La normalidad

by Julen

Tranquilidad

Sea lo que fuere. Lo familiar, lo conocido, la rutina. Saber a ciencia cierta qué será lo siguiente. La tranquilidad. Una paz que lo envuelve todo y que rebaja los niveles de alerta. Claro que para estar dentro hay que salir de vez en cuando. Pero el regreso se tiñe siempre de sensaciones parecidas.

A veces con mala prensa, la normalidad se vende como una particular manera de perder el tiempo. Porque hoy vende la experiencia, la sorpresa, el impacto. Y frente a semejante desequilibrio parecería que las zonas de confort son el enemigo a batir. Nada de perder la batalla por lo que podría ser un instante memorable.

Uno la siente cerca. Solo tiene que dejarse abrazar. No hay que oponer resistencia alguna. Invade con una dulzura desprovista de detalles. Como cualquier otra vez, no se detiene en menudencias. Sabe que su oferta es irrechazable porque nadie puede ni quiere vivir a la intemperie tanto tiempo. Acude ante una llamada.

Es defensa, es protección. Una muralla a la que no importa el desprecio por dejarse ver de tal forma. En tiempos líquidos, un fortín en busca de la estanqueidad. Casi un milagro en esta vorágine de venta de elixires milagrosos en forma de sensaciones supuestamente únicas. Por eso quizá resulte tan tentadora su oferta. Vuelve con lo de siempre. Lo normal.

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