La tecnología hace más pobres a los pobres

En nuestro primer mundo lleno de cacharrería tecnológica conviene que no perdamos de vista una parte del problema que producimos: La brecha tecnológica hace más pobres a los pobres. La noticia la leí hace ya tiempo en Cinco Días y procede de un informe presentado por la UNCTAD, la United Nations Conference on Trade and Development.

Así que aquí estamos dale que te pego a nuestros hermosos cacharros digitalizadores, queriendo cambiar algunas cosas de nuestro mundo cercano. Y no está mal. Pero se te encoge el corazón cuando levantas la vista un poco más allá y empiezas a hurgar en estas apoteósicas e hipócritas contradicciones humanas. (El subrayado es mío).

El informe que esta agencia hizo público ayer sugiere que la clave para erradicar la pobreza en países como Bangladesh o Malawi está en la ciencia, la tecnología y la innovación. Aspectos que el secretario general de la Unctad, Supachai Panitchpakdi, considera ‘necesidades básicas y no un lujo‘. A menos que los llamados países menos adelantados (PMA) adopten políticas para recuperar su retraso tecnológico seguirán rezagados y ‘se verán abocados a una marginación más acusada en la economía mundial’.

Si es que son tontos. Todo el mundo sabe que allá en el tercer mundo necesitan ciencia, investigación, tecnología. Eso sí, ante un problema tan salvaje como el de la inmigración en Europa, donde ya nos hemos acostumbrado a escuchar cómo muere gente en pateras, cayucos o cualquier otro artefacto que flote, la solución está en conseguir inmigrantes cualificados. Húndete en la miseria de tu sofá preferido, porque las cosas están así: La UE podría abrir la puerta a los inmigrantes altamente cualificados, según leo en La Vanguardia.

El comisario europeo de Justicia, Libertad y Seguridad, Franco Frattini, propuso, durante su intervención en la Conferencia de Alto Nivel sobre Inmigración Legal celebrada en Lisboa, crear una ‘tarjeta azul’ o permiso europeo de trabajo y residencia para trabajadores inmigrantes altamente cualificados con el objetivo de hacer frente a la escasez de mano de obra que tiene la Unión Europea por el envejecimiento de la población.

¡Ta chan! Este es nuestro plan para prosperar el primer mundo: vamos a sacar de ese puto tercer mundo, donde la gente cualificada no encuentra posibilidades de desarrollo, a toda aquella persona que valga. Vamos a traerlas para acá, para que vean la tierra prometida. Les pagamos una mierda de dinero, algo menos que al becario más pringao, y ¡ya está! Mano de obra barata y cualificada. ¡Qué más queremos! El plan perfecto.

Eso sí, con fríos análisis estratégicos detrás, les recomendamos que ya está bien, que no se enteran, joder. Que les hace falta ciencia, tecnología, investigación. Pero, claro, que la hagan con las manos y con estudios primarios y algún que otro efepé.

Esta política de inmigración legal para los listos se complementará, por supuesto, con la otra cara de la moneda: persecución sin cuartel a la inmigración clandestina. Nada de venir entre las ruedas de un camión, la bodega de un carguero o las cuatro tablas que flotan. Los inmigrantes guays vendrán en avión, como señores. Y los que no pudieron acabar los estudios primarios, porque no había escuela en el pueblo, que se queden donde están, que aquí molestan. Si quieren venirse para acá se las verán con nuestra superpolicía.

Durante su intervención, Frattini defendió un enfoque dinámico para la política europea de inmigración que estimule la movilidad, descanse en una fuerte estrategia de integración y muestre una «tolerancia cero» con el empleo ilegal.

Y es que Europa se lo ha montado mal. En estas cosas los americanos nos sacan unas cuantas traineras de ventaja (aunque a veces les hagan túneles para entrar). Allí han conseguido atraer, a través de sus universidades de prestigio, a los mejores cerebritos del tercer mundo. Mantener el colonialismo del siglo XXI necesita sacar de esas colonias a toda persona capaz de investigar. (Los subrayados siguen siendo del menda).

Frattini partió de la tesis de que la migración se ha convertido en el reto más evidente de la globalización y que hay que cambiar la visión tradicional para ver el fenómeno más como una fuente de riqueza que como una amenaza. Así, reclamó tener más en cuenta lo que dicen las estadísticas que, por ejemplo, indican que el 85% de la mano de obra no cualificada viene a Europa mientras que en Estados Unidos este porcentaje es sólo del 5% y, en cambio, los trabajadores cualificados que viajan al otro lado del Atlántico son el 55% mientras a la Unión Europea sólo lo hace el 5%.

Ya veis: la inmigración es una gran oportunidad para que seamos más competitivos. Sólo hay que hacer selección de personal.

Y una última cuestión. El informe de la UNCTAD habla de los PMA (países menos adelantados). Se ve que son optimistas, como yo. Nada de países pobres. Ahora son «países menos adelantados». Nuestras conciencias molestan menos si ya somos capaces de ver que todo el planeta está adelantadísimo. Eso sí, unos más y otros menos. Si te ha tocado la parte chunga, te jodes. Estudia y vente para acá. Ven al paraíso. ¿No lo has visto por la tele?

Lo siento, no quería amargarte el domingo.

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