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Ale, ya estamos aquí en la esquina. Como el año pasado, me temo que el cuello de botella inicial es… la electricidad ¡habéis acertado! Mucho Guggenheim pero butacas 1.0 con asientos 1.0 y sin electricidad. Eso sí, los amigos alrededor.

El escenario allá abajo es tipo tokshou americano que mola más. No podía ser de otra manera. Que estas cosas son como son. Hay mucha gente repartida por el graderío. No sé si luego tendremos oportunidad de usar nuestro pulgar (hacia arriba o hace abajo) para que quienes pasemos por allá abajo podamos seguir viviendo o merezcamos morir de acuerdo con la sabiduría de las multitudes.

Ya empezamos con los problemas de la tecnología. Confianza plena en que Murphy mete horas extras en este tipo de eventos. Y además, si vas a hablar de tecnología se trae a su cuadrilla de amigos. El bueno de Rob Malda está haciendo intentos para conseguir que la tecnología no le hunda en la miseria. Y tras varios intentos lo consigue. Es lo que tienen los geeks y los nerds: la tecnología es eso que deben dominar para poder avanzar en sus vidas. Vale, vale, que no he insultado a nadie 😉

Hay que reconocerle al tipo que tiene desparpajo para manejarnos como pequeña multitud. Se le ve acostumbrado a moverse no sólo en el plano digital sino también en esta especie de cuerpo a cuerpo semimasivo. No obstante los formatos de este tipo de comunicación se repiten. Quizá no hay mucha alternativa 2.0 a eventos pensados desde una clarísima óptica de contacto físico. Y aunque por detrás tengamos chateo guasón, twitteo minimalista u otro tipo de artefactos digitales, la gracia sigue estando en sonreír mientras cuenta chascarrillos de la historia de Slashdot. Sí, porque ha comenzado en 1997 y eso fue el siglo pasado.

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