El Hierro visto a través de «Hierro», la serie

by Julen

La Restinga1

Un simple artículo para distinguir realidad y ficción: «Hierro«, la serie protagonizada por Candela Peña y Darío Grandinetti, parece marcar un antes y un después en la isla de «El Hierro». En este mundo nuestro contemporáneo, atado a sus pantallas, la isla adquiere de repente una notoriedad que quizá nunca antes había conseguido. Ni siquiera con su volcán submarino. Las fantásticas críticas que está recibiendo la serie y el goteo de crónicas en diversos medios aquí y allá la sacan otra vez de su aislamiento. El Hierro queda lejos, la isla que fue del Meridiano, la isla más occidental. Una sociedad cerrada. Así la dibujan.

Fue en 1995 cuando aterrizamos allí por primera vez. Entonces no había túnel para comunicar la villa con el valle de El Golfo. Había que subir hasta la cumbre y luego bajar entre la bruma para hacer ese viaje. Incomunicación. Ahora en aquella carretera crece el musgo. El progreso deja a un lado ciertas partes de la orografía herreña. No todo cabe en el saco de las facilidades.

La isla se convierte en ese personaje brutal, omnipresente, capaz de dibujar siempre el fondo adecuado para cada escena de la serie. Da igual rodar en interiores o en exteriores. La isla marca a través de una sensación que puede con todo. Siempre sabrás que está allí y la trama no puede deshacerse del personaje isla. Simplemente si el personaje desaparece, la serie muere. Lo escribe muy bien Belén Gómez en eldiario.es: ‘Hierro’: cuando el escenario se convierte en un personaje más.

Conste que quizá haya que luchar contra el riesgo de nordificación oscura. Permitidme la expresión, porque el universo que suele rodear a toda esa jauría de escritoras y escritores de los países nórdicos de novela negra bien pudiera desplegarse como un oscuro manto depresivo sobre El Hierro. Esperemos que sea el caso. La historia necesita tensión narrativa y hay que recurrir a oscuros recovecos del alma humana. Pero, por favor, no es lo mismo. Estamos en otras latitudes. Habrá quien insista, de todas formas.

Parece que Hierro recoloca a El Hierro en un mapa actual del siglo XXI. El monumento al Meridiano Cero, junto al faro de Orchilla, recibirá un update. Quién sabe lo que el éxito mediático puede traer después. De momento son ocho capítulos de cincuenta minutos. Allí está omnipresente la isla, no cabe duda. La pantalla extrae imágenes bellísimas y eso siempre es de agradecer. Al final, la más occidental, allí sestea El Hierro, sacudido ahora su Mar de las Calmas por un éxito repentino. Claro que antes allí mismo emergieron las restingolitas y luego la efervescencia se diluyó. Pero no hay que olvidar que en las profundidades continúan los movimientos sísmicos. Y cada cuatro años todo cambia, con la Bajada, para después, otra vez, volver al punto de partida.

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