La tarde se pasó en San Esteban callejeando, con una visita al hotel instalado en el antiguo convento y una agradable conversación con la chica que atendía en la oficina de turismo, de donde salimos con unas gorras del camino pelín cutres y con unas pulseras de cuero con la inscripción «Camino del Cid». Estuvimos también echando un vistazo a los materiales de video que Alberto ha ido grabando y a algo más de 800 fotografías que hizo «sin querer» por una configuración incorrecta de la cámara de video. Por supuesto, aparte de paisajes, el menda es el modelo de la mayor parte de las fotos 🙂
En la casa rural su dueña ha tenido el detalle de prepararnos el desayuno a las 7:30. Así que para las ocho ya estábamos pedaleando, con lluvia fina que nos ha acompañado toda la etapa. Presagiaba peor el tiempo de lo que ha resultado. Nos hemos mojado, pero nada comparable a lo que nos cayó la semana santa pasada en Andalucía.
Nos hemos liado un poco para salir de San Esteban y eso ha hecho que no hayamos entrado al Burgo de Osma, pero en su lugar hemos podido charlar un rato con un agricultor que trabaja en una inmensa finca de manzanos que se extienne en una vega cercana a La Rasa y Navapalos. Espectacular la plantación con miles y miles de manzanos de diferentes variedades, algunos todavía por ofrecer sus primeros frutos y otros que ya los han dado. Y lo más curioso de todo, el agricultor nos ha explicado que de esa vega despegaban aviones en la guerra civil «para bombardear vuestro país» (sic).
Tras dejar la vega se llega enseguida a Navapalos, un pueblo casi fantasma, mayormente despoblado y un tanto sobrecogedor. Tremendo lo de estos pueblos con sus casas derruidas y un hermoso cartel del Camino del Cid. Progreso que deja atrás ciertos modos de vida. Hemos hecho algunas fotos y hemos abandonado el pueblo para subir un pequeño puerto con unas vistas espectaculares sobre la vega de los manzanos.
Más adelante, preciosa la estampa de la fortaleza de Gormaz con el Duero a sus pies. Hemos subido por detrás para luego retomar el camino por un entretenido descenso entre piedras. De ahí a Berlanga de Duero donde ha caído medio bocata de tortilla de jamón en un bar de la plaza y donde después hemos sellado el salvoconducto, donde junto al número que lo identifica ha quedado escrita la palabra «gorra» para que quede claro que ya nos han dado y que no tenemos derecho a más regalitos 🙂
Desde Berlanga toca subir primero hacía Brías y luego hacía Abanco, un pueblo con cuatro casas y una impresionante iglesia frente a una casa palaciega. De ahí hasta Retortillo el tiempo seguía amenazante y nos dejaba lluvia pero en ningún caso molesta. Eso sí, tengo una tendinitis incipiente en el músculo isquiotibial de la pierna derecha creo que por un problema con el pedal automático (esto lo digo tras recibir consejos de Iñaki, el consejero espiritual de Alberto para estos menesteres).
En fin, a ver qué tal mañana. Ando con hielo, antiinflamatorios y rogando a Santa Bárbara para que no truene. A ver si podemos seguir suave suave…
2 comentarios
Que no se diga, Pater, que alguien de la fabulosa cosecha del 64 empieza con problemillas por pedalear un poco 😉
(eso sí, hasta yo me canso leyendo las crónicas, jeje)
Es que he dado mal los pedales. Tengo clara la causa y entono el mea culpa. En este caso sé de dónde viene el asunto. Tenía que haberlo revisado antes. Cuestión de pedales automáticos mal majustados.