La sala de espera

by Julen

Sala de esperaQuien más quien menos espera. Hay quien juega en el límite, hay quien reposa el tiempo con tranquilidad mientras el momento se acerca. De vez en cuando la mirada arriba, hacia el reloj. Solo han pasado dos minutos desde la última vez. Queda tiempo pero sin embargo el movimiento se repite. Otra vez los ojos buscan la hora. Ahora solo tres minutos más. Hay que esperar.

Los asientos ordenados militarmente. Una fila, dos, tres. Muchas, muchas filas que esperan a sus inquilinos. Asientos que esperan gente de paso, inquieta, con los nervios que provoca esa hora exacta como referencia. Siempre hay que llegar antes para rellenar un hueco en el que apenas pasa nada. Es el momento entre llegar y partir. Ahí en medio se acurruca la espera.

La sala baila al ritmo de los viajeros. Los asientes se ocupan y desocupan con ritmos variables. La gente va y viene, casi siempre sin sentido. La mente fija en la hora mientras el cuerpo recibe órdenes aleatorias. Los paseos se convierten en un deambular sin norte. Se arrastran los pies como se arrastra el equipaje. De ningún sitio a ninguna parte, en movimientos imposibles de predecir. La espera incita al automatismo. El cuerpo se despega del asiento y se mueve. Otra vez la mirada arriba. El reloj se empeña en no avanzar.

Un lugar para representar esa obra tan consustancial a nuestra época: la moderna adoración al tiempo. Siéntense y déjense llevar. Cada cual ha recibido un billete con una hora para participar en el juego. Todos saben que tienen premio. El único precio es la espera.

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