03 Valderrobres – Morella #BajoEbroMTB

by Julen

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La tarde se pasó en terminar de escribir el post con la crónica diaria, deambular por la calle Santiago Hernández Ruiz (un pedagogo aragonés muerto aquí en Valderrobres allá por 1988 y que ahora tiene su rúa llena de bares) y decidir dónde cenar. Bueno, y una cuantas gestiones para cambiar el plan de la etapa del miércoles. Íbamos a finalizarla en Xodos, pero va a ser que no. Resulta que solo hay un hostal, en el que habíamos reservado. El asunto es que nos han llamado a mediodía para decirnos que madre e hija se han contagiado de COVID y que no nos podían alojar. Así que ha habido que gestionar alternativa: terminaremos la etapa un poco antes, en Vistabella del Maestrazgo. Menos mal que hemos podido habilitar plan B porque en estas fechas no es nada fácil encontrar alojamiento.

Entre mis planes cicloturistas, la comarca de Matarraña —y, más en concreto, el pueblo de Valderrobres— hacía tiempo que ocupaban un sitio destacado. La casualidad había querido que una compañera del Grado de Business Data Analytics, de Mondragon Unibertsitatea, en donde imparto clases, fuera de la zona. El caso es que, cuando me puse a husmear en torno a este pueblo, descubrí aquello de que estábamos en la Toscana española. Valderrobres, como población con mayor número de habitantes, hace de capital administrativa, mientras que Calaceite es la capital cultural. La Toscana española es un territorio eminentemente montañoso, con los Puertos de Beceite como referencia a más de 1.400 metros de altitud y todo un sistema de cordilleras que lo separan de la Costa Dorada.

Por Valderrobres pasa el río Matarraña. Así que, manos a la obra, que hay que lucir puente. A ver, me lo van a hacer de cuatro ojos. Y dense prisa, que no tenemos todo un siglo para terminarlo. En fin, que los currelas terminan el asunto allá a comienzos del siglo XV, según parece. Anda que no habrán pasado desde entonces por aquí carros y carretas. Pues nada, ayer lo hicimos en bici para llegar al hotel, dejando al otro lado el ayuntamiento, un edificio manierista que se concluyó en 1599.

Claro que en el pueblo lo que lucen son sus edificios de la parte alta. Además del puente, el pueblo presume de castillo y palacio, con sus arzobispos de por medio, cómo no. O sea, castillo, palacio y una buena iglesia, como Dios manda: la Parroquial de Santa María La Mayor. Eso sí, los humanos la bombardearon en la Guerra Civil y no fue hasta 1966 cuando la gente del pueblo consiguió devolverle el aire gótico original. Seguimos con la guerra a cuestas en esta ruta por las estribaciones del Sistema Ibérico y las cordilleras costero catalanas.

Pero no solo de Valderrobres vive el cicloturista. Nada más comenzar la ruta de hoy tocaba pasar por Beceite y este sí que es un pueblo pegado a sus montañas, a saber, los Puertos de Beceite. Para llegar hasta él se toma el camino natural del Algars-Matarraña. Nada del otro mundo: granjas de cerdos y una cantera. Luego se coge la carretera con unas preciosas vistas al río, que se encaja a la derecha de la carretera y forma pequeñas pozas. A Alberto, claro está, se le van los ojos.

Si el puente de Valderrobres era de cuatro ojos y del siglo XV, el de Beceite es solo de uno, pero le da sopas con honda a su hermano porque este salva 15 metros de desnivel. Eso sí, lo terminaron un siglo después, allá por el XVI. Y ya que el agua baja rápida por esta zona aprovecharon para construir unos cuantos molinos de uso diverso. Entre ellos, los papeleros llegaron hasta la década de los 70 del siglo pasado. El pueblo luce un centro expositivo de arte y cultura en la Antigua Fábrica Noguera.

Nosotros hemos callejeado un rato con la bici. Cómo se agradece un pueblo de estos sin la marabunta del turista. Calaceite, Cretas, Valderrobres y Beceite han sido cuatro buenos exponentes de la comarca del Matarraña.

De Beceite salimos por la típica carretera rural que lo es porque da acceso al Embalse de Pena. Al llegar allí comienza una pista muy agradable que bordea el embalse por su izquierda. El agua color turquesa lo hace muy fotogénico.

Abandonamos el embalse y comenzamos una subida hasta un alto que luego nos deja, tras una fulgurante bajada, en Peñarroya de Tastavins. Al coronar, mientras espero a Alberto, me doy cuenta de que el cambio electrónico marca luz roja, lo que quiere decir que va bajo de batería. Así que en Peñarroya hacemos un poco de tiempo en un bar mientras lo cargo, no vaya a ser que tengamos que hacer el resto de la etapa en modo fixie.

Seguimos, que toca afrontar, el puerto de montaña del día, el de Torre Miro. Presume de buenas rampas, desde luego. No obstante, es muy agradable, con unas magníficas vistas al valle y a los pueblos de Herbés e incluso Peñarroya al fondo. Hasta comenzar la subida en sí son frecuentes las granjas de cerdos. Nos han hecho compañía desde el comienzo de la etapa.

Ya arriba del puerto, las nubes acechaban amenazantes. El viento era fresco allá a 1.200 metros de altitud. Quedaba bajar hasta Morella en una etapa mucho más corta que las dos anteriores. Nos hemos metido por un tramo del GR-331, que coincide aquí con el Camino de Santiago. Así que se cumple aquello de que es imposible pedalear una ruta de larga distancia en la península sin coincidir en algún tramo con una vía del Camino de Santiago. El sendero, bastante técnico para dos torpes como nosotros, terminaba junto al arco de la Pedrera.

Desde allí nos hemos dirigido derechos hasta el hotel porque el panorama climatológico no estaba para tirar cohetes. Ducha, colada y a comer algo mientras fuera se ponía, por a fin a llover. Nosotros, por suerte, hemos salvado el día.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 229,74.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 4.478.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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