Insostenible Parque Tecnológico de Zamudio

Ayer escuché en los medios un estudio sobre movilidad que ha elaborado la Consejería de Transportes del Gobierno Vasco. Cada año asistimos al paripé del día sin coches o la semana europea de la movilidad, con un completo despliegue publicitario institucional. Mientras este folklore se organiza, continúan las napoleónicas infraestructuras para que todos los coches puedan encontrar su hueco en las carreteras. Aquí en Bilbao el terreno se ha convertido en un auténtico queso Gruyère donde bajo cada plaza hay un parking, con la consiguiente inauguración en fechas preelectorales.

Y mientras todo esto sucede, por si acaso, vamos a dejar las cosas claras y desatar la guerra: multaremos a peatones que osen andar por el carril bici y a los ciclistas urbanos que osen invadir las aceras. Eso sí, para que no se quejen unos y otros, todo muy igualitario: 30 euros de multa en ambos casos. Nada de discriminación. Pero estas guerras no impiden exhortaciones vehementes al cambio radical:

En una comparecencia en Bilbao, la consejera de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno Vasco, Esther Larrañaga, ha subrayado la necesidad de cambiar «drásticamente» la política de transporte e infraestructuras para «avanzar hacia una movilidad cada vez mas sostenible», cuestión que ha calificado de «asignatura pendiente».

Y por supuesto que aquí en Bilbao vivimos en una sociedad comprometida donde vamos de éxito en éxito a la hora de concienciar y de dar ejemplo:

El pasado año la jornada «sin coche» fue un «éxito total», según ha afirmado Julia Madrazo, recordando que «600 bicicletas tomaron el centro de la villa, el ruido se redujo en 4 decibelios y las entradas y salidas de vehículos descendieron una media del 6%».

Pues nosotros tenemos aquí la punta de lanza de la investigación aplicada del mundo mundial: el Parque Tecnológico de Zamudio. Yo trabajé allí a principios de los 90, cuando no había explotado la fiebre de tecnologizarse. Éramos cuatro monos. Hoy es el día que te caes de espaldas viendo la ingente cantidad de coches que entran en ese parque cada día. Allí brillan refulgentes la responsabilidad social corporativa y los modelos sostenibles de negocio. Pero el caso es que resulta un verdadero despropósito la locura automovilística que encierra.

Claro que todo tiene que ver con el transporte público y con la educación. Son los dos pilares que deberían provocar el cambio. El desplazamiento a pie en este país sólo se recomienda tras dar altos niveles de colesterol y glucosa en sangre. Entonces el matasanos de turno te exige que o paseas o al hoyo. Y cualquiera se queda impasible ante tales amenazas. Así que a pasear. El problema es que esto les sucede, sobre todo, a jubiladas y jubilados. Pero para muchas personas el desplazamiento a pie al trabajo es una quimera. Que vivimos en la cultura del adosado pocero, el toterreno y los chorizos parrilleros.

Por supuesto que una alternativa mucho más interesante es la bici. En esto esperemos que los Erasmus que aterricen en Alemania, Holanda o Francia observen cómo sus congéneres usan la bicicleta como medio de transporte habitual para el desplazamiento dentro de las ciudades y hacia los campus universitarios. Y sí, en Alemania llueve más que aquí, hay que joderse. Porque en esta zona del sur de Islandia la bici es para picarse y para subir Urkiola, nada de mariconadas de paseítos. Aquí somos hombres, hostias.

La educación seguramente es un cimiento mucho más sólido para cambiar las cosas. En las aulas la bici necesitarán más de una explicación. Bueno, no la bici sino lo mal que vamos de ce oh dos, el cambio climático, el desarrollo sostenible y cosas así. Espero que quienes enseñan sepan hacerlo con un poco de chispa para que las criaturas no se pongan en el lado boicoteador. Mejor si practican, que ya se sabe que a andar en bici se aprende andando y no porque en clase te expliquen que la geometría variable del cuadro influyen en la cinética del conjunto. Más simple, más fácil, más divertido.

Y en estas estamos cuando nuestro Parque Tecnológico de Zamudio cual gargantúa feliz se traga miles de coches a diario. Como no es capaz de transformarlos en mierda, lo único que hace es apiñarlos en aceras, rotondas y donde buenamente puede. Y como eso le supone una indigestión, por la tarde acaba vomitándolos otra vez a sus lugares de origen.

No sé si hay algún análisis de por medio, pero mientras tanto, cada vez que tengo que acercarme al Parque Tecnológico de Zamudio, pienso primero en evitar las horas de mayor afluencia. Sostenibilidad, hermosa palabra abstracta que allí no son capaces de concretar y que a día de hoy me temo que resulta un auténtico fracaso colectivo. Retomando aquel slogan de los difuntos macarras de Eskorbuto: Mucha tecnología, poca responsabilidad.

Nota.- Otro día a ver si explicamos el complejo sistema de bidegorris (carriles bici) de Bilbao, que enlazan ningún sitio con ninguna parte, así como las amables costumbres de los conductores del país.

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