Esta mañana he corrido la marcha cicloturista Bilbao-Bilbao. Son 115 kms y es una de las clásicas del calendario, la que mucha gente considera como primera cita oficial de la temporada para ver qué tal andamos. En esta ocasión nos hemos juntado más de 5.600 personas, que son unas cuantas, ¿no? La marcha en sí está regulada, pero no se corta el tráfico por las carreteras por las que discurre.
Como quiera que tengo intención -todavía- de hacer la Quebrantahuesos el próximo 23 de junio estoy dejando mi bici de monte por la de carretera. Lo cierto es que no acabo de estar del todo a gusto con esta «nueva filosofía» de hacer bici. Me refiero a la de la carretera. Hoy durante la marcha, que ya había realizado en seis ocasiones anteriores, he estado pensando en la estupidez humana cuando somos muchos quienes nos reunimos. Vamos, que lo de inteligencia colectiva o sabiduría de las multitudes brilla por su ausencia.
Primero está la cuestión de la basura. He visto a gente tirar envoltorios como los profesionales del Tour tiran botellines. Será que pensamos que somos como ellos. El avituallamiento se lleva a cabo en el Parque Tecnológico de Zamudio. Me gustaría ver la guarrería que queda tras pasar por allí todos los ciclistas. Yo mismo he recogido un par de botellitas de plástico tiradas por el suelo para depositarlas en los contenedores de basura. ¿Por qué lo que no haces solo -prefiero pensar así- no tienes ningún reparo en hacerlo cuando la masa se ha reunido? Es evidente que hay un contagio de comportamientos guarros: veo que otra persona tira mierda y ya tengo la justificación. Así de simple, así de estúpido.
Después está el asunto de la competitividad. Con la bici de monte creo que hay otra forma de salir. En carretera la gente va más «fina» y también más «a saco». Yo, por supuesto, no tengo nivel para andar apretando metido en un pelotón en el que a más unidades más rendimiento. Porque es así: más personas luego entonces es posible más velocidad. Pero me parece que esa velocidad «truena» a mucha gente. Lo digo en el sentido que veo maniobras desde mi punto de vista muy peligrosas. Algo tan simple, por ejemplo, como ocupar el carril por el que los coches vienen de frente. Y otra vez creo que el asunto es fácil de explicar: ¿dónde va Vicente? Donde va la gente. Como hay gente que lo hace, los demás detrás.
Reconozco sufrir una primera crisis con eso de hacer la Quebrantahuesos. Porque a mí me gusta dar pedales, conocer sitios, disfrutar de marchas largas. Pero me temo que mi espíritu competitivo quedó en los partidos de fútbol de cuando era infantil. Y de aquella época recuerdo que todo parecía demasiado en serio. Nada de juegos. Ahora, mi sensación en una marcha cicloturista muy bien organizada y que repetiré otros años, es la de que las multitudes exacerban en determinadas circunstancias la estupidez humana. Nunca hay que subestimarla.
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6 comentarios
Yo también me retiré de esto de la «competición» hace años.
Incluso en bicicleta de montaña prefiero no ir con alguna gente que se pone a echarte carreras, y cuando ven que no les respondes y sigues a tu ritmo disfrutando del paisaje y de tu deporte se aburren y se cambian a otros deportes en los que poder demostrar que la tienen más larga (la espada).
En cuanto al mal comportamiento de las multitudes… bueno es lo que hay. La educación tal y como suele estar planteada es represión y los individuos cuando se ven amparados en el anonimato de una multitud se sueltan el pelo. No hay más que ver lo que pasa en los estadios de fútbol todas las semanas.
Quizás en los últimos tiempos recientes estemos viviendo muchos ejemplos de estupidez colectiva. Claro que si pensamos eso de lo palpable, ¿ocurrirá lo mismo en lo digital?
El tema de los residuos en el ciclismo es una de las cosas que menos me gusta de ese deporte. Y eso que me encanta pero eso de ver volar botellines por encima del pelotón… nose alguien debería hacer algo.
Sobre lo de la estupidez colectiva, suscribo lo dicho por Telémaco.
De culaquier forma, si quieres andar en bici y luego darle a unas buenas alubias y un gran bacalao te aconsejo la Clásica de los Güevos( http://arrautzak.blogsome.com/ ) suele ser alla por setiembre.
A ver. Que los que tenéis un problema sois los que queréis escribir sobre cualquier cosa que se os ocurra.
«Multitudo» es un concepto con mucha tradición en la filosofía política.
No obstante y ya que no se me permitirá recomendaros alguna que otra lectura, conviene diferenciar en el pueblo, que siempre es MASA DE DIVIDUOS (sí, dividuos) CONTADOS Y SABIDOS, a la Multitud, una pluralidad diferenciada que coopera en red y que se opone en la actualidad a «Imperio» o modo emergente de soberanía (Negri).
«Multitud» no es pueblo de alienados, sino potencia constituyente.
Cuando Umberto Eco hacía hincapié en los peligros de la pluralidad comunicativa, se refería precisamente a estas confusiones que generan sucesivas confusiones.
«Multitud», ni es pueblo, ni masa de dividuos contados y sabidos.
Inteligencia colectiva es el RESULTADO de la interacción, un modo de emergencia.
Por favor, 4.000 ó 5.000 personas, reunidas en folclore preparado desde arriba para control biopolítico del rebaño, no es ni inteligencia colectiva ni multitud.
Pero aquí, que cada uno escriba lo que quiera. Que opinar no cuesta nada.
anonimo se tan amable de seguir ilustrándonos: ¿cual es la titulación y experiencia mínima necesaria para tener el derecho a opinar?.
telémaco, yo tengo cierta aversión a las multitudes. Quizá de joven las soporté, pero ahora si sé que va mucha gente a algún lado me agobia, sea en la carretera, en un concierto, en una marcha cicloturista… Y respecto a lo que comenta anónimo, a otra cosa, mariposa. Olvídalo.
txetxu, sí que creo que podemos encontrar multitud de ejemplos, demasiados, ¿verdad?
josu, ya me dirás fecha para anotar en el calendario.
anónimo, gracias por el contenido de tus apuntes. Por el tono, mejor no te hagas mala sangre, que no merece la pena. Hacemos lo que podemos y ya tendremos tiempo de seguir aprendiendo. Y sí, la suerte que tenemos, porque todos podamos opinar.