1- Atravesamos el Parque Nacional del Teide

La tarde en La Esperanza se pasó deprisa. Entre montar la bici, escribir el post y comprar alguna cosa para el desayuno me dieron las de cenar. Visto y no visto. Eso sí, en la plaza del pueblo, concretamente en las escaleras del Ayuntamiento, se celebraba un concurso para la elección de reina de las fiestas. Ahí es nada, el alcalde tan contento observando a las chicas mientras una speaker animaba la sesión. Pueblos son pueblos y fiestas son fiestas, ya se sabe.

El calor de ayer por la tarde era considerable. Me resultaba extraño porque no estoy acostumbrado en estas tierras a sentirlo. Bochorno, pesadez, el aire denso. Pero lo de hoy me ha dejado KO. Cerca de cuarenta grados a más de 2.000 metros de altitud es un poco exagerado, ¿no? He salido a primera hora a veinte grados y veía cómo la temperatura iba subiendo sin piedad hasta los 39,7. Eso es lo máximo que he visto en el GPS de la bici. Por cierto, hoy él a su aire: toda la subida hasta El Portillo, el cruce que congrega a un buen número de visitantes del Parque a su entrada, ha desaparecido del registro. En fin, cosas de la tecnología. Así que no enlazo track más abajo. Espero hacerlo la siguientes días.

Agua, y más agua al botellín. Pero duraba fresca apenas quince minutos. Los hielos se fundían con la mirada.

Y mientras, no paraba de sorprenderme por los miles de turistas que había por allí arriba. Gente, gente y más gente. Buff, no llevo nada bien estas multitudes.

Total, que después de mal comer en el Parador Nacional – qué pena de sitio- he continuado ruta para bajar por Vilaflor hasta Los Cristianos. Una bajadita desde los 2.200 metros hasta el nivel del mar. Han sido casi cuarenta kilómetros sin apenas dar pedales. Una verdadera gozada. Sabía que a las dos salía un barco de la compañía Armas pero he llegado algo más tarde. Así que ha habido tiempo para descansar un rato y coger el de las cuatro y media. Mejor así, más tranquilidad y mejores estiramientos 😉

La bici en la panza del barco parece una hormiguita. Mira que caben coches, autobuses y camiones en estos chismes. Y eso que el de La Gomera es pequeño.

En San Sebastián de La Gomera nos ha recibido mucho viento y el mismo calor asfixiante. A ver cómo vienen los días siguientes porque puede ser un pequeño tormento si el viento arrecia. Pero no seamos agoreros.

Estoy hospedado en una pensión, ejem… mira que de vez en cuando me gusta probar este tipo de alojamiento pero no sé si estoy mayor ya para estas experiencias. Al llegar he llamado al timbre y resulta que he despertado al dueño, que me ha salido en albornoz y calcetines. Don Pantuflo en toda regla.

Ahora el ventilador a potencia máxima, no queda otra porque no hay aire acondicionado. Espero poder dormir bien por la noche aunque no sé, porque hay que reconocer que hace aquí dentro de la habitación una calorina considerable.

Voy a dar un paseo por la capital de la isla. A ver cómo lleva la gente la ola de calor. Yo, de momento, un tanto alucinado por este festival canario de estío extremo. Sorpresas de la ruta que uno nunca puede prever.

Distancia recorrida: 97 km. Desnivel acumulado: 1.900 m. Tiempo de pedaleo: algo más de 5 horas y media.

Más información:
No incluyo enlace a ruta en Garmin porque el GPS está, según parece, en huelga. Puedes consultar todas las crónicas de la ruta publicadas hasta ahora
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