Cambiar o no cambiar, empresa o administración

by Julen


Tenía pendiente (entre otros tres mil millones de cosas), escribir una reflexión a cuenta de un par de comentarios que dejó Rocambole en este blog tras las ponencias que presentamos Alorza, Hontza y el menda en Q-EPEA, el congreso sobre la excelencia en las administraciones públicas allá a finales del mes de mayo pasado. Rocambole decía en su comentario:

En este momento tengo entre manos un proyecto que basado en la filosofía 2.0 gestione el conocimiento de la organización y las personas añadiendo valor y consiguiendo mejorar los resultados (verás que las referencias a la charla de Alfons Cornella me ha quedado que ni pintadas).
El problema es que es una empresa pública y cuando presente el proyecto, me temo que van a empezara poner puertas al campo.

Que si cómo van a opinar de esto.
Que habrá que filtrar o supervisar o censurar algunas aportaciones.
Que eso de conversaciones sí pero entre pares que la jerarquía está para algo.

He copiado de alguno de vosotros la frase: El riego hay que asumirlo y gestionarlo, no evitarlo.

Es esto posible en una empresa publica?
¿Conocéis algún ejemplo que me pueda servir de referencia o como argumento si hay reticencias?

Disculpas, porque quizá voy en plan destructor. Pero la primera reflexión es hasta qué punto tiene sentido comenzar proyectos en los que no diseñemos la participación de sus protagonistas desde el origen (que no sé si es el caso). Es decir, antes de nada, antes de que empecemos con nuestras maravillosas propuestas, ¿dónde está la gente que va a ser la protagonista del proyecto? Porque me temo que si necesitamos «venta» es porque no quieren «comprar», ¿no? Las estanterías están llenas de preciosos proyectos con un problema común: quizá la gente no quería cambiar.

Si yo tuviera entre manos un «proyecto que basado en la filosofía 2.0 gestione el conocimiento de la organización y las personas añadiendo valor y consiguiendo mejorar los resultados» y tuviera miedo de que me lo aceptaran, deduciría que el problema no está en el proyecto, sino en el envoltorio. El problema está en actitudes previas. Somos un resorte más de la máquina que dispara proyectos a la ciudadanía de a pie. Y como son tantos los disparos han decidido colocarse un chaleco antibalas que funciona a la perfección. Así que una alternativa es dejar de disparar.

Pero, claro, puede ser que la gente necesite cambiar y no se hayan dado cuenta de eso. Bien, no es tan raro. Pero no lo vamos a solucionar con nuestro estupendo plato preciosamente decorado. O conseguimos que la gente entre a la cocina y sientan que participan en la elaboración del plato o lo vamos a llevar crudo. Querer cambiar es el mejor predictor de éxito en el proyecto. Y no querer cambiar es el mayor predictor de fracaso. Si no podemos influir sobre el deseo de cambio de las personas, entonces no te hagas mala sangre. No merece la pena.

Para mí, empresas y administración pública no muestran demasiadas diferencias en cuanto a su percepción respecto al cambio. No son organizaciones, son personas. Es mi argumento. Cada vez soy más incapaz de ver departamentos, estructuras, entidades. Veo personas. Personas por todos los lados. Gente que a veces tiene interés y a veces no. Pero mucha, mucha gente tiene interés. Otra cosa es que les dejen canalizar su interés hacia algo provechoso.

Quizá debamos derribar y luego construir. Ayer mientras charlaba con Borja camino a Bidart, ya lo comentábamos: hay mucha hipocresía por todas partes. La gran mayoría de la gente pasa de rollos en el trabajo. Entre todos hemos convencido a esas personas para que no den de sí lo que podrían en el trabajo. Pero pueden estar en la empresa privada o en la administración. No veo diferencias desde las personas. Por mucho funcionario que me quieran contar que hay, en las empresas, si me apuras, hay los mismos.

Una alternativa en proyectos de cambio es usar la mano izquierda e ir hacia adelante toreando al poder constituido. Junto a ese poder constituido hay poder constituyente, que nos es mucho más útil. Hay que moverse con habilidad en las cenagosas aguas de la influencia política. ¿Quién tiene que dar el visto bueno a un proyecto?, ¿quiénes son prescriptores?, ¿quiénes lo pueden bloquear? Pues ya sabes con quien debes charlar, tomar café o lo que quieras. Tienes que dedicarles tiempo.

Seguramente sobreorganizamos las cosas. No descartes que el problema venga de aquí. Tantas cosas me dices que mi iniciativa se va a apagando porque, total, ya me dices tú cómo tengo que hacer las cosas. El sistema «garantiza» que las cosas se harán suficientemente bien, da igual quién lo haga. Así que el sistema neutraliza la capacidad de influir de la persona. La deja reducida a mínimos. Entonces las personas dejan de pensar, el sistema lo hace por ellas, aunque sea un sinsentido lo que proponga. Procedimiento, instrucción, formato. Así es como hay que hacer las cosas.

Yo tengo poca experiencia con la administración pública, pero si miro actitudes de personas en el Servicio de Innovación del Departamento de Innovación y Promoción Económica de la Diputación Foral de Bizkaia (mira que es largo decirlo), diría que son realmente positivas. Hay personas que quieren hacer cosas, que buscan alternativas y que se mueven en terrenos a veces inexplorados. Tengo la sensación todo el tiempo de que siempre hay capacidad de propuesta. Tengo la sensación de que hay vacíos que pueden cubrirse si se proponen proyectos adecuados. Porque a medida que subes por las estructuras, la gente no se entera. Es una oportunidad.

Pero no hay soluciones genéricas. No hay nada que no te diga el sentido común. Quiero pensar que hay una selección natural de clientes cuando haces consultoría, que acabas trabajando con la gente con la que te entiendes. Sin perder el sentido crítico (lo perdemos demasiadas veces porque nos cegamos con nuestros argumentos) y con unas cuantas convicciones de partida.

No sé. A veces pienso que no digo nada, que es un discurso monocorde, constante, aburrido, machacón. Una especie de espiral que se mueve en un único plano y que no termina nunca. Esa sensación de estar en el mismo sitio desde hace mucho, mucho tiempo. Es lo mismo de siempre. No estaría de más que cambiáramos de discurso, porque de tanto decir lo mismo, al final, no decimos nada.

Tacho de mi lista de pendientes «Post tras comentario de Rocambole». Suerte.

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4 comentarios

r.a. 18/06/2008 - 10:03

Salud!

Me dejo llevar por un arrebato de empatía, con los dos -con Rocambole y con Julen- y sin dejar de reconocerme en lo que ambos planteáis me permito la osadía de sugerir algo: hacer.

Coincido contigo, Julen, en lo de las personas.

Y como de personas hablamos, eso de la prescripción, dar ejemplo era lo que me decían cuando era pequeño, encierra una potencia que, en muchas ocasiones, no sé si acertamos a valorar en su justa medida.

Esa puede ser, a mi juicio, una forma de empezar. Redefinir el proyecto adaptándolo a nuestras posibilidades, las personales. Y arrancar.

Luego, si la propuesta es valiosa, si el proyecto realmente posee el valor que ‘vendíamos’ -vivimos una época en la que casi todo el mundo está a la que salta- llegará el momentico de otra de las cosas que nos convierte en humanos: la pasión por el caballo ganador, el reparto de medallas y eso que tiene tanto que ver con la sana/insana emulación…

¿No creeis?

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Ivan 18/06/2008 - 11:29

OLÉ Julen

en la Administración si que lo veo complicado,-aunque no imposible-

por el ministerio de justicia debian ir ya pensando en digiltalizar archivos…a este paso quizá para 2020…

llevo varios días llamando a Madrid para unas gestiones ,he tenido unos problemillas, y al teléfono personal de las personas que necesito,imposible encontrarlos….seguir intentándolo es absurdo,asi que aprovechando que esta semana no hay master,me tengo que presentar en persona en Madrod para arreglar el desaguisado en persona ,en época de Internet….
demasiada burocracia,el asuntillo es importante para mi

primer año que en España salen los préstamos renta universidad para finaciar postgrados oficiales,vamos un poco retrasados en esos temas con las cercanias de Islandia y alrededores…

al respecto de la administración,una preguntilla

¿ sigue siendo viable que alguien se » chape» x capitulos de varios temas ,los vomite,apruebe y pase de ser opositor a trabajador de por vida-….?el problema es que muchas veces condiciona la VIDA de ciudadanos….

salu2

Iván

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Alorza 22/06/2008 - 11:51

Llevas mucho tiempo dando vueltas sobre estos mismos asuntos, pero con cada vuelta aprietas más la tuerca (o la sueltas más: elige tú mismo la metáfora).

Este post me parece particularmente acertado.

Detecto un tono más pesimista que de costumbre en tus últimas intervenciones, ¿me equivoco?

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Julen 23/06/2008 - 06:43

r.a., «hacer» es un sano consejo. Hacer y rehacer, ver lo que pasa, prestar atención a los efectos. Pero «hacer».
ivan, la forma en que se oposita es demencial. Algún día tendremos que parar los pies a esa aberración.
alorza, detectas bien, detectas bien.

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