Ciudades amables, ciudades en bicicleta

by Julen

Acabo de terminar de leer un libro curioso, Diarios de bicicleta, publicado en Reservoir Books y escrito por David Byrne, quien fuera líder de los Talking Heads, el típico grupo de aire intelectual con puestas en escena elaboradas y que a mí personalmente me gustaba bastante. Claro, ya, tengo 46 años y me voy para atrás en el tiempo 😉

Resulta que este hombre es un ciclista urbano empedernido. El libro recorre su particular punto de vista acerca de una serie de ciudades en las que ha podido pedalear. Es un abanico que incluye desde Manila hasta Berlín, pasando por urbes clásicas como San Francisco, Londres o Nueva York. David Byrne nos deja sus reflexiones personales que van mucho más allá del lado «ciclista». Un libro curioso.

Entre las reflexiones hay mucho de valoración acerca de cómo nos relacionamos, de la situación política, de la cultura y el arte. Y también sobre cómo estamos construyendo nuestros espacios urbanos. Estoy seguro de que este hombre habrá leído a Steven Johnson porque veo muchos paralelismos con la obra de éste último.

El libro se lee fácil y es una forma de trasladarte con la imaginación a los lugares que nos va presentando. No esperes una intensa prosa descriptiva sino una combinación de reflexiones personales con apuntes sobre carriles bici y actitudes de peatones y conductores hacia quienes usamos las dos ruedas para movernos por una ciudad.

Os dejo con unas líneas típicas de Byrne en las que hace una loa al mestizaje y a la lógica de que todo resulta más interesante si en vez de levantar edificios que miran a la seguridad nos dedicamos a construir vías que contribuyan a «llevarnos bien». Simple, ¿no? Eso representa una visión desde una bici en una gran ciudad: una alternativa para llevarte bien con ella y conocerla de una manera diferente. Esto nos dice David Byrne sobre lo que está sucediendo allá en la desgraciadamente famosa zona cero de su ciudad, Nueva York:

El nuevo World Trade Center se está construyendo sobre un búnker de hormigón sin ventanas de treinta plantas. Un monumento al miedo: una vuelta simbólica a la forma de pensar medieval y a las ciudades amuralladas. Aunque estemos unidos y conectados de muchas y nuevas maneras, hay quienes siguen construyendo enormes muros y fortificaciones que en realidad no nos protegerán de alguien lo bastante listo y decidido. En la actualidad, los muros y las barreras de hormigón no son una forma de protección eficaz: nada lo es. Toda esa interconexión que facilitó gran parte del surgimiento de grandes fortunas durante la pasada década, permitió también una interpenetración generalizada en todos los ámbitos, de manera que ninguna persona ni edificio está ya realmente aislado o a salvo. La única seguridad radica en llevarse bien.

Bola extra, Once In A Lifetime, años atrás en el tiempo:

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