Crowdsourcing pagado, peligro a la vista

by Julen

Delicada la línea que separa la tontura de la genialidad. El arte de recurrir a las masas para sacar ideas tiene sus riesgos. Me temo que es lo que le acaba de pasar a Innobasque a través de su propuesta de concurso para disponer de una marca para la Comunidad Vasca de Innovadores. Está experimentando y eso está bien, pero quizá deban trabajarse mejor sus condiciones. De ahí ciertas posturas críticas.

En teoría el proceso es bien sencillo: tienes un reto y lo compartes para recibir aportaciones. Pero si hay pasta de por medio y es un trabajo del que podría encargarse gente profesional, te metes en arenas movedizas. No es lo mismo un reto potente, solidario o que conlleva un elevado grado de dificultad que un trabajo creativo claramente «cuantificable» como servicio estándar en el mercado.

El caso es que lanzas al ruedo una zanahoria y comienza la ¿pelea? por conseguirla. Pero es entonces cuando nos damos cuenta de que entran en juego muchos factores: ¿qué ascendencia tiene quien lanza la propuesta?, ¿cuáles son las reglas del juego?, ¿quién decide?, ¿qué se hace con las ideas que no ganan premio?, ¿se devuelve algo a quienes participan y no ganan?, ¿cómo se gestiona la transparencia del proceso? Muchas preguntas que necesitan respuestas. Si no, empieza el baile para poner a caldo la propuesta. Ha pasado, pasa y pasará.

Además, los tiempos de crisis complican el asunto. Si colocas una zanahoria cuantificada hay que tener en cuenta, como decía, cuánto costaría un servicio similar en el mercado real. Porque si no, las comparaciones van a ser odiosas. Puede entenderse lisa y llanamente como «mano de obra barata».

Las dinámicas de contribución son muy diferentes dependiendo de que haya o no recompensa. En general las comunidades desarrollan la participación siempre que funcionen con criterios de transparencia y democracia interna. Por supuesto que hay muchos incentivos que pueden ponerse sobre la mesa. Paul Resnick, de la Universidad de Michigan, ha escrito mucho sobre ello. Mi compañero David Sánchez Bote ya tuvo la ocasión de conocer bien estos trabajos cuando estuvo allí. Using Social Psychology to Motivate Contributions to Online Communities es uno de sus artículos clásicos. Quizá convenga releer este tipo de textos de nuevo.

Plantear un concurso requiere un diseño meticuloso (en este sentido siempre me ha parecido muy interesante el trabajo de Maier en las bases de su concurso de diseño). Se necesita crear contextos favorables. Y ahí intervienen, como decíamos, muchos factores.

Si queréis algunas reflexiones más acerca de estas cosas, os recomiendo estos artículos de David: Crowdsourcing e incentivos, La genética de la inteligencia colectiva e Inteligencia colectiva y open innovation. Y, por cierto, buceando en este blog, me he dado cuenta de que ¡¡en 2006!! escribí aquello de: Crowdsourcing, ¿estamos tontos? Ha llovido desde entonces. ¿Se cobra antigüedad en la blogosfera? 😉

Ah, también Sergio Monge ha escrito Buscan marca para la Comunidad Vasca de Innovadores. En sus comentarios veréis cierto debate en torno a la cuestión.

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La imagen en Flickr es de sergis blog.

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5 comentarios

Alorza 23/06/2010 - 06:29

Es verdad que los concursos los carga el diablo. A veces funcionan muy bien y el truco está en no olvidar que se trata de un juego, sólo un juego.

Por ejemplo, el reciente Desafío AbreDatos 2010 ha sido una maravilloso ejemplo de concurso donde la colaboración ha prevalecido sobre la competencia, donde el incentivo de la pasta ha servido de acicate, y donde las bases del concurso han sido pensadas con mucha inteligencia. No es casualidad que se trate de un movimiento de abajo arriba.

Ánimo a Innobasque. A muchos nos encanta criticarla, pero es innegable que intentan hacer cosas, y ese es un valor que debe ser resaltado.

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Sergio Monge 23/06/2010 - 08:39

La verdad es que, cuando Naiara me envió las bases del concurso y el tipo de página que era, pensé que en cierto modo era lógico que un mercado de ideas planteara su marca así. Si no, ¿que sentido tiene su propia existencia (que quizá es la pregunta que deberíamos hacer)?

Después ví cual era el premio y que para conseguirlo había que diseñar la marca y un manual de aplicación y me dije que ni de coña iba a pegarme semejante curro por la posibilidad de ganar ese premio. Quizá a los estudiantes de diseño o comunicación pueda interesarles, pero me da la impresión de que desde el principio no tenían ninguna intención de que participaran profesionales.

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Mikel Iridoi "himikel" 23/06/2010 - 10:32

Les veo con buenas intenciones pero con falta de apertura…, me explico, creo que está bien abrir la denominación a un concurso, pero no a un concurso tradicional, en la que ellos decidan cual va a ser la propuesta ganadora mediante un jurado…, esto debería de abrirse a votación dentro de la propia comunidad, además como Julen se questiona, tampoco me gusta el modo de recompensa, la tradicional vamos, sólo gana «el mejor»…, al menos podían haber premiado a los tres primeros, o a todos los participantes…, lo dicho antes, buenas intenciones sí, pero si no conseguimos desligarnos de algunas ataduras, quitamos las cortinas y dejamos las puertas abiertas, no conseguiremos una cabaña innovadora…

Respecto a la polémica de la cuantía de la recompensa, los 2000€, y si realmente se podría sacar a concurso público…, en eso sí estoy de acuerdo con ellos, el entregable no me parece mucho trabajo, y a la gente que dice que eso es una miseria…, que vayan pensando que a lo mejor ellos están cobrando de más…, y sobre la falta de profesionalismo, a mi entender los títulos no hacen al profesional, todo el que lo entregue será igual de profesional que el resto 😉

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Amalio A. Rey 23/06/2010 - 14:57

Está bien que hablemos del crowdsourcing «malo» que solo busca mano de obra barata, que su único fin es ahorrar costes de personal. Es bueno que aprendamos a identificarlo, y tu post ayuda a afinar los filtros. Pero, como sabes, el crowdsourcing tiene muchas otras ventajas de yo ponderaría con igual entusiasmo: 1) Acceso al talento esté donde éste, para que él mismo se auto-seleccione, 2) Reducción del time-to-market (o del «entregable» social), 3) Oportunidades de generar dinámicas colaborativas entre los participantes, si se plantea menos competitivo. Por eso, el outsourcing pagado es también una estupenda «oportunidad a la vista», que yo recomiento utilizar. Un saludo…

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Julen 24/06/2010 - 07:32

@alorza es que hay que reconocer que hay «concursos» y «concursos»… y también es verdad que quien no lo prueba no se equivoca. De todas formas, sí que cuando media una recompensa económica, creo que la percepción de colaborar cambia radicalmente. El «juego» se convierte en otra cosa.

@Sergio quizá en ese caso unas normas que expliquen a quién se dirige el concurso aporta mucha transparencia. Por ejemplo, «no se trata de competir con los profesionales sino de estimular la participación de personas que están empezando». Algo así,¿no?

@Mikel esa es otra de las claves: ¿quién decide? La participación hasta las últimas consecuencias puede requerir que sea la comunidad quien evalúe las aportaciones, ¿no? También parece una idea atractiva.

@Amalio estamos de acuerdo: en el fondo se trata de crear los contextos. No es tanto que sea positivo o negativo sino cómo se enfoca.

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