Vuelta a la normalidad: el espectáculo del paro

by Julen

Royal WeddingTras el periplo transandalusero toca retomar la actividad cotidiana. Hay que repasar tareas pendientes, actualizar compromisos, leer textos que han quedado marcados para cuando tuviera algo de tiempo, planificar la participación en diversos saraos… Vamos, lo de siempre. Y eso sí, confirmar que en la vuelta a la realidad, la sociedad del espectáculo brilla poderosa mientras muchas personas pierden la batalla por disponer de una actividad laboral, sea la que sea.

Lo de la boda real británica seguro que le da a Christian Salmon y a Gilles Lipovetsky para escribir otro par de libros a cada uno. La realidad se ficciona para deleite del pueblo. El gasto se convierte en inversión. La realeza, ese anacronismo boyante de pleno siglo XXI, interpreta sus mejores escenas ante las masas. Millones de audiencia, portadas para la prensa y una atención mediática que, en definitiva, lucha con lo mejor de la ficción. Es economía, estúpido.

En paralelo, por aquí las estadísticas hablan de casi cinco millones de parados. Y surge, por tanto, la gran duda: ¿qué titular ofrecer? Triunfa el cuento de hadas, la evasión, el final feliz. ¿Para qué colocar delante esa realidad oscura y fea que nos avergüenza pudiendo mostrar un dedo real con un anillo que seguramente no está comprado en el baratillo? Pues eso, a fin de cuentas, la noticia es la noticia, vende periódicos y consigue audiencia. Y eso es economía real. Para que te enteres. No solo del paro vive el hombre.

Por cierto, la bolsa subió ayer también. Los datos de paro esta vez parece que no afectan a los movimientos de dinero de los inversores. La actividad laboral es un mal necesario para que las empresas consigan beneficios. Lo disfracemos como queramos. La macroeconomía se aleja de la ciudadanía rasa y ofrece un guión donde las personas son, no ya actores secundarios sino que reciben unas migajas en forma de extras. Se necesitan para que la película funcione pero como algún día lo digital consiga colocarlos sin corporeidad presente, adiós al dinerillo por ser extra.

Así que de nuevo me pongo con mis cosas. Tengo trabajo. Qué suerte que tengo. Estamos en la parte afortunada. La campana de Gauss nos coloca en el lado bueno, en el que mañana hay más y más proyectos por acometer. Mientras, en la gran zona normal de la campana se agolpan los prescindibles. Gente que trabaja pero que pude dejar de hacerlo en aras de una economía de ficción. Tan real que asusta. Y no debería ser yo quien dejara de tener miedo, que también viajo en el mismo barco.

Artículos relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.