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El pelotón – Consultoría artesana en red

El pelotón

by Julen

Balon de la condesa.jpgNo era balón sino pelotón. Sobre todo en boca de nuestras madres. Una vida a su alrededor: jugar al pelotón. Un juego simple que repetía rituales una y otra vez. La algarabía de un grupo de niños, todos chicos, con una sola idea: el gol. Ahora con la distancia el recuerdo se simplifica. Una portería con dos piedras entre las que se contaban los pasos de distancia. Y vuelta a empezar. Un reducido número de combinatorias que marcaban el ritmo cotidiano. Dos equipos. Y vuelta a empezar.

Claro que había momentos y momentos. No era lo mismo la presión de treinta escasos minutos de recreo que una mañana de sábado. El recreo siempre se vivía bajo la amenaza de un silbido que acabaría con todo. Una autoridad insultante a la que no cabía sino plegarse y maldecir por lo bajo. Gritos y más gritos en un caótico partido donde el frenesí recorría cada instante. Ganar o perder no importaba tanto.

Era simple, básico. Fuerza bruta infantil. Sin ninguna segunda intención. Era lo que había. Más que opción, obligación. Y de ahí toda una vida a su alrededor. Fuente de poder según quién tenía pelotón. Y también expresión de maldad infantil, de soberbia. Un punto por encima de los demás. ¿De quién es el pelotón? Un primer e inocente ejercicio de segregación. Niños con pelotón y niños sin él. Y no digo nada si aquel pelotón era de cuero.

Se contaban historias de pequeños hurtos y oscuras traiciones a base de pinchazos. Envidias de niños con sus afrentas y despechos. Una pequeña sociedad plena de símbolos y rituales. Una jerarquía alrededor de aquel objeto esférico. Unos a un lado, otros enfrente. Unos con habilidad, otros a sufrir humillaciones. Era cuestión de supervivencia. No había opción. Había que jugar y tratar de hacerlo bien. Quizá éramos pequeños monstruos, crueles y despóticos. Pero eso solo lo supe con la distancia.

Quizá entonces ya jugábamos a sentir el poder. El poder del pelotón.

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