Archena se puso de tormenta ayer por la tarde. O sea, que vi llover. El cielo se llenó de nubarrones, tal como lo vimos el primer día que llegamos Alberto y yo a San Pedro del Pinatar para empezar la Transmurciana. Supongo que estos calores tienen que desembocar sí o sí en alguna que otra tormenta. Fueron cuatro gotas a media tarde. Mucha amenaza en el cielo para tan poco líquido.
La tarde de domingo languideció un buen rato. Casi nadie por el pueblo hasta que no dieron las ocho. Entonces empezaron a aparecer las cuadrillas de adolescentes con sus habituales elevadas dosis de decibelios. La edad es la edad. Por mi parte aproveché en el spa para recibir un masaje completo en las piernas. Espero que lo agradezcan.
A las siete ya estaba recogiendo la bici. Como la ruta pasaba por varios pueblos decidí desayunar en alguno de ellos. Mi primera opción era el Balneario de Archena pero aún estaba cerrado cuando he pasado por allí. Así que la opción ha sido Ojós. El bareto habitual donde los lugareños llenaban combustible etílico. Mientras, yo a lo mío con mi tostada con aceite, tomate y sal junto al té y el zumo de naranja. Gloria bendita.
El sol de primera hora dejaba estampas muy hermosas en el valle de Ricote. Abajo los naranjos y limoneros junto a las palmeras y arriba los montañones dorados por el sol. Muy entretenida la ruta por senderos y pistas escondidas entre la vegetación. Desde Ojós hasta Abarán y luego casi hasta Cieza el pedaleo es alegre y ameno jugueteando con el río Segura y sus curiosos azudes.
Al ser hoy la etapa algo más corta decido entrar a Cieza y callejear con la bici. Se ve animación, gente haciendo compras y charlas matutinas en las terrazas. Tras la Semana Santa todo parece volver a sus costumbres. Tomo posiciones en una de esas animadas terrazas y me avituallo ye que viene por delante 35 kilómetros sin ningún bar. Bueno, sin ningún pueblo, que lo mismo da.
La salida de Cieza nos hace coger altura. Esta parte final de la etapa encara varias subidas que nos adentran en cultivos de secano, almendros y ramblas. Vamos por el GR7, un sendero que recorre desde Andorra a Gibraltar y que, ya veis, nos señala el camino de Cieza a Calasparra. Enseguida la silueta del Almorchón domina durante muchos kilómetros. Muy bonita la bajada a la cola del Embalse del Cárcavo con senderos técnicos que después hay que remontar para ascender hasta el Peñón de Antonio. Vista espectaculares.
De nuevo otra bajada que alcanza una carretera por la que llegamos al embalse de Alfonso XVII con el río Quipar encajonado en un profundo desfiladero. ¡Me caen cuatro gotas! Y solo queda la subida final por el Camino Viejo del Pantano que desemboca en la depuradora de aguas residuales de Calasparra. Limpiamos la bici y al hotelito, que tiene muy buena pinta. Lavamos, tendemos y a comer.
Y es en la comida hablando con una pareja de Getaria y unos lugareños donde me entero de que Emilio Pérez Piñero, arquitecto que diseñó la cúpula del museo Daría en Figueres era de aquí, de la cultura de arroz de la zona y de que en Calasparra se celebran unos importantes encierros en una feria taurina de corte parecido a los sanfermines. Qué cosas.
Distancia recorrida: 68,54 km. Desnivel acumulado: 1.163 m. Tiempo de pedaleo: 4h 38min.
Enlace a datos completos de la etapa en Garmin: http://connect.garmin.com/activity/484157626
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