Lo que podemos y lo que debemos decir

by Julen

The wayLas cooperativas siempre han sido organizaciones socialmente densas. A veces el roce hace el cariño y otras provoca incendios. Al margen de lo que sucede en las cooperativas, creo que esta sociedad del sur de Islandia en que he vivido toda mi vida es esencialmente controladora. Las dinámicas de pueblo pequeño están aquí muy arraigadas: en el barrio, en la familia o en la empresa la gente te escudriña. Te miran, observan lo que haces y dices y en gran medida vives frente al permanente veredicto del jurado popular. Aunque no te lo digan.

Todo el mundo se conforma una opinión respecto a los individuos con que interactúa. Eso aquí eso es deporte de masas y motivo de muchos minutos de conversación. Y no son precisamente minutos de la basura. No, es tiempo en que el carácter se consolida. Miras, juzgas, evalúas y confrontando el juicio con los colegas en el bar o en la oficina, acabas siendo excelente aplicando psicología de garrafón.

En un mundo utópico supongo que habría más tolerancia con la crítica. Pero en el que nos ha tocado vivir, el pensamiento grupal vigila con intensidad. El deporte popular del juicio a todo individuo vivo -ya nos llegarán las alabanzas post mórtem– conforma el carácter del pueblo.

Pero lo que me resulta más curioso es que siendo tan criticones luego no aceptemos las críticas que recibimos. No sé si es pose es verdadero y hondo sentimiento. Una crítica supone la mayor parte de las veces una traición. Supone traspasar la línea que separa la amistad de la enemistad, el bien del mal, la amistad del odio. Y una vez traspasada esa línea entras en una dinámica de no retorno. Solo queda huir hacia delante y lanzar los dardos bien emponzoñados. Y afinar la puntería, claro. Y acertar con el momento justo.

Con el paso de los años -creo- tenemos la opción de que las críticas resbalen cada vez más sobre nuestra piel sin que nos humedezcan los sentimientos. Al menos es lo que bastantes veces intento aunque nadie me evita algunas tortas como es lógico. Conviene desarrollar la vertiente masoquista y disfrutar con las críticas. Primero a lo mejor suponen un deslizamiento vertiginoso por el tobogán del enojo y la oscuridad pero luego se convierten en el mejor de los combustibles para afinar argumentos.

Bueno, no sé si me explico. Las palabras se me escapan por los bordes mientras pienso en mi incontinencia. Va a peor. Las heridas necesitan encontrar la forma en que supurar. Si no, la olla coge demasiada presión. Y así no hay manera. Por eso digo a veces lo que quiero pensando que puedo y hasta llego a hacer daño. Perdón. Disculpas. Lo siento.

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9 comentarios

Oscar 22/09/2012 - 08:52

Hola Julen,

Interesante post ya que entiendo que son nuestros propios juicios los que hacen de radar y en cierta manera hacen de motor , o de freno y nos permiten movernos por el mundo, ahora bien, sin ser un experto en la materia, ni muchísimo menos,me parece importante tener presente que cuando enjuiciamos, lo hacemos desde nuestra perspectiva, desplegando toda nuestra mochila de experiencias, y es precisamente ahí, donde podemos cometer un error de bulto, ya que no deja de ser una idea filtrada por nuestro propio observador.

Siendo consciente de esto, se nos puede abrir una oportunidad al intentar ponernos en el observador del otro, esto nos puede ayudar a empatizar la visión del otro y desde allí construir juntos, pero ya desde un observador nuevo, llegar a crear nuevas realidades.

En un curso , nos planteaban también una cuestión que me pareció muy interesante, esta pasa por hacerte la siguiente pregunta, cuanto de lo que estoy criticando del otro hay o no hay en mi? Esto puede ayudarnos a conocernos mejor y comprender el funcionamiento personal de cada uno.

Lo que si creo , es que la critica per se, no conduce a nada, todo lo contrario, es cuando realizamos una critica constructiva con datos cuando podemos canalizar las emociones para continuar avanzando.

Un saludo,

Oscar.

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Julen 27/09/2012 - 05:20

Buen ejercicio el que comentas, Óscar. Ponernos en el lugar de la persona que tenemos enfrente y partir de la crítica para cuánto hay en nosotros de lo que parece que vemos en los demás. Desde luego que la empatía es una de las mejores medicinas para mantener un buen estado de salud mental y emocional.

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Isabel 22/09/2012 - 09:02

“un deslizamiento vertiginoso por el tobogán del enojo”

El símil es fantástico. No está mal una parada en modo infantil para bajar repetidamente por el tobogán hasta que ya el aburrimiento nos dirija la atención hacia otro lado.

Recuerdo que cuando nos conocimos fugazmente en Santiago yo te preguntaba por algún grupo de Linkedin y me habías comentado lo de la endogamia. Yo no tenía, ni tengo, esa sensación, al menos no más que con otros lugares (entendidos como espacios, personas y sus relaciones). Pero tal vez se deba a esa sensación de extranjería derivada de mi tendencia constante al viaje (aunque sea sin desplazarme).

Los años ayudan a relativizar sí, pero es una suerte que ciertas cosas sigan doliendo porque lo contrario sería un signo de insensible prepotencia, ¿no? Lo que sí permiten es separar aquello que pueda haber de indicios de verdad, y digerirlo, de lo que son las propias motivaciones y creencias. El reto es encontrar el tiempo justo que hay que dedicar y continuar con otros procesos de desarrollo.

Me ha encantado. Saludos!

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Julen 27/09/2012 - 05:18

La tendencia a viajar es muy sana y no siempre necesita de grandes medios de transporte, ¿verdad? Es un buen estado de ánimo: en viaje permanente. Ánimo, que somos pocos y pasamos desapercibidos.

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Iván 22/09/2012 - 10:09

Nunca me han gustado demasiado los grupos grandes, también he descubierto que prefiero el trato cercano con los individuos, No entiendo muy bien el post Julen, pero creo que pasa en sitios de provincias o de pueblo más que en sitios grandes o cosmopolitas… En lo de las Cooperativas y lo que lo rodea me parece bueno desde una mirada empresarial y como medio de empleo vinculado al terruño. Es una sociedad buena para trabajar y aprender, pero siempre me ha parecido una sociedad muy cerrada y probablemente de los ambientes más endogámicos que conozco. En curro les va bien y eso quizá es bueno o extraordinario con una mirada económica, pero en lo social desde mi punto de vista siempre he visto en cierta forma como una sociedad cerrada con respecto al de fuera y donde tuve que buscar el contacto individual. Sobre las críticas que comentas en el mail pues decirte que si uno escribe, o anda en mil saraos son inevitables, así que adelante. Un abrazo desde la mestiza Estambul 🙂

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Julen 27/09/2012 - 05:15

No te queda duda que el mundo de las cooperativas de MONDRAGON es muy endogámico. Mira mucho hacia dentro, hacia lo local. No es malo ni mucho menos porque muestra preocupación por el lugar en donde tienes las raíces. Dicho eso, hace falta que corra más aire, ¿no?

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Amalio Rey 23/09/2012 - 12:12

Oye, Julen, todo eso que comentas del «sur de Islandia» donde vives es literalmente extrapolable al «meta-Sur» donde yo estoy. Por aquí es igual, o peor. Se supone que somos más extrovertidos, pero en realidad los juicios críticos fluyen por canales muy compartimentados. Y las disonancias entre lo que nos dicen, y lo que opinan de nosotros… pueden ser gruesas. Pero ya sabes, con los años vamos aprendiendo que lo más importante es sentirnos bien con nosotros mismos. La madurez tiene esa ventaja, y a mí, honestamente, me resbala cada vez más la palabrería superficial del que juzga sin molestarse en conocer de verdad de lo que habla. Y el que critica con fundamento… es bienvenido. Sé que nos ayuda a ser mejores, y así lo veo 🙂

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Ibai 27/09/2012 - 14:53

Aupa Julen,

Cambiando cooperativa por otro concepto, en este post aparece reflejada mi realidad al 100%. No solo se critica, sino que se juzga, la mayoría de las veces sin tener una base formada o información suficiente para hacerlo. Y en ese momento se traza una raya, de los que están a favor o en contra, obligando en muchos casos a posicionarte.

Por mi parte he decidido revelarme y no tomar parte en ninguna crítica en la que no esté delante la persona criticada, y pueda al menos dar su versión de los hechos. Algunos ya han empezado a mirarme raro…

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Julen 11/10/2012 - 07:10

No es mala opción, Ibai. Depende en qué territorio te muevas, la crítica la puedes hacer con más tranquilidad o con más cuidado. Y en las cooperativas, el control social es el que es, para bien y para mal. Ánimo, que somos muchos «raros» por el planeta jajajaja

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