El viento pega fuerte en contra pero vamos descendiendo. Dejamos a la izquierda la subida que tomaremos mañana y entramos en Lugueros. Fin de etapa. Realmente cansado, hoy sí que sí.