Cuando aprender es tan fácil que te lo hace imposible

by Julen

En Construir y habitar, Richard Sennett hace varias alusiones a lo largo del libro a la importancia de no excederse en enfoques user friendly. El argumento es bien fácil de comprender: cuando algo es tan sencillo de hacer no se produce realmente un aprendizaje consciente y no se asigna valor ni se asimila en forma crítica. Esto -de lo que, por cierto, Amalio Rey ha escrito también en alguna ocasión relacionado con la cultura del esfuerzo– conduce a la reflexión sobre el diseño de experiencias educativas para nuestras alumnas y alumnos, algo que ocupa gran parte del tiempo de quienes trabajamos en el ámbito académico: hay una cierta obsesión por que quienes se matriculan en nuestras universidades encuentren experiencias verdaderamente gratificantes en su paso por las aulas.

Lo anterior se puede comprender desde diferentes puntos de vista. Sennett comienza, por ejemplo, con una crítica directa al modelo Googleplex (pág. 197):

La oficina Googleplex niega un aspecto clave del trabajo creativo: los choques con la resistencia. Todo trabajo exigente, por supuesto, demanda esfuerzos para superar obstáculos, pero una oficina, tanto como un laboratorio o el taller de un artista, debería permitir que la gente se centrara con tenacidad en superar las dificultades. Las oficinas divertidas, con muchas distracciones y vías de escape, no ayudan necesariamente a personas bloqueadas a afrontar la situación.

Esto es, «la resistencia nos impulsa a pensar«. Luego, deberíamos pensar en no allanar constantemente el camino para aprender. Algo similar sucede cuando la tecnología evita que pensemos. Nicholas Carr lo ha expresado por activa y por pasiva. Sennett nos dice (pág. 200):

La cultura informática de la facilidad de uso puede ser un narcótico que disminuya la estimulación física, en particular con la represión de estímulos perturbadores. Si no te gusta lo que ves, oprime la tecla «Supr» y vete a otra ventana».

En otro plano, algo similar sucede con la forma en que aprende un artesano. Toma la referencia de James y de Bergson, dos filósofos del «saber de la calle» y de quienes se sirve para pensar qué es lo que pone en movimiento nuestra conciencia. Tiene que ver con cuándo el conocimiento tácito es insuficiente para hacer frente a la realidad (pág. 227).

Algo no está como debería estar; por ejemplo, una luz está apagada cuando lo normal sería que estuviera encendida. Ya no pueden darse por supuestos los contextos. O de repente se produce un extraño sonido de campanas. ¿Hay que detenerse? En carpintería, el trabajador no piensa conscientemente en el peso del antebrazo hasta que un inesperado nudo oculto en la madera lo lleva a reflexionar sobre qué fuerza ejercer con el antebrazo. De la misma manera, en cirugía, solo se vuelve a calcular un corte rutinario de tejido en caso de que el cirujano perciba un nudo de densidad inesperada. En ambos casos, el artesano se centra en lo problemático. El hábito sale a al luz de la conciencia: la conducta ha entrado en el campo de lo explícito, un campo en el que el actor es más consciente de sí mismo.

En definitiva y volviendo a nuestras aulas: ¿deberíamos diseñar experiencias de aprendizaje en las que no fuera tan fácil aprender?

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