Hermigua desciende hasta el mar y a medida que lo hace las plataneras se hacen dueñas del terreno. Las ruinas del pescante permiten hacerse una idea de lo que fue esto en otros tiempos. Hoy la carretera que asciende hacia el Parque Nacional de Garajonay parece casi un milagro de ingeniería. Antes, nada de nada. Los plátanos salían por el mar, quizá el lugar más lógico teniendo en cuenta la orografía tan agreste del entorno.
En bici la subida hacia el alto de Garajonay, de 1.487 metros, es para tomársela con tranquilidad. Bueno, como casi todo en esta isla. No hay prisa. El día ha amanecido gris también cerca del mar. Cosa rara, porque casi siempre la costa asegura sol mientras que de medianías hacia las cumbres las nubes son la norma. Al comenzar a pedalear el suelo estaba bien mojado, consecuencia de las lluvias de la noche.
La carretera serpentea a través del pueblo mientras asciende poco a poco. Los bares están repletos de lugareños que comienzan la jornada de trabajo. Suave suave, hacia arriba, hasta que las casas desaparecen. Enseguida la vegetación cambia y los alisios casi permanentes obran el milagro. Helechos inmensos, fayal, brezal, toda una lujuria de la humedad. La lluvia horizontal lo hace posible.
Las finísimas gotas de agua se cuelan por todas partes. Pedalada a pedalada, el sudor se entremezcla con la humedad. Da igual dónde mires, todo es vegetación exuberante entre el gris de la niebla. Sí, es tierra fértil para leyendas y mitos debido al misterio que evoca esta bruma que se ha quedado a vivir aquí para siempre. Y la leyenda no es otra que la de Gara y Jonay. Arriba en la cumbre murieron sellando su amor.
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[…] por islas como estas es un buen reto físico. La Gomera sube hasta los cerca de 1.500 metros de altitud en Garajonay y La Palma hasta los 2.400 del Roque de los Muchachos. La orografía es complicada para moverse en […]