Sol de brujas

by Julen

Había llovido. Viento suave del Serantes. Domingo por la tarde. Las nubes corrían alocadas y se ennegrecían para jugar a la amenaza. Sólo hay que volver cuarenta años atrás. Parecen muchos años pero el recuerdo huele a fresco. Porque también hay olor. Supongo que es algo que desapareció, perdido con el progreso.

La tarde es el hueco entre trabajo y trabajo. Los animales sestean mientras se abre un espacio para hoy observar lo que otros días es trabajar. Es una especia de inspección atenta pero que toma distancia respecto a la actividad frenética del resto de días. La tierra mira de reojo; sabe que hoy también descansa.

Hay agua. Es ominipresente aunque humilde. Porque puede esconderse pegada a unas hierbas o hundirse en un suelo que nunca recibe tanta como desea. Esa agua es parte fija de la imagen, más bien anclada a lo invisible, pero ahí está. Contrasta con la velocidad de las nubes, casi el único movimiento que soy capaz de percibir en el recuerdo.

Y entonces, como todas las tardes de todos los días de la primavera, un chorro de luz cruza el cielo, inmenso y poderoso. Al fondo, si hay suerte, aparece también el arco iris. Felicidad infantil simple, sentida e inexplicable. Son las cosas de los niños, a los que siempre nos dijeron que aquel sol era de brujas. Desde entonces se quedó a vivir en mis recuerdos.

————-

La foto en Flickr es de titoalfredo.

Artículos relacionados

1 comentario

jose 02/05/2010 - 13:38

Da gusto encontrar estas píldoras, al menos a mi, me dejan con muy buen sabor y me transportan a rincones olvidados de la memoria de la niñez. Te felicito ….

Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.