07 Moralina – Fermoselle #DueroMTB – Consultoría artesana en red

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La tarde en Moralina se pasó entre chaparrón y chaparrón. No es que lloviera mucho, pero sí lo suficiente como para quitar del colgador la ropa que estaba secándose. El pueblo no daba para mucho, la verdad. Un par de bares, un taller de coches, la panadería (cerrada) y casas dispersas sin ninguna planificación aparente repartidas aquí y allá con sus pequeños terrenos anexos para cultivar lo básico. Bueno, y el hotel rural en el que me hospedaba.

El dueño me dejó un par de libros sobre el GR-14, concretamente los que correspondían a su paso por las provincias de Zamora y Salamanca. Eran antiguos, pero contenían buenos mapas. Sin embargo, sirvieron para hacerme un lío aún mayor. Hay dos itinerarios: la Senda del Duero (por cierto, en los postes de balizamiento la llaman Ruta del Duero) y el GR-14. Hasta donde he podido investigar, el trazado que está balizado con la señalética de IMBA no dispone de información oficial ni tampoco de tracks que puedes llevarte al GPS. A veces los itinerarios coinciden y a veces no. Hasta ahora el trazado creo que coincidía en su mayor parte, pero habrá que ver aquí en Los Arribes. De momento el de bici pasa por Moralina mientras que el GR-14 hace ya unos cuantos kilómetros que sigue otro trazado.

En fin, un pequeño lío. En Internet he localizado ya algunas quejas sobre los tracks. Desde luego que los disponibles en la web oficial del Ministerio no incluyen el trazado para bicis (o yo no he sido capaz de encontrarlos).

A primera hora de la mañana, nada más salir, he preferido coger la carretera que conducía a Villadepera y luego desde allí retomar la ruta. Caía un ligero sirimiri. Seguía cayendo un ligero sirimiri. Empezó a caer algo más que un sirimiri. Bueno, las dos primeras horas nos han servido para empaparnos bien. ¡Puños fuera! Digo, ¡gafas fuera! Ya se ve quiénes pasamos por Mazinger Z, ¿verdad? Aunque lo de Afrodita era un poco fuerte, ¿no? Una cosa son los puños pero aquello de disparar con los pechos, qué cosas. Aunque ya sabéis que nunca existió lo de ¡Pechos fuera! Cada cosa en su sitio.

En Villadepera he visto señales del itinerario para bici y las he cogido. Se alejan del GR y empalman con la carretera que entra en Villardiegua de la Ribera. En fin, sigo sin entender que esta ruta para MTB no aparezca en los sitios web oficiales de la Senda. En Villardiegua (mira que es difícil escribirlo bien) me he acercado hasta la iglesia. Al lado está La Mula, un verraco de origen prerromano.

A partir de aquí he decidido retomar el GR original. Nada más salir del pueblo la senda se convierte en eso, en una senda. O sea, un camino que va salvando pasos entre berruecos y que obliga a bajar de vez en cuando de la bici. Como sigue lloviendo hay que andarse con cuidado en los pasos a pie por las enormes rocas graníticas. Ya me he resbalado en una de ellas y me he dado la típica culada que te deja sentado con cara de tonto. Finalmente se toma una pista más ancha que lleva al castro de Peña Redonda. Paradita y… parece que suaviza algo la lluvia.

Es evidente que hoy el desnivel no va a tener nada que ver con los días anteriores. Para llegar a Torregamones, el siguiente pueblo de la ruta, hay que bajar y subir lo suyo. Menos mal que hay un bar abierto donde desayunar con fundamento. Dejo fuera a secar el chubasquero y los guantes. Voy empapado de arriba a abajo. Literalmente, porque llevo los pies chof chof.

Seguimos por el GR original, lo que supone pie a tierra de vez en cuando. El paisaje es muy entretenido. De vez en cuando nos vemos succionados por auténticos túneles de árboles en un camino escoltado por muretes de piedra a ambos lados. Desde luego que el GR en esta parte no tiene nada que ver con los senderos ribereños al paso por las provincias de Burgos o Valladolid. Aquí el Duero se intuye encajonado allá abajo. Todavía no lo hemos visto desde que iniciamos la etapa.

Paramos a comer algo en Fariza. El bar se las trae: Casa Montse. Con sus camisetas personalizadas y todo. Ni sé lo que había allí dentro. Cae un pincho de tortilla para aguantar hasta finalizar la etapa. Desde aquí me acerco a la ermita de Nuestra Señora del Castillo donde se ubica el mirador de las Barrancas que cuenta con un pequeño parque en el que se explica el lenguaje de las piedras. Muy interesante. Por fin vemos allá abajo el Duero. Desde Zamora no sabíamos nada de él.

Seguimos por el GR original. Traducción, por si todavía no lo habéis pillado: sendero que se complica con abundantes tramos de bájate de la bici y empújala cuesta arriba. Esto también es parte de la bici de montaña. Sobre todo si, como yo, cada vez te sientes más torpe con la bici. En fin. No hay prisa y como quiera que tampoco aprieta el calor se hace llevadero. Llegamos a Pinilla de Fermoselle. Apenas quedan ocho kilómetros para terminar. Hoy la media es mucho menor que en días anteriores. Miro el mapa y se ve que lo queda de GR va a transitar por zonas de fuerte pendiente, con el Duero a su derecha.

Se sale de Pinilla por un sendero en fuerte bajada que conduce a un camino espectacular que quien suscribe hace a pie en su mayor parte (unos tres kilómetros). Poco a poco vamos avanzando. En un saliente de la senda se puede observar majestuoso un enorme meandro del río. Es el que veis en la imagen inicial de este post. Espectacular cómo se encaja el río en Los Arribes.

A las 14:30 llegamos a Fermoselle. Estuve aquí en diciembre y era muy diferente, claro está. La plaza se está convirtiendo en una plaza de toros y por las calles se ven vallas preparadas para los encierros. Eso será por las fiestas de San Agustín. Nosotros nos libramos.

Bueno, hasta aquí la crónica del día. Hoy mil metros de desnivel acompañando al Duero. Lo típico de una senda junto a un río, ¿no?

Hasta mañana.