Respetar los ritmos naturales

by Julen

Es más que evidente que hemos endiosado la velocidad. Hacer algo en menos tiempo es sinónimo de eficiencia. En buena medida la competitividad se mide con unidades de tiempo. El time to market que uno estudió hace muchos años ha ganado puestos en la clasificación de lo más venerado empresarialmente.

En buena parte hacer en menos tiempo supone poner en riesgo «disfrutar» de ese tiempo. Porque parecería que este es el enemigo a batir. No es un aliado sino una variable que estorba y que debemos minimizar. En general, la ambición de un proyecto se mide por los plazos que plantea. Aunque, por supuesto, la presión de los costes también influye: más horas más dinero. Así que no, de eso nada, no puedes tardar tanto en hacer eso que dices.

Sin embargo, hay ritmos naturales que tiran en sentido contrario. El crecimiento de un ser vivo sigue la misma dinámica desde hace miles de años. Bueno, también es verdad que no soy mal pensado sino realista cuando veo que las granjas de animales destinadas a alimento humano pasan de ser «granjas» a ser «fábricas». Y el time to market bendito sigue presionando. Miedo da adentrarse en esos territorios. Pero ahí están y son las carnes que tú y yo comemos (si quieres saber algo más echa un vistazo al ensayo La Bella Durmiente que María ptqk incluyó en su día en Soft Power).

Los ritmos naturales son tozudos. En terapias para modificar conductas humanas aparecen sobrevolando la curación. Hay un proceso sistemático, progresivo, que avanza poco a poco. Bien que puede producirse un desencadenante que acelere el proceso. Pero el tiempo transcurre según pautas lógicas. Y las prisas no son buenas compañeras. Acelerar muchas veces se traduce en curarse a medias. Las recaídas siempre estarán al acecho.

En las empresas la carrera contra el tiempo es axioma. En Internet más aún. En un lugar donde fijar la atención es casi imposible, el tiempo en conseguir visitas, followers o lo que sea es una vara de medir qué tal haces las cosas. Lo quiero y lo quiero ya. Y pedir es gratis. Impaciencia, urgencia, velocidad. Muévete y haz, que no están los tiempos para andar despacio.

El moderno dios de la competitividad sigue ahí: más con menos. Aplicado a la gestión de recursos perecederos tiene sentido. Pero es el mantra que nos persigue en cada rincón: una lucha contra el tiempo. Alargamos en valores absolutos el tiempo que vivimos y, en cambio, nuestra percepción es la de que no hay tiempo para nada. Al querer hacer muchas más cosas en la misma unidad de tiempo, la percepción es que ya no hay tiempo. Antes sí, antes lo había hasta para dejarlo pasar.

La competitividad moderna es una lucha contra el tiempo. Mientras, los ritmos naturales siguen su curso. Curiosa pelea.

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2 comentarios

Prudencio Lopez 22/09/2011 - 20:19

Gracias, Julen, como tantas vences, por bajarme de la nube. Tomo buena nota para utilizar lo que mi inteligencia me pueda ayudar para seleccionar lo que de verdad hago que me enriquece, tanto como persona, profesional, como me ayuda a tener mis necesidades cubiertas. Y lo demás dedicarlo a enseñar, pero sólo a quien esté verdaderamente interesado en aprender.
Ayer te vi en Alicante, en tu conferencia. A la próxima espero poder saludarte personalmente. Un abrazo.

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Julen 26/09/2011 - 19:01

Hola, Prudencio.
Seguro que habrá alguna otra ocasión de saludarnos personalmente, que este mundo es pequeñito 😉

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