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La consultoría industrial no admite artesanos – Consultoría artesana en red

La consultoría industrial no admite artesanos

by Julen

masaUn debate que surge de vez en cuando es si en el modelo de consultoría no artesana hay artesanas y artesanos trabajando. O sea, si en una empresa gorda y potente de consultoría hay quien practica la artesanía. Cada vez más pienso que no, que no es posible. Y en esto reconozco que mi postura se va polarizando.

Una argumentación simple es: ¿qué control tiene sobre su actividad?, ¿puede «liberar» contenidos y publicar por ejemplo bajo licencia Creative Commons compartir-igual permitiendo usos comerciales? Agradecería si alguien puede aportar algún ejemplo porque esto desmontaría mi argumento o al menos mostraría que sí, que hay excepciones, aunque su número sea mínimo en el planeta. El profesional ¿gestiona la propiedad intelectual de su actividad o tiene que acogerse a las leyes de la empresa en la que trabaja?

Luego está la cuestión de la presión por la eficiencia. Quienes me conocen saben que suelo explicar (por aquí ya lo he dicho más de una vez) cómo mediante la imputación de horas se engaña al control (se dedican más horas a proyectos chulos, pero se imputan menos para que parezca son rentables, y viceversa). Porque la eficiencia cae como una pesadísima losa sobre el producto que el artesano está componiendo. ¿Tú sabes cuántas horas llevas metidas en ese proyecto? es una expresión que tiene connotaciones negativas la mayor parte de las veces. Quien trabaja en ese tipo de empresa grande y gorda consultoril sabe que es una vara de medir… y dime cómo me mides y te diré cómo me comporto.

Luego está la forma en que se trabaja con «subcontratados«. Esta es una de las miserias del sector. La carrera «becario de segunda, becario de primera, contratadillo, contratado algo mejor, técnico, consultor junior C, consultor junior B, consultor junior A, consultor a secas, jefe de proyectillos, consultor senior C, consultor senior B, consultor senior A, jefe de proyectos B, jefe de proyectos A, socio o eso parece que vas a ser, socio de verdad, socio-socio que los que se levantan pasta, llegué al final y soy el que mando» está llena de subcontrataciones. Y tiran habitualmente de condiciones de «control esclavo del siglo XXI». Que si no puedes tocar a este cliente por tu cuenta, que si tus condiciones son las que son y las coges o las dejas, que si tal y que si cual. Que quede claro que eres un pringao.

La consultoría industrial tiene sus oficinas en el centro de una ciudad, en versión antigua, o en un parque tecnológico en su versión más moderna y fardona. Pero hay un lugar físico que demuestra poderío aunque me lo tengas que meter en una tarifa que engorda hasta la obesidad patológica. Y es que el control del precio que un supuesto artesano puede llevar a cabo en una gran empresa de consultoría es el que es: no demasiado por no decir mínimo. Allá va todo junto a tropocientos euros la hora. Son los daños costes colaterales de estructura.

Todo esto no quiere decir que no haya estupendos profesionales en la consultoría industrial. Por favor, que nadie entienda que mi discurso es: la consultoría industrial es mala y la consultoría artesana es buena. Nada de eso. La sociedad y sí, también el mercado, nos van poniendo en nuestros lugares y nos otorgan más o menos credibilidad. En la consultoría industrial ha pasado, pasa y pasará que los clientes dicen aquello de «pero yo quiero trabajar con fulanita o menganito«, personas concretas en las que confían. Personas, digo personas. Ni siquiera consultores, ni siquiera empresas. Y si esas personas disfrutan, quién coño soy yo para ver la paja en ojo ajeno y la viga en el mío.

Hoy es posible lo que quizá hace diez o quince años era consultoría-ficción. Hoy una persona profesional de la consultoría puede tejer su red y desarrollar su actividad sin necesidad de la gran empresa. Trabajamos con nuestra experiencia y aportamos lo que sabemos, somos responsables de nuestros fracasos y de nuestros éxitos, nos critican y nos alaban. Pero eso tiene que ver con lo que hacemos. Llevamos más control sobre nuestra existencia y podemos beneficiarnos de nuestras expandidas capacidades de comunicación.

No, no hay artesanos en la consultoría industrial. Para serlo deberían abandonarla.

La foto en Flickr es de Joriel «Joz» Jimenez

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22 comentarios

David 05/09/2009 - 10:55

Un apunte en este sentido: la consultoría industrial produce especialistas, la artesana pluriespecialistas y eso a su vez -o en origen- alimenta un tipo de relaciones e ideas completamente diferente…

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Nacho Muñoz 05/09/2009 - 11:49

Me permito también un apunte. La consultoría industrial no admite artesanos, tal y como reza el título, sin embargo mi perspectiva es que la consultoría industrial induce (¿por reactancia?) a determinado perfil de personas que son contratadas por ellas a buscar alternativas a ese modo de trabajo industrial.

«No, no hay artesanos en la consultoría industrial. Para serlo deberían abandonarla», finaliza el artículo. Yo creo que sí, que hay espírituo artesano entre los que trabajan en ese tipo de organizaciones, sólo que necesitan una alternativa. Y las alternativas son:

1. Salir de ahí para crear su propia organización. El sistema tradicional obliga a la creación de una sociedad con personalidad jurídica para que, a través de ella, desplegar lo se considera que debe ser una empresa de consultoría. Siendo pequeño, paso a paso, con obstáculos indefinidos… pero con la satisfacción de saber que tu forma de trabajar es coherente con tu forma de pensar. Es una opción arriesgada y necesita de posibilidades económicas, ya que puede haber un tránsito por el desierto mientras no encuentras proyectos que alimenten tus inquietudes y tu bolsillo.

2. Salir de ahí para buscar una organización que no se parezca en nada al tipo de organización que ya conoces. Las alternativas a la consultoría industrial pueden existir, sólo que en formato PyME. Ahí van desapareciendo los logos y entran en juego las personas. Si conoces personas que dirijan empresas cuyos modos de trabajar sean coherentes a los tuyos, está la posibilidad de acojerse a esa forma de trabajar. Lo que ganas en estabilidad y tranquilidad (no arriesgas tu capital y dispones de una nómina garantizada) lo pierdes en la incertidumbre ante la posibilidad de no tener el dominio total de las decisiones.

3. Salir de ahí para organizarse en red. Más arriesgada, necesita de posibilidades económicas y tolerancia inifita al riesgo. La persona que ha estado enredada en lo industrial, por el propio juego de esa enredadera, difícilmente ha podido descubrir las posibilidades de relación que tienen los canales de comunicación actuales. Además está la necesidad de encontrar colegas que apuesten por esta misma forma de concebir la profesión que, en proporción, son los que menos.

Me ha salido largo, sorry. 🙂

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Jesús Fernández 05/09/2009 - 12:52

Aunque mi visión del mundo consultoril es la del cliente y por tanto me atrevo a hablar de lo que no conozco suficientemente bien, en líneas generales, comparto la idea.
Es muy dificil si no imposible ser artesano en un mundo de objetivos impuestos de facturación personal, de gestión global de grandes cuentas y de control de horas de una consultoría industrial. Mi única duda, como siempre, es dónde está el límite entre lo industrial y lo artesano cuando el tamaño de lo primero se va reduciendo significativamente.
¿Puede haber alguna excepción? No estoy seguro, pero creo que en algunas grandes consultorías se llega a tolerar a algún «friki» que ha llegado a cerca de lo más alto… Porque le aporta prestigio intelectual, porque le aporta relaciones insustituíbles… No me atrevo a dar nombres porque no puedo asegurarlo, pero creo que alguno hay, ¿es así?
Claro que para eso… hay que llegar a jugar en primera partiendo desde el patio del colegio… Muy dificil.

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aitormanah 05/09/2009 - 14:17

Me gusta el párrafo de «Luego está la forma en que se trabaja con subcontratados. Esta es una de las miserias del sector.» Sí, Julen. Totalmente de acuerdo, es UNA de las tantas miserias. Yo he sido becario en Labein-Tecnalia, y después también estuve con contrato de prácticas, y sí, también soy de los que tuvieron que «asignar horas a proyectos». Vale, acepto. Un centro de investigación no es comparable a una empresa grande de consultoría, pero tienen cierto parecido. Y me atrevo a decir (y tal vez me esté metiendo en un berenjenal), que aunque aprendiera mucho en Labein, y reconozca que siempre SIEMPRE me trataron de manera exquisita, sufrí en mi propia carne los MALES que en mi opinión provienen del GRAN tamaño de la organización. Tal vez no es inteligente echar toda la culpa al tamaño (porque los directivos que dirigen el barco tendrán parte de responsabilidad, ¡digo yo!) pero creo que para gobernar una empresa-dinosaurio, hay que ser práctico, y simplificar para avanzar.
Y creo que es ahí donde empiezan los dolores de tripa. Las personas somos complejas por naturaleza y utilizar una manera «minimalista» de gestionar a las personas (poniendo como argumento-bandera «es que hay que avanzar rápido, sin dormirnos en los laureles» tiene sus efectos secundarios.).
@Nacho, yo elegí la opción número 1.
(Ya os diré dentro de unos años si la decisión dio sus frutos o no… 😉 )

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mkl 05/09/2009 - 15:07

De acuerdo. Añadiría también que no estoy seguro (insisto en que no estoy seguro) de que se pueda hablar, incluso, de empresa artesana, sino sólo de personas artesanas, si es que somos «algo, nunca además de simples personas 😉 . Me voy del punto. Que no sé yo si los requerimientos de empresa, como organización de gente alrededor de una propiedad y bajo unas jerarquías más o menos complejas, pero siempre presentes, deja espeacio para la «actitud» artesana.

Seguramente, eso da para otro post…

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Anna 05/09/2009 - 15:35

Aún después de lo que expones, aún después de los comentarios, necesito pensar que no todo es negro o blanco. Hay actitud artesana en algunas organizaciones, simplemente porque son actitudes personales. Renunciar a esta realidad particular eliminaría cualquier posibilidad de tránsito, que es a la conclusión a la que llegamos todos los que nos encontramos en semejante tesitura.

Seguramente, dichos tránsitos o evoluciones nos llevarán a tomar unas decisiones determinadas más cercanas a la consultoría artesana. Pero mientras, el camino que se dibuja nos sirve para luchar por hacer las cosas de otra manera, por trabajar de la manera más parecida a la que promulgas, por cambiar efectivamente las organizaciones con nuestro pequeño grano de arena.

Quizás, desde la apertura de planteamientos que suponsa la inclusividad de los tonos medios, algunos decidamos definitivamente qué pantone nos gusta más. Gracias por compartir la reflexión.

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Carme 05/09/2009 - 16:19

Estoy con Anna, pero luego leo la aclaración de Julen en el primer párrafo, donde dice que se refiere a si existen personas que «practiquen» la artesanía en la consultoría industrial. Claro que existen personas con una determinada actitud, más allá de las herramientas de que dispongan, pero otra cosa es lo que puedan «hacer» realmente. Y creo que los ejemplos que nos pone Julen son aplastantes. Por mucha actitud que tengamos, una estructura industrial no creo que por el momento permita practicar mucha artesanía… salvo las excepciones de rigor que confirmarán la regla, supongo.

@Nacho: dices que la tercera de las opciones que planteas es más arriesgada que la primera????? Lo siento, mi no entender. Cuando «tu propia organización» es una microorganización unipersonal, la red sólo puede ayudarte, ¿cómo va a ser más arriesgado?

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Odilas 05/09/2009 - 16:20

Hay más, supongo que da para una larga lista, motivos que dificultan la convivencia. Otro sería la intolerancia a la singularidad. Para estandarizar productos y procesos es necesario también estandarizar personas. Los sistemas «industriales» tienden a machacar cualquier atisbo de originalidad, y personalidad entre sus ejércitos (genial la foto por cierto). REcomiendo el último libro de Wagensberg que aunque en otro contexto habla de la exclusión del Yo en el desarrollo del método científico.
Pero estoy con Anna, si no hubieran chispas en esos entornos no se inflamarían algunos procesos personales que terminan por escapar a espacios más libres. Si hay algunos clientes que piden explícitamente «trabajar con fulanita o menganito» quizás sea porque estos, son singulares (artesanos?) a pesar de la fortaleza en la que operan.
Afortunadamente, cada vez hay más opciones para elegir.
Seguimos!

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Jose Miguel Bolivar 05/09/2009 - 19:02

Coincido plenamente con tu exposición, Julen. Creo que no debemos confundir potencial con realidad. En la consultoría industrial puede haber personas con potencial para ser consultores artesanos si en un momento determinado tomaran esa decisión. Hablo de potencial en el sentido de que esas personas ya viven, comprenden y comparten los valores de la consultoría artesana, al margen de que por un motivo u otro no la ejerzan. Ese espíritu, intención o potencial artesano tiene cabida en las personas que trabajan en consultoría industrial pero no puede plasmarse en realidad mientras no se cambie de entorno. Estos valores, formas de entender, o como lo queramos llamar, son necesarios pero no suficiente para poder ser llamado consultor artesano con propiedad.
Como bien dices, no se trata de entrar en maniqueísmos, sino de llamar a las cosas por su nombre. La consultoría industrial es un campo de operaciones con reglas y estructuras muy bien definidas que, entre otras cosas, no permiten la libertad de decisión y acción del consultor, algo que, en mi opinión, constituye un requisito esencial de la consultoría artesana.

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Alberto 06/09/2009 - 03:29

Un cuento:
Estando gracias a ustedes en esto de la CA, he convencido a mis clientes del trabajo íntimo, desde adentro, construyendo sus propias realidades. En el trabajo actual, modelamos la estrategia de operaciones hacia un futuro cercano.

Llegamos sin embargo a la conclusión, de que requeríamos a otro especialista. Luego de buscar, conseguimos a un consultor industrial. Le conté el proceso, del modelaje y solicité un presupuesto por una condiciones bien particulares, decididas internamente.

No hubo forma de convencerlo de cambiar su taller, ni en horas, ni en la forma, ni en la cantidad de personas a participar. No hay manera que se adapte, en este caso. No quiso modificar su «paquete» de consultoría. Debemos adaptarnos nosotros.

Seguiremos buscando.

Gracias Julen.

N@cho:

Agregaría otra. Aquel que se convierte en artesano por convicción, y nunca mas puede volver atrás, (Véase Pigmalion, la película). Entonces dedide trabajar en forma mixta, un poco contratado, un poco free. Es dificili conseguir, pero es mi modelo actualmente.
Saludos,
Alberto

Responder
Julen 06/09/2009 - 20:35

@David, no cabe duda de que hablamos de formas de trabajar diferentes, una más centrada en la globalidad y otra en el producto. Más o menos lo que dices, pienso.
@Nacho, cuando dices como tercera opción, la de «salir de ahí para organizarse en red» y afirmas que es «más arriesgada, necesita de posibilidades económicas y tolerancia inifita al riesgo» yo no estoy de acuerdo. El riesgo tiene muchas caras, no sólo la que tiene que ver con el contrato de trabajo que has firmado. Creo que exageras cuando hablas de «tolerancia infinita al riesgo». No es para tanto, ¿no?
@Jesús, ¿de veras piensas que el tamaño de lo industrial se va reduciendo significativamente? Yo no lo veo. Lo que veo es crecer, crecer y crecer. Facturar más para vencer a la competencia.
@aitormanah, me alegro por tu decisión 😉
@Anna, el camino es simple: salir de la consultoría industrial. Yo escucho muchas veces una especie de «envidia» porque me ven (nos ven) con mayor libertad. Pues bien, adelante. Da el paso. No pasa nada. Pero quedarse dentro es sucumbir en buena parte al sistema maquinal. Ya sé que ando algo radical, pero… es que cada vez me parece más sencillo salir de modelos convencionales.
@mkl, esa es nuestra eterna duda: ¿estamos hablando de «empresa» o de otra cosa?
@carme, es lo que le decía a Nacho. Yo también lo veo como tú.
@Odilas, puede haber estupendos profesionales en la consultoría industrial, pero difícil que podamos decir de ellas/os que son artesanos, ¿no?
@José Miguel, pues sí que vamos a estar de acuerdo, sí 😉
@Alberto, espero que encontréis quien se adapte. No parece tan difícil, ¿no?

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Alberto 07/09/2009 - 10:50

No todo son grandes y clásicas consultoras industriales. También hay pequeñas organizaciones de consultoría que quieren «jugar en la champions» y que mantienen y promocionan con el ridículo orgullo de la vanidad todas las limitaciones de las grandes consultorías industriales: productos standard, flexibilidad cero, imposición de consultor, costes de estructura, esclavitud interna, etc…. y sin embargo consiguen -contra toda lógica- su suota de presencia a precios desorbitados.

Al fin y al cabo la consultoría es una especie que no está en peligro de extinción mientras la demanda exista… y a veces incluso sea «cutre»- y es que más allá de los compradores artesanos de consultoría también hay compradores de marcas de consultoría, compradores que tienen que justificar la compra a una empresa conocida y compradores que ocultan su incompetencia bajo todo tipo de guiños.

Así, y con tanto «antipersonas» suelto, conozco más antiguos consultores «espiritualmente» artesanos que han abandonado desencantados la consultoría que consultores que se han embarcado en el nuevo camino.

Responder
Ricardo_AMASTE 07/09/2009 - 11:42

Practicar la artesanía depende de una intención y de buscar las condiciones para que pueda desarrollarse dicha práctica. Es cierto, aunque pueda parecer extremo, que dentro de modelos tradicionales es IMPOSIBLE.
Otra cosa es que por cuestiones de estar a la moda o de optimizar ciertos procesos, desde las estructuras convencionales se adoptan ciertas «maneras», pero de modo formal-superficial-aparente, no de modo estructural.
Ante la generalización de ciertas maneras, siempre me pregunto que actitud hay que tomar: enfrentamiento con el depredador, huida hacia delante, seguir alo nuestro… creo que se me escapan algunas posibilidades, porque ninguna de esas me suele funcionar-satisfacer.

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aitormanah 07/09/2009 - 12:11

Estoy de acuerdo contigo Ricardo, son muchas las veces en las que sólo se ven «maneras».
Cambiando de tema. Y os comento que hoy me siento un poco guerrero, aviso. Admito que aunque a veces me cueste (y duela un poquito), me gusta cambiar de opinión. Y sí, me gusta eso de «Donde dije digo, digo Diego». Quiero lanzar una pregunta para todo aquel que quiera responder: ¿qué tal se os da eso de cambiar de opinión?
Lo digo porque ya partiendo del primer párrafo del post, Julen, comentas lo siguiente: «…O sea, si en una empresa gorda y potente de consultoría hay quien practica la artesanía. Cada vez más pienso que no, que no es posible. Y en esto reconozco que mi postura se va polarizando.»
¿Y si jugamos al juego del «Y si…?» ? Vayamos al futuro inventado. Imaginad, que en un caso hipotético, conocéis a mucha gente que trabaja en empresas de «consultoría industrial». Ahora viene el «y si…» ¿Y si salieras un viernes con dicha persona a tomar algo y le comentaras este post? ¿Qué diría esta persona sobre nosotros y sobre nuestra opinión?
Cuidado con volvernos «abuelos» (y tengo mucho cariño a los abuel@s). ¿No estaremos intentando ocultar nuestra rigidez al cambio, ¿no?
¿Tenemos que aprender a beber de nuestra propia medicina? A mí personalmente, no me hace mucha gracia eso de beberme mi propia orina… pero si estoy en el desierto y me estoy muriendo de sed, ¡¡no me lo pienso dos veces!! 😉

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jifamiliar 07/09/2009 - 12:14

Evidentemente, como en toda forma de socialización, pertenecer a una empresa coarta la libertad de la persona. Pero trabajar en una empresa también tiene su punto: pertenecer a un proyecto colectivo con cuyos valores te sientes identificado, la seguridad económica que da la solidaridad de compartir resultados, etc.

Además, las malas prácticas y excesos no caen siempre del mismo lado. Por una parte existen diferentes culturas de empresas; del blanco al negro hay una amplia gama de grises. Y, por otra, he conocido freelance que te tenías que poner chaleco antibalas para trabajar con ellos. ¿El lado oscuro de la artesanía?

Al final cada cual tendrá que valorar cual es la opción con la que personalmente se siente más cómodo, aquella que le proporciona un mejor equilibrio. Y lo importante es que de una u otra forma los consultores les sirvamos de ayuda a nuestros clientes. Y que lo que éstos pagan, sea poco o mucho, les resulte rentable. Al fin y al cabo tienen libertad de elegir.

Sólo una última pregunta. Curiosidad. Si un cliente, a pesar de tu insistencia y buenos razonamientos, decide no hacer pública la documentación que le entregas, ¿que haces? ¿desistes de colaborar con él? Esta es la clave, porque el resto de la documentación que generamos los consultores es el chocolate del loro.

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aitormanah 07/09/2009 - 12:17

Perdón, la he «cagado» en lo más importante. Sustituid esta frase. «Imaginad, que en un caso hipotético, conocéis a mucha gente que trabaja en empresas de “consultoría industrial” por esta otra «Imaginad, que en un caso hipotético, conoces a muchas personas ARTESANAS que practican la consultoría artesanal y que trabajan en la consultoría industrial».
Pido perdón otra vez…

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Ricardo_AMASTE 07/09/2009 - 18:15

Sobre las empresas o l*s freelances, más que de número, para mi es cuestión de actitud, de echarse o no al monte. Citando como casi siempre a Eskorbuto «Ya no son un grupo, son una banda»

Responder
Amerino 07/09/2009 - 19:05

Interesante debate el que has generado Julen. Puedo estar de acuerdo con el fondo de algunas de las cuestiones que planteas, pero en otras me asalta una duda desde la perspectiva de n consultor que trabaja en una Consultoría ¿industrial?

Os expongo algunas de ellas:

1. Un consultor artesano, ¿no gestiona / controla las horas de un proyecto? Entonces sería una ONG??? ¿Cómo lo hace un consultor artesano para planfificar más de un proyecto/actividad a la vez sin gestión de horas de proyecto? Con lo que comentas que dices que pasa en algunas consultorías con este tema, estoy de acuerdo y me parece estúpido. Pero tambien me parece irreal pensar que un consultor/a, sea artesano o no, le de igual las horas que dedica a un proyecto y por lo tanto no las gestione. A no ser que esta actividad sea para el o ella un hobbie, y por lo tanto no aspire a vivir de ello.

2, Me asalta la duda de si para poder ser consultor/a artesano/a es necesario sólo estarfuera de una organización de consultoría. O,… ¿basta con estar fuera de una organización de consultoría pero se puede estar dentro de otra organización que no lo sea?

3. La publicación de documentación. Una cuestión interesante. Yo me hago las siguientes preguntas: ¿de quién es la documentación? ¿del cliente? ¿del consultor/a sea artesano o no…?

Este es un tema importante a la hora de ver si se puede compartir información o no. Yo creo que hay que compartir la información, y de hecho en la red veo decumentos de consultores/as artesanos/as y tambien de grandes empresas «industriales» como Mercer, Price,… De igual forma conozco a consultores/as artesanos/as que no me consta hayan publicado la documentación de proyectos que han realizado en empresas de componentes electrónicos, ocio,… de la CAPV

En resumen Julen, gracias por la reflexión que me has propiciado pero creo que hay que huir de los maximalismos, afortunadamente no hay negros ni blancos sino muchas tonalidades de grises. En mi opinión es bueno que existan consultores/as artesanos, consultoras «industriales», consultoras «semi-industriales» , …. De esta forma el mercado tendrá un mayor abanico donde elegir y en general se decantará por la propuesta que estime le proporciona un mayor valor. En ese contexto no creo que al cliente le importe el «como se organice la consultoría» sino más bien la confianza que le transmita, el valor que le proporcione y evidentemente el esfuerzo que le suponga contratarle.

Ánimo y continua con este interesante blog Julen

Responder
Ricardo_AMASTE 07/09/2009 - 19:34

Como dice Albert Pla «Hay que organizarse», pero esa organización debe servir para facilitar la acción, no para encorsetarla. Más que hojas de cálculo, prefiero el sentido común. Y creo que funciona.

Y una pequeña anecdota. Un día hace ya muchos años, cuando trabajábamos más cerca del mundo del diseño, estábamos en la oficina y unas personas que pasaban por la puerta hicieron el siguiente comentario:
– Mira, aquí están los de AMASTÉ.
– ¿Y esos quienes son?
– Son una ONG de diseño.
Me pareció una definición de lo más curiosa y pensándolo, me gustó que alguien tuviese esa percepción sobre nuestra labor, sobre otras percepciones como por ejemplo: agencia de comunicación, estudio de diseño o consultora socio-cultural.

Además, quien dice que las ONGs no estén bien organizadas y no tengan entre sus objetivos la sostenibilidad y evolución de la propia organización y la rentabilidad (no necesariamente económica)

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Julen 08/09/2009 - 05:47

Contesto vía otro artículo. Gracias por las contribuciones. Todavía hay bastantes cosas que pulir.
http://blog.consultorartesano.com/2009/09/consultoria-artesana-ni-tan-liquida-ni-tan-facil.html

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