19 – Ervedal – Alandroal #KostaMTB

by Julen

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Ervedal es un pequeño pueblo de apenas algo más de 500 habitantes. Muy cerca, un poco al norte, queda Galveias, el pueblo en el que estuvimos el año pasado como pequeño homenaje a José Luis Peixoto. Más cerca aún, Avis. Mi idea original era alojarme ahí, pero encontré una alternativa en este pequeño pueblo y me decidí a hacer noche aquí.

Fuente: Wikipedia

Como comenté ayer, me bajé hasta el puente, que hasta tiene su entrada en la Wikipedia en portugués. Tal como lo vemos ahora, entró en funcionamiento a principios de los 60 del siglo pasado, pero la estructura metálica actual del suelo es de 1998, tras un incendio que lo mantuvo durante más de 10 años solo para tránsito de personas y ganado.

La gente de la región dice por gracia, que es una maqueta del Puente 25 de Abril y haber servido para ensayo, dada la similitud (puente colgante) y siendo el tiempo de construcción simultáneo.

Por lo demás, Ervedal lucía sus azules, más pálido en la iglesia y más intenso en el lavadero.

Resultó que el único restaurante del pueblo solo daba comidas a mediodía. Así que hubo que aprovisionarse en una tienda para improvisar una cena en la casa en la que me alojaba. Ni tan mal a base de unos buenos ibéricos y fruta.

Para empezar el día, la misma ración que ayer y anteayer. A las 6:30 el pedaleo se introduce entre la niebla. No obstante, hoy solo a tramos, no como en estos dos días pasados. Hasta Estremoz, la primera parada de la etapa, he rodado por carreteritas encantadoras, de esas que te reconcilian con el asfalto… o con los empedrados.

A ambos lados de la carretera quedan las entradas a las fincas, unas más puestas al día y otras olvidadas por el tiempo.

Atravieso Cano y Sousel (la capital del borrego, insisten los carteles) y a eso de las 8:30 estoy en Estremoz. Ya pasamos por aquí en su día y nos llevamos un grato recuerdo con Alberto y con Juan. Esta es, por excelencia, la capital del mármol del Alentejo. Bueno, junto con Vila Viçosa y Borba; no vamos a hacerles un feo a estos otros dos pueblos. Mires donde mires: mármol. Una pena que la plaza del Rossio Marqués de Pimbal esté en obras. El día todavía no acaba de levantar. Callejeo un poco con la bici y me subo hasta la zona del castelo, junto al que luce una estatua de la Rainha Santa Isabel, la reina santa que murió aquí en Estremoz.

El tramo siguiente hacia Vila Viçosa (mi siguiente alto en el camino) es toda una explicación a cielo abierto: las canteras de mármol aparecen omnipresentes. Sus puentes grúa las delatan. Si echas un vistazo a la vista de satélite en una aplicación de mapas lo vas a ver enseguida.

Así pues, con semejante cantidad de materia prima, cómo no levantar edificios como el Palacio Ducal de Vila Viçosa. Por mármol va a ser.

Vila Viçosa se veía animada. En la plaza principal costaba encontrar un hueco en una terraza. Finalmente, he conseguido mi mesa. Así, que ha habido que explotar semejante tesoro por un buen rato con un zumo de naranja que se ha alargado al máximo.

Al igual que en la etapa de ayer, el calor añade dosis extras de pereza para retomar el pedaleo. Para llegar a Alandroal apenas si me quedan diez kilómetros, pero cuesta volver a arrancar. En una hora, en cuanto se va la niebla y sale el sol, ganamos diez o quince grados. Antes de reemprender ruta, cojo agua fría y me como un plátano porque el estómago ha comenzado a protestar.

La sorpresa es que, al llegar a Alandroal, resulta que no es el pueblo que yo tenía en la retina de cuando anduve por aquí hace tres años. Pensaba que había estado aquí, pero va a ser que no. Entonces, ¿cuál es el pueblo que yo pensaba que era Alandroal y no lo es? Y, por tanto, ¿no he estado nunca en Alandroal? Semejante castillo no es fácil de olvidar…

Busco un sitio para comer algún tentempié mientras le doy vueltas al asunto. Me sirve con una bifanha en el bar del mercado, que también da comidas. Allí, en la terraza a la sombra de unos árboles, sigo sin ser capaz de encontrar la solución. Bueno, mejor si me voy a mi alojamiento y lo dejamos para otro momento. Como ya me sucedió en los alojamientos de Coruche y Ervedal, la sabiduría popular sabe cómo mantener las casas frescas a pesar de la solana. Un placer llegar a la habitación y sentir ese extraño aislamiento de la calorina del exterior. Ducha, colada y siesta.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 1.722,87.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 20.134.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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