0: Bilbao-Murcia

Siempre cosquillean las tripas cuando empiezo un viaje nuevo con la bici. Ni sé los que van ya, pero sigue pasando lo mismo. Y mira que los trámites previos son casi idénticos. Pero da igual. El organismo se empeña en informar de que se activa una nueva rutina. Esta vez hemos comenzado Alberto y yo con un estupendo viaje en autobús desde Bilbao a Murcia capital. Más de doce horas dan para mucho. Para hablar, deshablar, echar cabezadas, oír música, mirar por la ventana o ensimismarse con cualquier capricho que atrape la mente.

Las bicis, como siempre forradas en plástico, abajo en la bodega del autobús. Sin mayor problema, han ido en un compartimento separado donde ha habido que encajarlas bajo presión.

Ayer estuvo llueve que te llueve en Bilbao. Por eso, si acaso hacía aún más ilusión mirar las previsiones del tiempo para Murcia y la Andalucía mediterránea: sol y más de veinte grados. ¡Cómo se agradecen! Va a ser que también esto es calidad de vida. Porque ya sé que es un poco cansino lo de estar llorando del tiempo, pero jooooooder, que desde enero ha debido de haber seis días en que no ha llovido.

En fin, ya estamos llegando a Murcia y «si no hay santo en la calle» lo haremos con adelanto respecto al horario previsto. Toca post breve porque no hay mucha emoción en un día de autobús. Podríamos comentar, eso sí, sobre la fauna humana que sestea por aquí, pero entonces necesitaríamos bastante más que una simple entrada de blog. El roce hace el cariño y el calor humano que se desprende tras doce horas compartiendo este reducido espacio vital con otras cincuenta almas empieza a ser agobiante. En fin, lo lógico de este constreñimiento universal en que se ha convertido el día de hoy.

Pero, bueno, es solo un día y hay que tomárselo con deportividad. Venimos desde la lluvia hasta el solete, como jubiletas en busca de reducir el colesterol a base de paseos junto al mar y dale que te pego a la dieta mediterránea. Ya llegaremos a eso, ya. De momento el cuerpo rumbero nos da para seguir moviéndonos en bici. Y cuando el asunto se ponga más complicado siempre nos quedarán las bicis eléctricas, que avanzarán que es una barbaridad, ya lo veréis.

Ale, que me se me va la pinza. Tengo un poco cogida la cabeza. Un jubilado resabiado parlanchín desde Logroño tiene buena parte de culpa. En Benidorm ha desaparecido para alegría colectiva camino de su hotel. La pobre mujer que llevaba al lado ha explotado de júbilo y nos hemos reído lo suyo entre los que teníamos a semejante bestia parda cerca. Supongo que tendrá nietos que lo querrán mucho. De todo hay en la viña del señor.

Mañana más y mejor. Primera parte llaneando y en ligerísima subida por el amplio valle del río Guadalentín y luego pista por la sierra de la Almenara hacia nuestro fin de etapa en Ifre-Pastrana, en mitad de (casi) ninguna parte. Nos leemos.

Enlaces con material complementario

• Todas las crónicas de la ruta publicadas hasta ahora
• Mapa con las fotografías geoposicionadas