Convicción

A veces resulta complicado saber por qué. Y es entonces cuando alguien dice: por convicción. Hay que bucear dentro de cada cual para encontrar motivos. Es cuestión de elegir. La convicción no es lugar donde quepan demasiadas cosas. Pero las que habitan allí dicen quiénes somos. Una lista selecta de rasgos. Eso somos.

¿Por qué cada cual elige unos pinceles y no otros? Genes y cultura se dan la mano allí dentro en una compleja convivencia. Se miran frente a frente y llegan a acuerdos. A veces casi imposibles, a veces sorprendentes. Pero fuera como fuera, lo que allí acaba parece sellado definitivamente. O no.

Porque hay quien observa grietas. No, ya no es como antes. La roca antaño seca por dentro ha comenzado a agrietarse. Las olas de relativismo golpean sin descanso. Dudas por todas partes, pérdida de referencias, todo para mañana. El horizonte se achica. Hoy la convicción está también en crisis. Como tantas otras cosas. Son tiempos revueltos.

Se vende la porosidad, el cambio, la adaptación. Mañana será un tiempo diferente, un lugar desconocido. ¿Cómo permanecer en la cárcel de la convicción? Se vende libertad empaquetada en múltiples formatos. Las cadenas de la convicción nos oprimen. No sirve como antes. Hoy parece que hay que salir de la cueva. Porque nos han convencido de que la autenticidad galopa fuera de nuestras zonas de confort. Touché. Hemos perdido.