El futuro

Allá delante. Seguro que está allá delante. Inevitable, sigues pensando qué debes hacer frente a él. Siempre pensaste que sería obra tuya pero hace ya tiempo que eso se quedó en una ilusión. Llegas a intuirlo. Llegas a olerlo y sentir su latir. Pero se te escapa. No hay manera de dibujar las líneas con la que construirlo. Así que toca esperar.

¿Lo imaginas? Sí, pero igual que toma forma se desvanece. Intentas jugar con paciencia para darle tiempo y esperar que él mismo acabe aviniéndose a razonar. Pero es más fuerte que tú. Te vence una y otra vez. Juega con tu deseo porque deja que lo imagines pero solo para que sigas intentándolo. Enseguida regresa a su guarida y se esconde de miradas invasivas. Otra vez se escapa de tu campo de visión. Otra a vez a imaginar que imaginas.

Es un juego que por temporadas ocupa tu mente. Una pequeña obsesión con la que ocupar la vida actual. Sirve para salir de tu presente y olvidar la pereza que te invade. El futuro, esa gran esperanza. En vez de esperar, pruebas a tomar las riendas pero sabes que es inútil. ¿Entonces por qué continúas con el intento? ¿Qué oscuro placer obtienes de ese proceder tan infantil?

Sigo sin entenderte. Pero al fin y al cabo no tengo por qué hacerlo. Esperes o desesperes, cada mañana obtienes unas migajas de futuro. Y te conformas, vaya si te conformas. Te las llevas a los labios e imaginas el sabor que tendrá el futuro. Allí sigue. ¿Lo ves? ¿Lo sientes al menos? En fin, suerte tus los intentos. Disfruta de esa niña que llevas dentro. Mientras puedas, mientras puedas.