Hayedos o jardines, dos enfoques diferentes

by Julen

Ayer tuve ocasión de compartir preocupaciones con alumnos del Máster de Dirección de Producción de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Mondragón. Hoy otra vez con un cliente. De nuevo tengo que agradecer a toda esta gente con la que compartir viaje y de la que tanto aprendo.

Ayer y hoy, los dos días, una idea ha estado sobrevolando gran parte de mi trabajo. Muchos directivos se quejan amargamente de que se perciben a sí mismos tratando de impulsar proyectos que, por defecto, no parecen contar con la ilusión de quienes los van a poner en práctica. Es la vieja historia de perseguir algo de forma constante para mantenerlo vivo, de insistir una y otra vez, de marcar de cerca porque, si no… muere lentamente. Esta idea la manejamos ya antes en el post de la radicalidad, pero ahora, casualmente, leyendo algunas cosas sobre los hayedos, he encontrado otra razón para impulsar la autoorganización y la participación desde el origen mismo de las cosas.

Me queda claro que todo aquello que intentemos desde la dirección es material susceptible de desencadenar el famoso: «De momento no, luego ya veremos». Lógico, la gente se defiende como puede.

¿Cómo creamos jardines? Con esfuerzo, con dedicación, regando, cuidando la tierra, cortando el césped, podando los árbolitos, quitando malas hierbas. Con dedicación, con horas. Con insistencia, sin descuidarlo. Porque sabemos que si estamos una semana sin dedicarle tiempo, la entropía negativa se lo carga. Hay que introducir energía desde fuera, porque para nuestros ojos, el jardín, en tanto que artificial lo mantenemos nosotros. No se mantiene a sí mismo.

¿Cómo funciona un hayedo? A partir de unas condiciones mínimas básicas (una altitud y un determinado nivel de humedad) actúa como un auténtico sistema que genera y consume la energía que necesita. Las hojas más altas de las hayas están dispuestas verticalmente, las más cercanas al suelo lo están de forma horizontal para retener el agua. Al llegar otoño, comienza la caída de la hoja. Se van acumulado en el suelo, retienen hasta 15 litros de agua por metro cuadrado y comienza el camino de la putrefacción. Este es el alimento que necesitan para mantenerse. No hay intervención externa que introduzca energía, al margen del sol y el agua naturales.

Pues bien, parece que el modelo imperante es la empresa jardín. Bonita, presentable, bien arreglada en su imagen exterior, pero sin capacidad de generar en sí misma la energía que la mantenga.

Esa energía, tan desagradable en ocasiones, es la que se disfraza de seguimiento y evaluación, de acciones correctivas, de análisis de problema-causa-solución, de indicador en el cogote, de arengas al vacío, de las personas sois lo más importante, de proyectos 5S con becarios, de SMEDs que nunca cumpliré en cuanto te des la vuelta. Esa energía es la que no existe dentro porque la empresa se ha desnaturalizado, ha perdido su lógica y ha repartido poder de forma tan asimétrica que ahí no hay quien se aclare. Mientras tanto, no pasa nada porque en otoño las hayas se queden sin hojas; el ciclo no se detiene. Las hayas pueden desarrollarse en terrenos hostiles porque generan su propio alimento. Desde dentro. Ahí hay que entrar.

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5 comentarios

Iñaki 31/10/2005 - 09:33

Me parece muy buena la imagen de empresa u organización hayedo (como también la jardín).

Creo que va en la línea de «Sinfonía o jazz» de Koldo Saratxaga. Y, por supuesto, me resultan mucho más atractivos los modelos hayedo o jazz.

Ahora bien, toco un poco el saxofón y sé que es más fácil ceñirse a la partitura, necesitas poner menos de tu parte.

Pero también sé que es más rico aportar tu creatividad, involucrarte en el proyecto. Exige más esfuerzo, pero también da más satisafacción.

Hace ya muchos años (unos 25, y se me pone la carne de gallina) una amiga que trabajaba en una pequeña cooperativa me comentaba la poca involucración que percibía en las personas que trabajaban allí, lo difícil que era pedirles cualquier pequeño esfuerzo que se saliera de lo mínimo obligatorio.

Si eso pasa en una organización que, se supone, pertenece a los trabajadores y, por tanto, podrían sentirla como propia (que realmente lo es), que no va a pasar en una empresa en la que, a menudo, el personal tiene un contrato basura y en ningún caso va a percibir el rendimiento de su esfuerzo.

Desde el mundo de la Administración creo que necesitaríamos otros modelos, ni el hayedo ni el jardín, ni la sinfonía ni el jazz. Tal vez, podríamos hablar del modelo vertedero, en el que las personas y los trabajos (proyectos, expedientes, etc.) se van «echando» y se espera a que se pudran.

Pero este tema requeriría mayor comentario y no quiero ponerme demasiado pesimista en esta mañana de puente (que me ha tocado trabajar y, por cierto, mucho contrato basura, pero no había ni cristo por la calle).

En fin, creo que hay que apostar por los modelos hayedo o jazz, porque permiten mantener la ilusión y la esperanza.

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Telémaco 02/11/2005 - 09:07

Muy interesante la comparación de la empresa con un ecosistema, por ejemplo un hayedo.

Sin embargo no estoy seguro de que sea demasiado aplicable, pues un hayedo es producto de la evolución a lo largo de miles y miles de años.

Al respecto veo dos problemas:
1. Una empresa no tiene tanto tiempo para autoorganizarse de manera que garantice su supervivencia.
2. Aun si fuese posible, no es garantía de exito. A lo largo de los millones de años de existencia de la naturaleza, millones de ecosistemas autoorganizados de la misma manera que los hayedos, incluso otros hayedos muy similares, han desaparecido.

Siento disentir en esta ocasión, pero no me terminan de convencer los sistemas autoorganizados, al menos en su forma más purista, me parecen un poco utópicos.

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Julen 02/11/2005 - 09:45

Sí, pero lo que veo demasiadas veces es la desesperación que provoca introducir de forma constante energía externa en un sistema. Alguien decide por ti. Entonces has llegado al borde del abismo.
Pongamos por ejemplo los planes de formación. La empresa (o la administración, me da igual en este caso) tiene la responsabilidad de darte la formación que necesitas. Por tanto, te dice lo que tienes que aprender. Energía externa. Peligro de fracaso a medio plazo.
En cambio, si dejamos la oportunidad a la persona de analizar sus necesidades y proponernos cómo las va a tratar de resolver, la energía sale de dentro. Eso sí, la organización tiene responsabilidad en generar un marco básico, un cauce, pero no puede crear el agua y hacerla correr río abajo. La organización puede canalizar, crear estructuras para que el agua fluya de forma adecuada, pero nada más.
Seguro que el análisis que hago es demasiado simple y la realidad más compleja. Pero hay que dejar tiempo (y estoy de acuerdo en que hoy nadie parece tener tiempo para nada) a que las necesidades surjan de dentro y se autorregulen.
Una idea que me resuelve todo este problema es la paradoja. A la vez tenemos que permitir la autoorganización y mover hilos sutilmente para que no sucedan desaguisados. Y, por supuesto, tener suerte. Por eso, es mejor siempre mirar las cosas medio llenas.
De las cosas que más me gustan del amigo Senge es cuando le mete caña al tema de las palancas. Soy un convencido de que los sistemas se pueden mantener sin grandes consumos de energía, a través de movimientos de palancas poderosas. ¿Cuáles son esas palancas? Lo siento, no hay respuesta única. Depende. Esa es la gracia: buscar las palancas. Si además, no soy yo desde fuera, como superdirectito, el que tiene que presionar la palanca, mejor que mejor.
No obstante, reconozco que el tiempo (el poco tiempo) juega en contra de ver el sistema en su conjunto y, por tanto, juega en contra de permitir autoorganización. Pero, a la vez, lo veo en muchos lugares, la gente ya está autoorganizada para defenderse de “lo que le han organizado”.
Bueno, lo dejo, que me lío.

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Fiores 30/11/2006 - 01:35

me encantó esta comparación y la encuentro muy apropiada, pero quisiera agregar que los equipos hayedos y los equipos jardín no solo aparecen en las organizaciones sino que tambien en simples grupos de trabajo de las escuela o la universidad uno se encuentra con gente así, personas que sin instrucciones no funcionan, grupos que sin su líder o coordinador se van al caos y quisiera preguntar ¿ puede un equipo jardín convertirse en hayedo? y si es posible tambien quisiera saber ¿ como podría lograrse esa transformación?

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Julen 02/12/2006 - 08:22

Yo creo que de un jardín a un hayedo hay camino, pero que es complicado porque tenemos que desaprender. Hay que recuperar confianza, responsabilidad compartida, sentimiento de igualdad entre las partes. Es complicado, pero desde luego que no imposible.
Hay que mantener la calma y dejar de actuar en ciertas ocasiones para que surja la conducta emergente. Poco a poco y con paciencia.

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