Cooperativas abiertas y P2P, nuevos enfoques del cooperativismo

Las cooperativas de MONDRAGON siempre han sido ejemplo de conexión profunda con su entorno geográfico cercano. Para mí es una de sus señas de identidad. En su día emergieron como otra forma de hacer empresa, ligada al esfuerzo colectivo de grupos de personas que querían que en su comarca hubiera un modelo propio. Ni que decir tiene que eso suponía un plus de compromiso e ilusión en su origen. El orgullo por lograr esa «otra forma», cooperativa y mucho más democrática que otras opciones que ya existían, supuso que muchas de ellas poco a poco fueran ejemplo para la sociedad.

También es verdad que quizá no sea posible meter a todas las cooperativas de MONDRAGON en el mismo saco por igual. Aunque muchas veces desde fuera se perciba como un grupo monolítico, dentro hay diferencias. La geografía marca mucho en esta parte del sur de Islandia. Los valles siempre han sido elementos de diferenciación. En mi experiencia al menos, he creído percibir que, por ejemplo, una cooperativa «periférica» (en Busturialdea, Bizkaia) sentía el cooperativismo de forma diferente a como lo hacía una de las típicas del valle (Alto Deba, Gipuzkoa). Pero esos matices terminaban refundidos en la conexión que comentaba con su sociedad cercana. Ahí se encontraban todas.

Ese elemento positivo también ha podido derivar hacia cierto hermetismo y endogamia. Tanto mirar hacia dentro, tanto control social (para lo bueno y lo no tan bueno) ha terminado a veces por generar una cultura diferencial que ha marcado distancias frente a quienes no son de la cooperativa o, en este caso, de MONDRAGON. Quizá haya corrido poco aire dentro de muchas cooperativas, volcadas en sus dinámicas internas de gestión y en su relación con clientes y proveedores.

Comento lo anterior porque es lo que me viene a la cabeza al leer sobre «Open Co-operatives«, por ejemplo en este texto de Joss Win o este otro de Michel Bauwens. En el primero de ellos Joss Win dice:

I am very much in favour of bringing the P2P movement and the Co-operative movement together to learn from each other and even create a new, additional model of co-operative that exists alongside other co-operative models.

Hoy la economía colaborativa (o el consumo colaborativo) es una realidad. Es un planteamiento también alternativo al mainstream empresarial. Y ha calado con fuerza. Si lo comparamos con lo que ofrecen las cooperativas (al menos las de MONDRAGON) nos damos cuenta enseguida de que hablamos de modelos muy lejanos. Pero un punto común sí que comparten: las personas se unen para encontrar alternativas más democráticas y justas de producir o consumir bienes y servicios. En su más amplio sentido. Vale, pero algo es algo, ¿no?

Michel Bauwens centra mucho la mirada en la aportación de las cooperativas al procomún. Y, claro, eso suena lejos de la realidad de las cooperativas de MONDRAGON. Porque el mercado es el mercado y lo perciben como un lugar de lucha, de competencia entre rivales. MONDRAGON ha asumido el lenguaje de la excelencia, de la competitividad, del proveedor de clase mundial. Son empresas primero. Por supuesto que con un vínculo social muy desarrollado, pero también con las esclavitudes de sus cuentas de resultados y de las expectativas de retorno monetario que tienen sus socias y socios.

Las cooperativas abiertas, tal como las presentan Joss Win y Michel Bauwens son «otra cosa». Un camino muy interesante a explorar. Este nuevo tipo de cooperativas, además de comprometerse más con el procomún, deberían integrar la visión de todos los stakeholders (no solo socias y socios de trabajo), trabajar con licencias más abiertas y con lógicas de economía de abundancia y no de escasez, y jugar de otra forma en lo transnacional (recuperando la idea de las filés indianas, como comenta Bauwens).

En fin, camino por delante para buscar futuro. Supongo que como tantas otras instituciones, también las cooperativas necesitan repensarse. El mundo se mueve.