Abriendo MIK

Hoy miércoles tengo una sesión de trabajo algo diferente a lo habitual. Me reúno con investigadoras e investigadores de MIK para compartir conversación en torno a por qué y cómo cultivar una relación más abierta con clientes y grupos de interés en general de cara a buscar oportunidades. Digo que es «diferente» porque soy arte y parte. A fin de cuentas colaboro con Enpresagintza, la Facultad de Empresariales de Mondragon Unibertsitatea desde 2003. Así que no es un «cliente» con quien tengo la reunión, sino que va a ser con colegas.

Nos reunimos con un guión inicial muy simple mediante el que remover algunas neuronas:

• Competitividad en tiempos de crisis: apertura y resiliencia. Algunas reflexiones sobre este mundo en que vivimos de la mano de los modelos abiertos.
• Construyendo la red: con quiénes y por qué. Antes de empezar a moverse con otras personas y entidades tenemos que concretar quiénes son y qué razones tenemos para hacer proyectos en colaboración.
• De qué forma establecemos lazos fuertes con nuestra red. ¿Y lazos débiles? Presencia en Internet y contacto físico directo, necesitamos de ambos tipos de actividades para descubrir con quiénes hacemos química.
• Manos a la obra. Lo anterior traducido a un plan de trabajo en el que veamos que hay camino por recorrer y que tiene sentido.

MIK, como indicaba hace unos días, desarrolla cuatro líneas de investigación: emprendimiento, empresa abierta, internacionalización y modelos empresariales socialmente responsables. Nuestra intención es trabajar con quienes investigan en estas cuatro líneas y hurgar en la forma en que abrirlas para hacer red con sus agentes naturales. Algo así como, ¿por defecto con quien debería colaborar?

En realidad, explicado de otra manera, lo que queremos plantear es cómo hacer menos probable que las cosas nos vayan mal. Y para eso dotarnos de una base social de relaciones más amplia y trabajada parece un buen antídoto. ¿Quiénes ahí fuera me ayudan a construir mi competitividad? ¿Qué hago para que los vínculos vayan creciendo y se incrementen mis probabilidades de hacer proyectos con los demás? Es así de simple. Pero suele provocar algún que otro terremoto al enfrentarnos a nuestros propios prejuicios y también a las limitaciones y miedos de las organizaciones para las que trabajamos.

Claro que hoy en día la construcción de vínculos es la suma de lo que hacemos en forma presencial y la manera en que encaramos nuestra presencia en Internet. Sí, con todos los claroscuros de esto último… y también de lo primero. Pensar por defecto en con quién puedo colaborar en un proyecto es una actitud de higiene mental a considerar. Más allá de urgencias de facturación, los proyectos en cooperación son el abono de nuestra competitividad futura.

Por supuesto que moverse de puertas para fuera presenta inconvenientes. En casa controlamos la temperatura y la graduamos a nuestro gusto. Fuera puede ser que haga frío. Y hasta que nos ponemos de acuerdo con otras personas en cómo graduamos nuestros vínculos suele pasar cierto tiempo. Los proyectos en cooperación son, como digo, la base para establecer vínculos. La química surge aquí y allá. No hay que obsesionarse con ella; sucede. Dejémosla que trabaje a su manera. Y no sólo de «proyectos facturables» vivimos, hay otras actividades que son semilla para la competitividad.

En cierta forma, los modelos de empresa abierta lo que nos proponen es reflexionar sobre otro tipo de organización que se funde con partes determinadas de su entorno. Pero para que esto pueda suceder tiene que jugar con algunas reglas diferentes: debe comunicar mientras hace, debe ser fácil de encontrar, debe mostrarse en su (im)perfección. El juego es abrirse para ayudarnos a encontrar compañeras y compañeros de viaje que merezcan la pena. Es impulsar lazos débiles y lazos fuertes, es sentir que hacemos las cosas mejor en función de la calidad y cantidad de conexiones que establecemos.

De esto va nuestro taller de hoy. Iremos contando los pasos, humildes y sentidos. Hasta donde podamos: #abriendoMIK