Frío

by Julen

Me voy desencontrando con el frío a medida que pasan los años. Sólo lo quiero para dejarlo a un lado. Y antes no era así. El frío, la sensación de frío, siempre tuvo su rincón agradable en algún lugar de mi fisonomía. Pero el frío sube y escudriña esquinas y se cuela donde no debe. Ha perdido respeto por todo. Invade, avasalla, expolia lo que encuentra a su paso.

Se va a los extremos. Pies y manos comienzan el aviso: estamos saliendo de la zona placentera. El frío baja deprisa y se queda a vivir en mis pies. Allí rebusca su hueco, maldice mi suerte y se acurruca en una morada que nadie le ofreció.

Llega serio, sin contemplaciones. El frío no sabe de educación ni urbanidad. Campa a sus anchas mientras mis manos se quejan. Es un frío diferente, que se ha ido haciendo arisco con el paso de los años. Un amigo que se enfadó no sé muy bien por qué. Antes no era así. El frío acompasaba su ritmo al de mi actividad. Se acercaba tranquilo y aunque sabía de su superioridad, nunca antes era tan descortés como ahora.

El frío se ha avejentado, le han salido arrugas y ha ganado en mal humor. Se ha vuelto huraño y esquivo; ya no acepta conversación. No me gusta su actitud. Y aunque sé que a veces puedo tumbarlo con mi actividad, parece que tengo la batalla perdida. No quiero pensar, de todas formas, que no podamos volver a reencontrarnos. Nos queda mucho por delante como para ser enemigos de por vida.

La foto: http://www.flickr.com/photos/sonnentau/86430487/

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3 comentarios

Germán 15/12/2008 - 09:40

Que frio, … no se yo si es cierto esto del calentamiento del planeta, me cuesta entenderlo en estos dias.
A mi tampoco me gusta nada …

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[cumClavis] 15/12/2008 - 13:39

No te digo el frío que hacia este fin de semana en la Garrotxa. Se me heló la cadena de la bici…pedaleando!!! 😉

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Lula Towanda 21/12/2008 - 10:17

El roce no hace el cariño, diez años de compañía en mi internado con el frío han generado enemistad.
El pasado lunes mi marido me colocó el marrón de comprar un billete de lotería en Doña Manolita y pase una hora de reloj en la cola a una temperatura infame, como en Moscú.

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