Olvidos

by Julen

Mano
Tan evidente que extraña. Un olvido ilógico. La edad atrapando la memoria. La enmaraña, la sabotea. Miles de detalles dejan de ser como antes. Las rutinas se esconden y emergen los despropósitos. Actos cotidianos que se diluyen en otro universo paralelo.

Las manos obedecen, así, a una nueva tiranía. Cogen lo que no deben o se quedan inmóviles y renuncian a su función. La mirada se pierde en una trama desconocida que traspasa pero no ve. El oído deja de escuchar. El gris se impone, suave, sin prisa, dulce. Una invasión amiga. Ley de vida.

El calendario marca la frontera. No es un día, no es un momento concreto. Es un límite móvil, que va y viene, pero que no deja de avanzar hacia la ilógica. Sin estridencias. El calendario sabe que no hay quien lo detenga. Nadie le impedirá ganar la partida. Mañana el gris oscurecerá. Mañana se convertirá  por fin en el negro final.

Mientras tanto, todos parecemos callar. Como si nada pasara. Porque nos aferramos a la esperanza. Imposible, estéril, pero no hay quien le diga que no. Volvemos, repetimos los rituales, todos previsibles, de una linealidad precisa. Lo hacemos porque tenemos que hacerlo. Porque sí. Porque en el fondo queremos saber cómo será todo cuando lleguemos allí.

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