Absorbente. Nada más, solo esa luz descentrada. La almohada es un enemigo. La noche es una cárcel. Pero no hay puerta. Ni llave. La noche es inmensa, un verdadero gigante que lo devora todo.
Cierras los ojos. Pero luz sigue encendida. No hay manera de enterrarla porque no hay interruptor que la apague. No hay opción; no hay forma de alternar estado. No hay modo ON. No hay modo OFF. Solo es tu imaginación. Es lo que te dijeron en la consulta. Pero ellos no saben nada.
En el centro se intensifica. Por las esquinas siempre parece haber esperanza. La luz se dulcifica. Claro que tú sabes muy bien que solo es una trampa. Una manera de hacerte creer que el abismo tiene un fondo.
Te levantas. Y apagas la luz. Envuelta en sudor. Y en esa total oscuridad, al darte la vuelta en la cama, ahí está. No has conseguido nada. Tan solo confirmar que esa luz es producto de tu imaginación. Tan humana, tan cruel.
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