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En el museo de la escritura – Consultoría artesana en red

En el museo de la escritura

by Julen

14365 Pen PaperHubo un tiempo en que no había teclas. Papel y bolígrafo. Todo bien aprendido allá en las aulas. Una caligrafía que el tiempo iría apartando pero que marcó el comienzo. Unas líneas sobre las que desgranar las letras, que siempre pedían libertad y trataban de saltarse las guías. Al principio trazos temblorosos y luego puro automatismo. Aquel tiempo lo encerraron en el pasado. Aquella escritura se convirtió en carne de museo.

Las teclas volaron rápido sobre nuestra conciencia. Dispuestas siempre de la misma forma. Sin apenas diferencia de unas a otras. Ganaron la batalla porque se llevaron mejor con los errores. Aquellos tachones, aquellas anotaciones entre líneas, aquellas líneas que se torcían. Todo aquello quedó olvidado. Imprecisiones de museo que quedaron escondidas por un omnipresente deshacer. Llegó el momento en que todo tenía vuelta atrás. Y prometió no dejar huella. Tremenda falacia.

Nos lo vendieron como progreso. Los cuadernos pasaron a ser objetos de deseo y entraron en la habitación del capricho. Asumieron otro rol. Diferente. Sabiendo que no podían competir con las teclas se empeñaron en jugar en el territorio del corazón. Si la tecla era funcional, el cuaderno comenzó a ganar la batalla del sentimiento y de la estética. Por goleada. Se deshizo de su primigenio sentido para zambullirse en el mundo de los deseos.

Y al final la tecla invadió nuestra intimidad. Privacidad rota en mil pedazos, una mala jugada, un daño colateral. El progreso puso sobre la mesa el dilema. Y ahí el papel supo de nuevo que podría salir de las vitrinas del museo. Privado, íntimo, ajeno al radar del mundo moderno. Escondido a la mirada del gran hermano, el papel supo de su íntima comunión con el ser humano. Y calló. Silenció su mensaje y se dejó querer encerrado en algún que otro escondite del alma.

La imagen es de Matt Beckwith en Flickr.

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2 comentarios

Isabel 02/03/2014 - 07:34

Soy antigua, no he renunciado a las libretas.
Quizá más breves, pero con las mejores perlas, incluidas anotaciones y algún tachón que son como las líneas del boceto corregidas, que no borradas, de las que seguir aprendiendo.
Besos.

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Ana Aranda 02/03/2014 - 10:25

Como Isabel, no se si por antigua o por nostálgica, no logró ni quiero que mi «colectivo Apple» sustituya a mi «familia de cuadernos y cuadernillos».

Es más , la escusa de un curso de Sketchnoting en Madrid hace que me regale un fantástico fin de semana.

Sigo visitando, asiduamente, el museo de la escritura, con cariño y nostalgia.

Me resulta imposible olvidarme de mi regalo recurrente del día de Reyes «rotus, pinturas y cuadernos» 😉

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