Un concepto íntimo y muy particular. Más relacionado con los ojos de quien mira. Los objetos se transforman, los paisajes se reconfiguran, todo depende. Una sonrisa que se escapa por los labios, un ligero atisbo de que sea como sea, algo está sucediendo. Cada cual elige y proyecta; no es tanto lo que pasa ahí fuera sino lo que cada cual quiere ver.
¿Podemos ponernos de acuerdo? ¿Y de qué serviría? Una belleza plana, igualitaria, algoritmizada y desabrida. Eso no sirve para nada. La controversia alimenta el misterio. Lo que para ti es, lo siento, para mí no dice nada. Incluso el esfuerzo o el sudor los podría interpretar desde un lugar que no entenderías jamás. Pero no te preocupes, en la diferencia nos reconocemos.
Callado, los ojos entornados, la mirada algo perdida. Descubres lo que no habías sido capaz de ver antes. Siempre, supones, debió de estar de ahí. ¿Por qué ahora entonces? El cuadro no ha cambiado. No te entienden; no es lo que ves, es cómo lo ves.
Pasa el tiempo y el misterio continúa. En cada mirada la posibilidad de descubrir una belleza particular y única. Una belleza que se proyecta, que se funde y vive en simbiosis. No hay por qué acudir a los tópicos. Solo eres tú quien, si te das cuenta, lo consigue. Una belleza que sucede, que vive en quienes nos empeñamos en descubrirla. Ella siempre estuvo ahí. Otra cosa es que no pudieras verla.
La imagen es de Daniel Lobo en Flickr.