El parque

by Julen

ParqueCompañero de gente mayor, refugio de la memoria. Las sillas de ruedas abundan. Bancos que escuchan y miradas a veces perdidas. Conversaciones imposibles, en fuga por el tobogán del olvido. Sigue ahí, sujeto a sus raíces, a la espera de sus inquilinos de media tarde. El parque.

Morada de espíritus que se mueven despacio. Un ambiente de tranquilidad, casi litúrgico. El sol del atardecer anima la parte alta. Mientras, el incesante ir y venir de los perros, ajenos a cualquier otra interpretación que no sea el juego. Y las niñas y niños igual. Son la otra parte, la que que retoza.

Cada banco espera a sus ocupantes. Despacio, se sientan. Conversan. A veces con sentido, a veces sin él. El banco, sin más, cumple con su función. Y escucha. Y calla. Deja que sus maderas se empapen del pasado, de la memoria. Nadie nunca preguntará su opinión. No son nadie. Solo un simple soporte. Para que todo suceda como siempre.

Cae la noche y el frío aprieta algo más. El parque se enciende y los mayores se desvanecen. Las llamadas al orden lo invaden. La disciplina de la cena con horario europeo. La rutina de volver, de decir adiós al parque, de dejarlo estar. Hasta el día siguiente. Si no llueve. Si no llueve. Si no llueve.

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8 comentarios

Rai 06/12/2015 - 17:38

Qué palabras más bonitas Julen. Qué suerte tiene ese banco y sus moradores/as de que andes por ahí, cerquita.

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