Cuando el trabajo se convierte en adicción

by Julen

Asier Gallastegi nos escribía esta semana pasada un estupendo artículo en el blog colectivo que hemos abierto en REDCA, la Red de Consultoría Artesana: Sí, nos gusta nuestro trabajo. Como su título indica, tiene que ver con la relación que mantenemos con nuestra actividad profesional. Es un tema complejo, repleto de relatividades porque tanto qué entendemos por trabajo como la forma en que gestionamos nuestro tiempo admiten muchas miradas. Asier escribía en su párrafo inicial:

Amenazo, sin conocer aún el tono y forma de lo que continúa tras esta frase, que discurriremos por la frontera del placer y el dolor de una cosa y de la contraria. Porque, desde mi mirada, que nos guste nuestro trabajo no puede estar exento de cierta tensión.

Creo que la palabra tensión es muy pertinente para hurgar algo más en la dedicación que le otorgamos al trabajo en nuestras vidas. En este sentido, a través de otro artículo, en este caso del Open Business Council, In-Depth: How To Recognise Work Addiction In The Workplace, he llegado a conocer una herramienta de cuya existencia no tenía idea. Se trata de la Bergen Work Addiction Scale, que plantea siete niveles para analizar hasta dónde llega la adicción al trabajo:

  1. You think of how you can free up more time to work.
  2. You spend much more time working than initially intended.
  3. You work in order to reduce feelings of guilt, anxiety, helplessness and depression.
  4. You have been told by others to cut down on work without listening to them.
  5. You become stressed if you are prohibited from working.
  6. You deprioritise hobbies, leisure activities, and exercise because of your work.
  7. You work so much that it has negatively influenced your health.

La herramienta ha sido desarrollada en Noruega, por la Facultad de Psicología de la Universidad de Bergen en colaboracióón la Bergen Clinics Foundation y la Nottingham Trent University del Reino Unido. Para elaborarla recurrieron a preguntar a más de 12.000 trabajadoras y trabajadores procedentes de 25 sectores diferentes de aquel país nórdico. Pues bien, es evidente que nuestra autoestima viaja, en gran parte, de la mano del trabajo que desarrollamos. Además de servir para conseguir ingresos económicos nos proporciona estatus. Si a esto le añadimos todo un arsenal de tecnologías que nos independizan de la esclavitud del tiempo y el espacio, el riesgo de no saber manejar un trabajo que tiende a ocupar todo el tiempo disponible es más que evidente. Ahora ya sabemos que cualquier tiempo puede ser tiempo de trabajo. Os recomiendo de nuevo que leáis Esclavos del tiempo, de Judy Wajcman.

Reconozco que no soy capaz de situarme del todo a gusto con propuestas como, por ejemplo, la que se desprende del afamado libro de Laloux del que ya hemos escrito aquí en más de una ocasión. El sentido de plenitud, del que tanto se habla allí, me hace levantar ciertas barreras de autodefensa. Por supuesto, nadie quiere que toda esa parte de nuestras vidas se vaya por un sumidero. El tiempo de trabajo debe ser tiempo en el que nos sintamos a gusto. Pero la línea que separa la dedicación plena de la dedicación lógica –hay muchas más cosas que trabajo– se suele confundir.

Una cosa es disfrutar plenamente del trabajo y otra que esa plenitud actúe como teoría de los gases y engulla todo aquello que conforma nuestra existencia. Me temo que la sobrededicación al trabajo encubre muchas miserias. Al final es una cuestión de prioridades: ¿qué no estamos haciendo en ese tiempo que el trabajo se ha engullido? En una sociedad que rinde pleitesía a la producción y se olvida de la reproducción esto es un verdadero problema. Los trabajos que tienen que ver con los cuidados en su más amplio sentido acaban relegados.

Por todo esto me parecen tan pertinentes trabajos como el de la Universidad de Bergen. El trabajo, hoy más que nunca, puede comerse nuestras vidas. Hay que buscar el equilibrio hasta donde sea posible, a sabiendas de que, si no tomas postura activa en la pelea, puedes acabar bastante mal. Si quieres profundizar en la propuesta de la Universidad de Bergen, puedes leer el artículo Development of a work addiction scale publicado en el Scandinavian Journal of Psychology.

Imagen tomada de torange.biz.

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2 comentarios

Juanjo Brizuela 07/05/2019 - 07:51

Me sigue pareciendo muy curioso y como muy relevante que en estas últimas fechas estemos hablando tanto de «trabajo», en general. Desde muchas ópticas. Si tomamos distancia, podríamos entender eso de que están cambiando los tiempos y los trabajos y quizá en este cambio haya (estemos) mucha gente que se esté (nos estemos) desubicando. Curioso cuando menos.
Lo que además me sigue sorprendiendo cada vez que leo sobre este tema es que la referencia es hacia «aquellos espacios de no-trabajo», como la tabla de salvación de lo que se está redefiniendo como trabajo.
Me parece muy muy interesante lo de los Noruegos. A seguirle la pista para ver hasta dónde nos lleva todo ello.

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Julen 29/05/2019 - 05:45

Juanjo, en su justa medida, el trabajo en su justa medida. Más es menos 😉

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