El sábado pasado subí en bici al Pagasarri después de mucho tiempo. Bueno, en realidad probé a ver qué tal y al final acabé subiendo hasta arriba. Costó lo suyo, como no podía ser de otra forma, después de tanto tiempo en el dique seco. El caso es que, aprovechando que está en marcha una nueva edición del BBK Live, decidí subir por Kobetamendi y así echar un vistazo al ambiente mañanero de las inmediaciones. Por supuesto, a las 8:30 am no esperaba ningún revuelo especial. Bastante debió de haber el viernes, jornada en la que pasaban por el escenario nada más y nada menos que Rosalía y The Strokes, entre otra mucha gente.
En la subida por la carretera que va hacia el Alto de Kastrexana y que luego se desvía a la izquierda hacia Kobetamendi, se veía mucho personal de la organización y también Ertzaintza y Policía Municipal. Justo arriba me encontré con unos cuantos camiones de limpieza de diferentes tamaños. Un pequeño ejército de operarios se afanaba en adecentar las inmediaciones del recinto festivo.
Continúe hacia arriba y, miraras para donde miraras, se veía mierda por arrobas. Estuve pensando cómo empezará este delirio colectivo de ensuciar más y más. Alguien tirará algo al suelo, otra persona lo verá y dirá que si tirás tú por qué no voy a hacerlo yo; después el tercer angelito que venga detrás lo tendrá más fácil y la conciencia no será problema: si el resto de la gente parece que tira basura al suelo, luego a mí que no me miren. Hago lo que los demás. Sí: estupidez colectiva y comportamiento gregario.
Claro que las aglomeraciones lo ponen a huevo. Además, mañana, cuando la gente vuelva al recinto festivo a los siguientes conciertos, se encontrarán de nuevo todo más o menos en orden. Una mano mágica ha tenido el detalle de limpiar. ¿Qué pasaría si dependiera exclusivamente del civismo de la gente que ha acudido? ¿Qué ocurriría si se suprime el servicio de limpieza y se descarga la responsabilidad en estas supuestas personas «civilizadas» que han comprado sus entradas el mantener el entorno limpio? Me temo que la pregunta no tiene sentido. Todo el mundo asume que el servicio de limpieza está para lo que está: no vengas jodiendo a cargarte puestos de trabajo. La entrada, creo, da derecho a tirar mierda donde te dé la gana.
Así que la rueda sigue girando. Como quiera que alguien ahí fuera nos va a limpiar la mierda, no hay problema alguna. Mañana amanecerá con el buen trabajo de las brigadas de limpieza. El ayuntamiento encantado de atraer oleadas de adictas y adictos a la música. El BBK Live está en el escaparate y es un recurso para dinamizar la ciudad. Es ingreso. Se hace análisis de impacto económico y todo resulta positivo. La mierda procedente de la estupidez colectiva quedará oculta bajo la alfombra. Que siga el espectáculo. Faltaría más. Ya está este cascarrabias con otra de las suyas…
4 comentarios
A mi siempre me ha llamado la atención cuando en la rueda de prensa para valorar las fiestas de la Aste Nagusia el concejal o concejala de turno da a entender que las fiestas han sido un éxito porque se han recogido X toneladas más de mierda que el año anterior.
En el debe del cálculo de impacto económico de estos saraos ¿se tendrá en cuenta el coste extra de los servicios municipales?
Sé que es ir de cascarrabias porque parece que el ambiente festivo debería poder con todo, pero de verdad que la mierda esparcida por los alrededores de BBK Live daba para pensar si la humanidad progresa. Y desde luego que un coste extra en brigadas de limpieza lo hay porque había por allí un auténtico ejército de máquinas trabajando. Todo para que esté inmaculado al día siguiente por arte de magia. En fin, Josu, me temo que es este modelo de aglomeraciones y en parte la escasa concienciación que las administraciones hacen al respecto. Y creo que no va a mejor 🙁
Algo parecido ocurre por aquí en la noche de San Juan, las playas quedan arrasadas. Eso sí, lueog todas nos quejamos de los plásticos que van al mar, etc… pero por supuesto nadie tira nada claro.
En fin, también me paso algo parecido en la marcha ciclista Quebrantahuesos en la que participé recientemente, me causó mucho estupor ver como los ciclistas tiraban al suelo, en cualquier punto del recorrido,los envases de los geles, barritas,… sin importarles lo más mínimo y sin ninguna intención de guardáselos en el bolsillo para luego echarlos en el cubo de la basura que había en todos los avituallamientos. Lo dicho, luego nadie tira nada.
En parte me parece un problema asociado a las aglomeraciones. En ellas, no sé muy bien por qué, parecería que sale lo peor de cada casa pero es que, encima, parece que se contagia. Me supera, de verdad, me supera 🙁