La memoria olvidadiza

A la memoria se le olvidó acordarse de aquel detalle. En algún sitio falló la conexión y fue el comienzo del fin. La memoria olvidadiza. La memoria de lo aleatorio, del capricho y la desesperanza. Cuesta abajo, sin nada que la retuviera, la memoria se despeñó en un viaje que nunca pareció terminar.

La mañana del día siguiente al del primer recuerdo fallido fue como las demás. Nada que diera una pista. Cada cosa en su sitio. Si acaso una leve sonrisa en los labios sin motivo aparente. Una mirada en busca del recuerdo y un presente que se alejaba para fundirse con el pasado omnipresente. Pasaron los días.

Los objetos mudan su piel y se reconvierten presos de un orden imposible. Siguen donde estaban pero nunca como antes. La percepción los transforma. Donde fueron dejan de ser y comienzan a habitar espacios imposibles. Los más nimios detalles se empeñan en resbalar por la memoria. Todo se retuerce preso de una ilógica tumultuosa.

El silencio progresa. La mirada profunda se reblandece. El futuro se diluye. Cada amanecer es un pequeño golpe donde más duele. El tiempo se escapa, irreal y constante. Dejamos de ser poco a poco. El azucarillo se disuelve. Adiós.